📘 Capítulo 2 | Hermano Problema

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MEINDERT





—¿Quién es? ¿Meindert..? —Escuché en lo lejano interrogaciones. Estaba consciente, pero aun así me era imposible abrir los ojos.

Solté un suspiro.

Era pesado recobrar el sentido.

Esas pastillas no fueron suficientes.

Unos pasos se acercaron hasta donde la bañera. Una sombra se hizo visible en la cortina. Antes, había cerrado la puerta tras de sí. Perdido y sin alternativa, me hice bulto con la cobija. Haría esfuerzo por conciliar el sueño otra vez.

—¿Meindert?

Fue un gusto volver a escucharlo. ¡No cuanto lo necesitaba desde hace días! Abracé a Theo como a un niño indefenso, pero sin soltar a llorar, o eso creí.

—¿Sucede algo? —preguntó extrañado, a lo que negué—. Tuvimos que forzar la cerradura. Creí que era un defecto de la chapa, pero te encontré aquí. ¿Son otra vez las pesadillas?

—¡No soy un niño! —protesto cruzado de brazos—. No tienes porqué tratarme como tal.

—Esta bien, esta bien... ¿Y Vincent?

—¿Por qué mejor no vamos a desayunar? Después de todo lo mereces.

—Es verdad, el viaje me ha dejado exhausto. ¿Puedes ir con él para avisarle?

—Lo siento, debo ayudar con la mesa.

—Como prefieras.

Salgo acompañado de su brazo. Tenerlo cerca era un gran apoyo debido al calambre de mis piernas por culpa de esa mala postura en la bañera, pero tampoco podía negar la paz que causaba su venida. Nos detenemos en la sala. Observo que los demás esperaban con calma su turno al baño, a excepción de Mandrú. Se le notaba impaciente, mirando el periódico y dirigiéndonos una mirada colérica. No se reprimió en dar su opinión como solía hacer en contra de nuestras acciones.

Va de nuevo.

—Papá debería saber la situación y así nos permita tener privilegio de otro baño. Ya bastante soporto sus errores y menos lo esperaba de ti, Meindert. ¿Y Vincent?

—De eso me encargo yo —responde Theo.

—¿Para qué? Debes entender que es un hombre y no un niño a quien mimas —dicho esto, se levantó del sillón para tomar un rollo de papel y salir fuera—. Es que no me cabe en la cabeza que los dos se comporten como unos inmaduros.

—Te prometo que no lo son —afirmó para igual retirarse.

No tuve valor para dar disculpas. Por primera vez estaba de acuerdo con Mandrú. Ese no era un buen comportamiento, empero, mis hermanos lo sobrellevaban. Estaban para mí como un paño de lágrimas y la situación lucía menos bochornosa... aunque no era correcto que hace una semana me quedara a dormir ahí. Era necesidad vital levantarme a eso de las 11, pero no común terminar durmiendo en el mismo.

La cocinera, algo encarada, sirvió el desayuno. Con ver el plato no evitamos hacer un gesto desagradable, el de día tras día. Los demás solo la jugaron. Con casi dos horas de hervor se sabía que no era gran cosa. Miré a la puerta. Aún no aparecía Theo. Nervioso, me animé a probarla y no devolver al instante. Por lo tanto, para no levantar sospecha, fingimos aplaudir a la cocinera para después beber café y tomar el pan

Mandrú hizo igual pese a ser muy conformista.

Alguien corrió la cortina. Era Theo dando soporte a aquel borracho. No demoró Mandrú en verlo de reojo, desbordando ira. A pesar que en las comidas me había acostumbrado al silencio, el momento pareció de lo más incómodo.

Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora