VINCENT
—¿Qué sucedió con Meindert antes de el accidente de Margarito?
—Es confidencial lo que cada uno de ustedes me confiesa, a excepción que deseen compartirlo.
—Meindert descansa en paz, en cambio yo sigo respirando por él...
—¿Todo el origen de la discusión es por esta pregunta en especial?
—¿Y por qué los antidepresivos? Él no era el mismo desde ese entonces, y no, no acepto que la respuesta sea la misma. Lo conozco desde siempre, un ser humano inquebrantable, aventurero, sensible... Sé que hubo un motivo muy grave para hacerlo cambiar.
—Te cedo la razón. Hubo un antes que lo volvió agresivo y retraído. ¿Y por qué dormía en la bañera? Más que gusto, era necesidad... Una necesidad producida por ser víctima de abuso sexual, que lo obligó a pensar en colgarse a un árbol. Tuve suerte de impedirlo; darle orientación e intentar lo que estaba a mi alcance.
»Fuimos juntos al psicólogo e inició el tratamiento con los antidepresivos. Terminó lo prescrito y parecía estar recuperado... lo que nunca imaginé es que tuviera otra recaída, y en vez de consultar conmigo para hallar otra solución, lo hizo por su cuenta... En conclusión, no es culpa de nadie sino suya, por ignorar las señales de advertencia.
Jamás lo hubiera tratado de besar a la fuerza, sino comprender la situación que vivía. Estar ahí para él. Fue un rotundo error cuando traté de llevarlo a mi habitación... Borracho uno comete incoherencias, y si, si recuerdo lo que pasó ese día. No puedo mentir diciendo lo contrario. Sin querer hice que cobrara fuerza ese espanto.
Estúpido, estúpido...
Tuve que ser lento, dejando la prisa de los encuentros pasionales. ¡Pobre de mi Meindert! ¿Por qué no me lo dijo en el proceso de su enfermedad? ¿Qué impidió que lo hiciera? Siempre iba a tener el mismo amor, sin importar nuestras heridas... Ahora quisiera sanar la suya, cosa que no iba suceder porque ya no vive entre nosotros.
—¿Abriste la caja?
—Compruébalo tú mismo —digo.
Desde que fuimos acogidos por la familia Crin, jamás hubo día que pasáramos hambre y frío. Nunca faltaron los problemas, pero no tan esencial como el pan en la mesa. Siempre usando ropas limpias y zapatos brillantes... Las miradas de desprecio y murmullos, desaparecidos... ¿Y a qué precio? No envejecer.
¿Había sido injusto con Theo?
Aunque por segunda ocasión no descubrí el paradero de Lars, solo obtuve que de nuevo la hermandad se partiera a la mitad, ignorándose los unos con otros. Esa era mi ganancia, por sembrar duda... Y con semejante desastre buscaba darme ánimos. Mi cuarto estaba hecho un desorden. Y yo era uno, en la cama.
¿Cuánto podré soportar?
... Tres meses a su muerte acababa de cumplir. Las rosas fueron trasplantadas en el invernadero. Se hizo una pequeña ceremonia. Las cenizas fueron a parar con la tierra... Su voluntad fue cumplida, tal cual pidió, junto a una melodía ofrecida por el violín de Josh... Ahora era uno mismo con la naturaleza, y se va a mantener vivo en cada rosa.
Salí un par de veces a tocar el violoncello en David Lam, y al abrir los ojos, encontraba una multitud, dispuesta a todo por seguir escuchando mis melodías... En el estuche dejan depositado el dinero, que observo con amargura. Yo no lo quiero. Lo que en verdad necesito ya no está conmigo. Apuesto que Meindert lo hubiera tomado de agrado.
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Symphony [Gay]
Romance#IMAGINARIOS 0 Con el arribo del hermano problemático, Meindert comienza a perder serenidad. Le incómoda la idea de poder dormir bajo el mismo techo y compartir la mesa... ¿Pero, cuál es el motivo? ¿Por qué siente necesidad de fumar más de lo habitu...