📘 Capítulo 20 | Equivocado

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MEINDERT





Magno anda en lo correcto.

Por eso estamos a tutela, por inmaduros y carentes de raciocinio... Sobretodo yo, que estuve a punto de cometer una tentativa de asesinato.

El dolor abdominal ocurrió otra vez, espantosa en la mañana, a eso le añado la hambre y la sed. No suelo quejarme y resistí hasta quedar dormido. Tanto fue el dolor que desperté a las 9 de la noche, con una leve molestia en el cuello.

Soñar pesadillas no deja nada bueno y menos en realizar malas acciones.

Yo lo quería dejar sin vida. ¿Qué clase de sujeto soy? Olvidé los gratos momentos que tuvimos y que me defendió de papá. Cuando procuró mis heridas y dolencias. Con esto queda claro que estoy fuera de la hermandad.

Las pastillas engañan. Hace cinco años que ni siquiera despierto en armonía. Solo disfruto de dibujar, holgazanear, pensar de más... Lamento perder los estribos, pero es Vincent quién me recuerda esa vergonzosa preferencia sexual. Por culpa de ese sentimiento indebido es que no encuentro paz. Por su culpa empiezo a sentir ese cosquilleo en el cuello.

¡Quisiera enseñarle de una vez los rasgos del misterioso hombre! Empacar y pisar tierras Suizas. Ganar la confianza de Magno y buscar una esposa que me cautive con las melodías de un instrumento. Que el pelo le brille y viajemos de un lugar para otro en una casa rodante. Quizás, pida un hijo, del que voy a estar en desacuerdo. Me llamará gay a su antojo, por despecho, y firmaremos el divorcio. Ya Magno buscará entre miles la indicada y yo saldré fracasando...

Igual como él.

Tuve la tonta manía de buscar en los zapatos cualquier cosa, que por supuesto hallé en otra parte, debajo de la puerta. La anterior era triste y esperaba que esta fuera menos que eso. Además, ¿por qué leería las cartas de un enemigo? ¿Qué ganaba explicando el terrible accidente? Se supone que soy la persona que debe evitar y viceversa... Las cartas son como un diario. Es personal y puede tratar de asuntos delicados.

V dio inicio a la guerra y era responsable de terminarla... aunque no exponiéndose de esa manera.

5 de Abril 1999

Este lugar es solitario y enorme, ojalá lo fueran las habitaciones. He sido puesto a cuatro paredes, con barrotes en la ventana y sin muebles. Al fin puedo sentir la claustrofobia de ese canario que tuve.

El silencio es mi compañero y los sueños sirven de consuelo para sobrevivir... o ese golpe en la mejilla. Después de la cuarentena y evaluar un examen de comportamiento, ya me permiten salir al patio. Por mi caso, estoy obligado a convivir con mujeres. Tengo el placer de conocer a Mónica, una chica amigable y reservada. También buscaba con quién charlar, sin pretender un enamoramiento. Cómo anillo al dedo.

Estoy acostumbrado a la hermandad, a convivir con varones, es lo que quieren que crea. Dicen que eso me tiene confundido. Que debo mirar con detenimiento los atributos de una hembra para desatar mi hombría... Tal vez tengan razón.

Soy una pieza que encaja para una mujer...

Acaba a medias la conclusión. Parece no estar conforme a lo dictado. Es extraño porque pensé lo mismo de mí hace mucho. Creciendo con varones, sin una figura materna... no obstante, tampoco dejé de conocer a las mujeres. Grandes, pequeñas, frágiles, dominantes... Teniendo variedad de catálogo, pero ninguna logró encender la llama. Es que no buscaba cópula, ni piernas o pechos exuberantes, sino ese fiel compañero... Estuve seguro de tenerlo cerca y, si no fuera, de buscar algo similar.

Luke no está a la altura de lo imaginado.

La dejo en el cajón y salgo de Stanley. Esta vez no son por rabietas, sino me dirijo al bar que frecuenta el segundo sujeto. Después de padecer la golpiza, dice lo mismo que el primero. Tiempo perdido, aunque de gran ayuda para el estrés, porque amanecí renovado por la mañana. Cuando tuve a V de frente, le ayudé a levantar la tetera al tiempo que lamentaba haberle causado daño.

En sus ojos había sorpresa, agradecimiento. Confesó que le hubiera gustado seguir con la mentira para obtener mi generosidad, pues no era él la víctima, sino Theo. Deja que lo toque, pellizque. Voy a pedir misericordia... pero será después, debido a su ausencia. El brazo estaba intacto y no pude creer en lo que aseguraban. Poco caso le prestaba Theo a la herida, a pesar de las puntadas sin anestesia. Era de esperar, porque nunca se le ve llorar o lamentarse.

Estuve de acuerdo. Yo ya estaba perdonado y faltaba hacerlo conmigo mismo. Prometer que no volverá a pasar. Cerrando los ojos repetí lo anterior. Imaginé la presencia de Theo, su mirada de consideración, la palmada en la espalda... aunque viéndolo bien, era Vincent. No lo pensé venir ni quise, pero tampoco era correcto hacerle a un lado después de... La mejor opción es hacer las paces para remendar el error.

—Está mejor guardado en tus manos —dice, metiendo la mano en el bolsillo de mi traje. Con solo palpar reconozco que será otra carta—. ¿Tienes idea de lo que podrías estar haciendo después de diez años?

Se asemeja a la pregunta que formulé en el muelle.

—Tal parece en Suiza, debido a mi pésimo comportamiento... ¿Qué tal tú?

—Recorriendo el mundo de una zancada.

—Pues adelanto las felicitaciones.

—¡Pasado diez años seremos libres, niño!

—Te equivocaste en seremos.

—Tampoco lo entendía, pero viniendo por boca de Theo es una buena nueva.

—¿Y los demás ya saben?

—Desde luego.

La declaración suena extraña y poco veraz.

Magno era principal en la idea y Theo solo daba eco... pero tenía cuidado con noticias sospechosas. Él no iría porque sí a darnos falsas esperanzas cuando prometió devolver lo perdido. Estaba cumpliendo ese deber junto a una herida de navaja, sin embargo, peor es la culpa que corrompe al responsable, osea yo.

Por supuesto que esperaba la noticia, aunque no en el momento menos indicado.

"Todo va a estar bien", diría Theo.

—Gracias por hacerme recapacitar.

—Lo haré si me perdonas el haberme comportado como Magno.

—Lo que pasaste en Suiza deja claro el porqué.

—¡Oh, las leíste!








Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora