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Minho terminó de cambiarse y salió del baño, dejando por último la ropa en la canasta que se encontraba en la habitación de lavado.

Caminó por el pasillo a pasos lentos, creyendo por segundos que _____ seguía durmiendo en la habitación.

Pero para su sorpresa, al adentrarse a la sala, pudo ver a la menor en la sala sentada en el sofá mirando la televisión, o en su punto de vista era así.

Aunque la castaña solo fingía estar interesada en las caricaturas que pasaban por la pantalla que tenía enfrente.

El rubio solo pasó su mano por el cabello, caminando en silencio hacia la cocina sin decir nada.

Mientras que la menor soltó el aire que estaba reteniendo desde que escuchó la puerta del baño abrirse y ver al mayor hacer su aparición.

Vio por donde el rubio había desaparecido, recordando la manera en la que su voz había sonado detrás de la puerta.

Tan grave, ronca y áspera.

_____ no pudo evitar sentir un leve pinchazo en su vientre bajo, obligando a cerrar sus piernas con fuerza entre sí. Soltó un suspiro al sentir la piel erizada de sus muslos chocar, causándole un temblor que corrió todo su cuerpo. Pasó ambas manos temblorosas por su cabello y se levantó del sofá para ir al baño rápido. Se estaba replanteando el vivir en el baño, podía usar las toallas de sábanas durante el tiempo que quisiera para evitar verle la cara a Minho.

Definitivamente ella ya no lo veía de la misma manera que antes. Todo era nuevo para ella, aunque una parte de su ser se sentía... poderosa. De tan solo pensar que ese hombre la deseaba como ella lo hacía.

Es decir, un sentimiento mutuo.

Relamió sus labios, moviendo con un pie las toallas en el suelo. El vapor seguía en el baño, cosa que la sofocó un poco mientras caminaba a la pequeña habitación con ambas manos en la nuca. Mordía su labio inferior con cierto nerviosismo, ocultando la pequeña sonrisa que se le estaba por escapar de lo inquieta que se encontraba por toda la situación.

De alguna forma, se lo esperaba. Venia proyectando en su mente las cosas que Minho hacía cuando estaba solo, y que por supuesto lo hacía pensando en ella. Es decir, con la tensión mutua era imposible no imaginárselo.

Pero no sabía bien como comenzar con el mayor, que si bien el podía ser todo un descarado, memorizando tiempo pasado cuando salía con esa tal Jeanie y la andaba tocando como su vida dependiera de ello, no sabía bien como seria estando a solas.

Seguramente un salvaje.
Pensó apoyando apoyando ambas manos sobre el lavado, por último pasando una mano por el cristal para borrar la nubosidad que no le permitía ver su reflejo. Y ahí estaba ella, pensando descaradamente en como insinuarse al rubio y poder acabar con toda esa mierda de tensión que se venía sintiendo desde que se dio cuenta de que el la veía sin escrúpulos cuando ella se vestía a través del marco de su ventana.

Y es que mentía si decía que lo de dejar la ventana abierta y con las cortinas a un lado fue simple obra de su inocencia o ingenuidad. Porque no era así, si ella tenía bien en claro que desde siempre le interesó su vecino, desde que las hormonas empezaron a atacarla. Mucho antes de eso, cuando cumplió sus quince y lo vio mudarse y volverse su vecino, un cierto interés en los chicos creció en ella, y con ello su padre se encargó de mantenerla alejada del vecino.

Minho fue el primer chico que llamó su atención. El que consideró, por si decirlo, su primer amor platónico o tipo ideal, al que le dedicó varios gemidos en una de esas noches solitarias en la oscuridad y el silencio de su cuarto.

Ahora que tenía la certeza de que Minho sentía esa misma tensión que ella. Podía dar por hecho de que tenía la oportunidad al fin y al cabo, contradiciendo el pensamiento de que le caía mal al mayor o simplemente ella no era su tipo.

Salió del baño con un leve calor de sus mejillas, caminando con seguridad hacia la cocina. Totalmente decidida a terminar esas ganas que ambos se tenían hace ya tiempo cuando la noche cayera en Gimpo.

. . .

Dejó de hacer lo que anteriormente se encontraba haciendo en la cocina cuando escuchó unos pasos detrás de ella. Trató de ignorarlo, fingiendo estar más ocupada lavando los platos y los vasos que estar escuchando como algo metálico golpeaba continuamente la mesa. La mirada de Minho sobre su nuca le ponía los pelos de punta ahora, sintiendo que por un momento el sabía lo que había escuchado horas antes.

El rubio golpeó una vez más la moneda contra la superficie de mármol, como una manera de llamar su atención. Al no funcionar, se acercó guardando las manos en los bolsillos de sus pantalones deportivos. Lamiendo sus labios secos como acostumbraba hacer. Con los ojos bajando su subiendo, recorriendo la figura de la más baja.

____ sentía aquella presencia silenciosa detrás suya, pero como había decidido antes. Ella no iba a reaccionar primero, a menos que sus impulsos la traicionaran.

De repente, un escalofrío recorrió su espalda y parte de su nuca. Su boca se entreabrió ante la sorpresa del momento, soltando un gemido bajo que no logró callar del todo bien.

La respiración cálida de Minho golpeaba su oído, con calma pero con un sentimiento de calentura de por medio. Cosa que la menor supo apreciar cuando percibió la fuerza que ejercían sus manos sobre su cintura, haciéndola retroceder con su cadera pegada a la pelvis del mayor. Su mentón rozó su hombro, antes de subir y susurrar algo que la hizo temblar de nervios, ignorando por completo la calidez de su vientre que hacía presión con cada segundo que pasaba.

— ¿Que tanto escuchaste?































DIABLODIOMIO SE VIENE, SE VIENE, SE VIENEEEEEE!!!

DIABLODIOMIO SE VIENE, SE VIENE, SE VIENEEEEEE!!!

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