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Su mano empezó a cerrarse de a poco, soltando un quejido mientras volteaba  un poco su rostro por la luz que cebaba la posibilidad de ver la habitación en donde se encontraba. Parpadeaba múltiples veces para poder acostumbrarse a la poca luz, a medida que un dolor agudo se alojaba en la parte de su muñeca izquierda, la cual se encontraba vendada.

Quiso soltar un grito de la impotencia que le daba seguir respirando con sus propios pulmones, que su corazón siguiera latiendo como si nada, que su organismo siguiese funcionando correctamente.

Definitivamente eso le dolía mucho más que la cortada profunda que se había hecho en su muñeca, la cual seguía sanando.

La puerta se abrió, con un peculiar sonido de metal el cual la dejó un poco aturdida. Volvió a voltear su rostro un poco para poder ver de quien se trataba, de donde venía el sonido y que había traído consigo el aroma a comida recién preparada.

— ¿_____? —Su voz un tanto ronca la hizo forzar su vista para poder enfocar  sus ojos en la silueta de esa persona. Seguía sin acostumbrarse del todo a la poca luz que había en la habitación.

Reconoció la voz de Jeongin, sin duda era el quien entró a la habitación. Acompañado de una bandeja de metal con un plato de cerámica y una botella de agua mineral. Mientras el se apresuraba a dejar las cosas en la mesa de noche, observó con cierta preocupación a la menor, notando sus ojos un tanto brillosos, al igual que una fina capa de sudor la cual cubría gran parte de su piel.

— Hey, ¿como te encuentras? —Preguntó ocupando un pequeño lugar en el borde de la cama, observando como la menor pasaba su mano por sus ojos múltiples veces. Tratando de aclarar un poco su visión y alejar la picazón que rodeaba sus ojos.

Su mano pálida y temblorosa tocó la frente de la menor, percatándose de la fiebre que empezaba a emerger. Soltó un suave suspiro y le dijo que volverá unos segundos, antes de levantarse y caminar al baño a buscar un paño y algo de agua fría.

Todo mientras la menor empezaba a recordar todos los sucesos de esa horrible noche.

Aún sentía sus manos sobre su piel. Podía reproducir esa asquerosa voz hablando en su oído como si fuera una cinta corrupta... como su sangre había salpicado en su rostro. Como sus manos estaban sucias a pesar de no tener una gota de sangre ahora.

____ se sentía sucia sin estarlo realmente. Se sentía culpable a pesar de que ella no debería de cargar con ningún tipo de condena.

Jeongin volvió a los pocos segundos, con el paño en una pequeña vasija en donde el agua fría lograría bajar de a poco la fiebre que la menor poseía. Pero al regresar, notó las lágrimas que caían como cascadas desde los ojos de la menor, todo mientras soltaba pequeños hipidos tratando de controlar su llanto.

El mayor solo se acercó y se sentó a su lado nuevamente, colocando el paño en la frente de la menor con cuidado. Por último secando sus lágrimas con cuidado y cariño.

— Te sentirás bien — Casi había sonado como una promesa. Pero Jeongin no podía asegurar semejante cosa, mientras que la menor solo seguía sintiendo todo su cuerpo corrompido de la peor forma.

El mayor quitó el paño de su frente lentamente, volviendo a colocarlo dentro de la vasija donde lo vio volvió a remojar.

— ¿Q-Que me hiciste? —Susurros casi inaudible, haciendo que Jeongin dejara de mojar el paño en la vasija para poder mirarla sorprendido y a su vez un tanto aturdido.

— ____ —La nombró después de varios segundos analizando la pregunta de la contraria. Creyendo por segundos que una posible amnesia estaba atacando la memoria de la menor —Yo no te hice nada.

____ soltó un sollozo a medida que se iba sentando mejor en la cama, mientras trataba de controlar los leves hipidos que salían de su boca.

— N-No debería e-estar aquí... —Dijo con un poco de dificultad. Observando su alrededor con un leve temblor que recorría su espalda, volviendo a mirar fijamente los ojos del pálido quien sintió como un dolor se alojaba en su pecho al escucharla decir lo siguiente —Yo tendría que estar muerta.

Jeongin no quiso decir nada al respecto. Se propuso a tratar de volver a colocar el paño en la frente de la castaña, pero esta no lo dejó, tomando su muñeca débilmente y tratando de alejarla de su rostro. 

— ¿Por qué lo hiciste? —Cuestionó. Su voz era quebradiza, era lastimera para el mayor quien pedía a gritos que dejara de decir tales cosas.

— ____, yo... —Dejó de hacer el esfuerzo por evadir el tema. El solo quería hacerla sentir bien, pero así no podía, viendo sus ojos llenos de lágrimas las cuales caían a montones —No soportaría el hecho de perderte, no a ti.

La menor tragó saliva y miró a otra parte que no fuera el rostro de Jeongin.

— Fui fuerte —Dijo de repente. Captando la atención del peli negro.

— ¿Qué?

_____ volvió a mirarlo, con los párpados pesándole a medida que pasaba en todas y cada una de las desgracias que pasaron por su vida. Ni siquiera ella sabía bien qué ocurría en su cabeza, solo sabía que no estaba bien y que necesitaba de urgencia soltarlo de una buena vez.

— Lo fui cuando mi madre murió —Susurró con la voz un tanto tomada por el dolor de garganta —Lo fui cuando Seungmin se fue de la casa...

Eso último hizo que Jeongin apretara los puños y la mirara con los ojos cristalizados.

— Basta...

— Fui fuerte cuando mi padre me golpeaba, cuando me insultaba, cuando me obligaba a quedarme en casa encerrada... —Sus ojos dejaron unas cuentas lágrimas al decir aquello, algo que nunca se había atrevido a decir, hasta ahora —Días y días sin poder ver la luz del sol...

Jeongin no supo en qué momento dejó caer la primera lágrima. Pero lo hizo, dejándola caer desde su mejilla hasta la sábana que arropaba la mitad del cuerpo de la menor.

— Fui fuerte cuando decidí salir a la calle, para pagar la hipoteca —Soltó aquello con cierta vergüenza y pena, pero las lágrimas no dejaban de ver claramente ese sentimiento — Toleré los golpes, las caídas, los insultos... la muerte del único recuerdo vivo de mi madre.

Toleré el dolor de mi corazón parido en dos, al darme cuenta que el chico que me gustaba solo me utilizó y terminó por destrozarme. Aunque sé que en parte la culpa es mía, a pesar de que yo fui quien empezó todo...

Soporté al sentir las asquerosas manos de un tipo sobre mi cuerpo, permitiendo que me besara como única alternativa posible de que me soltara y así poder salir de ahí... de poder matarlo.

Soporté todo eso yo sola... ¿Y aún así crees que yo deseé seguir respirando?

Jeongin no supo aguantar más. Salió de ahí con el pecho comprimido, hecho trizas.

Con los ojos empañados, llenos de lágrimas las cuales no querían parar de bajar por sus mejillas. Se dejó caer al suelo con la espalda contra la pared, tratando de secar sus ojos con desesperación al escuchar los pasos de la persona que terminaría por ayudar a la menor de una buena vez por todas.

Para que recuperara su salud mental...

Sus ojos nublados por las lágrimas no lo dejaron ver con claridad el rostro de la doctora Sunseok, quien llegaba por el pedido del mismo peli negro quien ahora trataba de parar de alguna forma esas lágrimas.

— Ella... —Trató de explicarle —Ella está ahí dentro — Movió su cabeza a un costado para darle la indicación de a donde debía ir.

La mujer de unos treinta años asintió con una mueca, preparándose para adentrarse a aquella habitación y tratar de ser la guía en el tormento en el que se había perdido ______.

Jeongin confiaba en ella. Después de todo, era la mejor psicóloga que conocía.

Solo serían tres meses de tratamiento.

Solo tres meses.

BODY┃LEE MINHO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora