🥀 Capítulo 65 | Castigo

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VINCENT





Anoche soñé con Suiza.

Lo primero es que caminaba en la plaza. Me pareció muy familiar y comprendí que estaba en pleno Zurich. Entre más andaba, más alejado iba de la ciudad y cada vez cerca del campo... A esta velocidad pude ir a Amsterdam, y se debe a que los sueños ignoran tiempo y espacio.

El sol apenas dejaba verse... Estaba amaneciendo y en ese punto era bastante rojizo. No iba caminando sin dirección, como suele sucederme, sino hacia mi cabaña. Con ese único pensamiento. Era apenas creíble que no trajera bastón ni prótesis conmigo... Me sentía... completo. La caminata... ligera. Tan bonitos colores.

Las hojas esmeraldas y los jardines brillantes... Respiré profundo, llenando de aquel frescor mis pulmones. No cabía la tristeza en mi pecho. Ya ni siquiera sabía lo que era llorar de dolor... Al costado del camino diviso a un hombre. Llama con pitidos a las vacas... Quería yo llegar a casa y sentarme a descansar en el sillón de piel.

Turistas.

—Se supone que la casualidad es nuestra maldición... es lo que dicen por ahí.

Nadie alrededor, a excepción de que hablara consigo.

Cualquier otro, pero... Meindert. ¡Imposible! Aunque eran las mismas palabras con que se refería a los dos... Hermoso fuera si me estuviera esperando de toda la vida... pero parece que exageré. Y al tenerlo enfrente no estaría seguro de abrazar al Meindert actual o al rencoroso de hace tiempo atrás... Necesito pensar en otra cosa.

El hombre se acerca al riachuelo que cruza el campo. Recoge una piedrecita y la lanza al agua.

—¿No te provoca gusto volver a verme?

¿Por qué la pregunta?

¿Se nota sin siquiera verme a la cara?

—Llevo prisa.

—Todos me dieron la bienvenida, a excepción del último... ¿Tan pronto te olvidaste de este engreído?

Su fallecimiento me hizo sufrir y no iba a ponerlo a discusión, por eso quise ignorarlo al principio, aunque era inevitable... Y porque arruinar el momento si parecía sereno, sin rastro de aquella terrible destrucción física... Su tez y ojos volvieron a ser los mismos. Con el sol encima le brillaba el pelo y la sonrisa.

—Te ves... maravilloso.

No pude quedarme en silencio. El momento amerita que estemos dichosos por reencontrarnos... ¡Por supuesto que me provocó gusto volver a verlo! Ver a la persona que amo... Tuve miedo de no recordar cómo era cuando estaba vivo, del tono de voz, gestos...

—Este sueño no estaría completo sin ti en él —confiesa.

—Aparte de gusto, vas a provocar que llore.

—Que esas lágrimas no sean motivo de tristeza.

El azul de sus pupilas, tan tenues y mansos. Reconozco que tengo al Meindert que perdí... Ya necesitaba escucharlo, tenerlo cerca por unos instantes, saber dónde se encontraba... Tan raro hallarlo en tierras suizas, aún cuando él mismo detestaba el lugar... o solo era producto de mi sueño. La imaginación pudo intervenir en ello.

—Hay muchas razones por las que vivir.

Cuando iba apenas a abrir la boca para contestarle, el sueño se extingue. Esfuma. Desperté con la molestia de no desaparecer las dudas... Lo que hice después es ir a su habitación a toda marcha. Salgo disparado que olvidé enganchar la prótesis y requerí la ayuda del bastón. Ya ni siquiera me importó lo estresante que puede ser para mi.

—¿Incontables razones por vivir... y por qué te dejaste vencer fácil? ¿Acaso no fui suficiente motivo para tu lucha?

Se lo grité a las paredes... Tumbo del buró la lámpara de noche. Con ella sale despedida el cuaderno. Por accidente encuentro dibujos inéditos, nada que haya visto antes, dibujos de dos pequeñas. Al examinar entiendo el deseo de Meindert, el de ser padre. No puedo evitar acariciar sus rostros, regalar un beso a cada una...

Por supuesto que tenía varias razones... el único impedimento que las matara es el colapso de su cuerpo. Soy detestable en venir a reprocharle esa falta de voluntad... A dónde reposa ya no puede defenderse. Mi sueño de esta mañana es la prueba de que descansa en paz... Lo que menos podía hacer era mantener ese deseo, evitar que muriera junto a él.

Desde ahora vivirá conmigo.

Luego de acomodar mi desastre, recordé que debía dirigirme a la ubicación escrita entre esas hojas... Meindert lo pospuso cuando llegara ese momento adecuado, cuando nos hubiéramos instalado en Francia. Ese sería nuestro punto de partida para derrocar a los Cross y proteger a la gente que tanto le causaron daño.

Pero no tengo tiempo de ir a París y seguir de acuerdo al plan...

Para cuando vuelva, Richard habrá encontrado a Joseph, y quién sabe que atrocidades guarde para él...

La operación Vindert debe continuar.

Esperé hasta la hora de la siesta para no tener que soportar la intromisión de Theo... Este Joseph vivía al sur de la ciudad, y si fuera a otro país ya hubiera emprendido el vuelo... Rentaba un local y ahí vendía toda clase de comestibles. Estaba ausente. Le pregunté por él a la mujer que atendía el negocio. No volvería sino hasta después.

Parque David Lam.

Yo no conocía el parque en su totalidad, pero valió la pena ir buscando con la mirada. Aunque no era Suiza, ni Meindert a quién buscaba, tuve la sensación de entretenimiento... Y allí, parado cerca del tobogán y la resbaladilla, atento a lo que hacía una infante, Joseph... ¡Enhorabuena por la búsqueda!

Por lo menos un buen sitio para platicar.

Estatura baja, nariz aguileña... Es extraño el gran parecido a mi hermano, Margarito, a excepción de una verruga en la parte derecha de la nariz y ropa a colores. Con tal parecido no me costó trabajo platicarle, no obstante, era reservado... Había olvidado que trataba con un desconocido y debía construir esa supuesta confianza.

Compartió habitación conmigo en el orfanato, y solo por curiosidad quería saber que fue de su vida después de haber escapado... Mentiras, mentiras... Suelta asustado que ya había acabado de pagar la deuda con Ramsés. Lo tranquilizo. Respondo que no tiene que temer, no llevo conexión con el tipo.

—¿Y cómo dices que es tu nombre?

—Andrew.

Da detalles de su vida como padre, ignorando la razón que lo condujo a escapar del orfanato... El único pesar que me entero es el problema con la madre de su hija. Jamás llevaron una buena relación. Vivía en constante guerra... El motivo: ella esperaba mucho de él como hombre... Necesitaba que le cumpliera con un beso, afecto, deseo...

—¿Y frecuentas el parque?

—A la misma hora.

Despido a la niña con un caramelo. No dudo que lo visitaré en este parque para conocernos. Imagino que Margarito sería igual o mejor que este hombre, entregado a su hijo... aunque un mal esposo por descuidar la llama pasional del matrimonio. Un divorcio le caería de perlas, o solo de ayuda profesional.

Conozco a parejas que se quedan juntas por los niños... y Joseph es uno de esos.








Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora