🎻 Capítulo 57 | Sinfonía para Dos

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VINCENT




Me hubiera encantado tener a alguien como Meindert al cuidado de mi pierna, presente en las terapias y recaídas... pero ahora estoy en la otra cara de la moneda, donde soy testigo de sus pisadas y lo aliento a seguir. Este desánimo puede suceder a pesar del gran apoyo que reciba. Solo un motivo sería capaz de levantarlo del polvo.

Y mientras lo busca, asi como Magno a Luke, le ayudo a asistirlo. Sea para tallarle la espalda y componer los botones de su camisa. Él se esfuerza en lo demás, sin excederse, por supuesto. Comprende la situación y lo hace sin poner resistencia. Es bueno que mantenga la armonía, porque no somos enemigos ni nada que se le parezca.

Solo queremos paz y eso es lo que tenemos en común.

Y para mantener esa armonía, he dedicado a pulir y tocar el violoncello, por petición. No quedaba más que hacer en invierno. Entre ver televisión, Meindert prefirió el instrumento. Ya había dejado de lado mi voz interior, debido a que compartía las penas, porque no tenía razón para llorar... Tocaba solo para complacerlo, con melodías dulces, serenas... entre ellas, "Himno a la alegría."

Decía que se imaginaba un escenario diferente en cada canción, que terminaba por dibujarlo. Tomaba pausas para seguir plasmando lo que le viniese en gana, aunque le saliera una lesión en los dedos de tanto hacerlo... Procuré que tomara calma, que hay un mañana para todo, no obstante, en su gesto mostraba inconformidad.

Y transcurrió normal... sino fuera por su culpa... La de Luke por no aparecer o la mía por negarme a marchar... Dolió que me confesara el amor que sentía, aún cuando yo esperé toda mi vida por esa señal... Y no me da emoción. Fue impulsado por la enfermedad y sin ella nunca lo hubiera sacado a relucir... ¡Basta de juegos! ¿Por qué ahora que me voy?

¡Es por el bien de los dos!

Estaba hecho una fiera cuando fui sacado de la habitación. No dejaba de maldecir y como pudieron me vendaron la mano. Continúe dándome golpes al pecho y dos hermanos conteniendo mis brazos... y llegué al punto del cansancio. De sentir ardor en el borde de los ojos, a causa de llorar desconsolado. Las extremidades pesadas como plomo, dando por ganador al sueño.

La anestesia, la tristeza, se pasó con las horas y poco quería maldecir, al contrario, arrepentido del impulso. Si nadie me hubiera detenido, mi pobre mano hubiera quedado como carne molida. Algunos huesos rotos y lesiones difíciles de curar con la diabetes. Soy ciego ante el enojo y repito: razón y amor no hacen buenas migas.

Magno llega a regañarme. Le conté, mentí, que estaba molesto con la vida, por interferir mal en Meindert... pero no no hubo pelea y agresión, solo pegué por accidente a la pared. Recalca que es por eso mismo que voy también a enfermar, sin embargo, le contesto que no. Discutimos. Me prohíbe verlo y advierte sacarme a patadas si trato de llevarle la contraria.

Necio... ¡Terco!

Y tiene razón, todavía soy frágil para soportar la etapa. Lo único bueno que puedo hacer es agonizar lejos de casa. Que en mi ausencia encuentre el coraje que tanto le hace falta... No sé porque se niega a Luke. Tan malo no puede ser... ¿A quién quiero mentir? Bien sabemos que aquel misterioso hombre soy... o Meindert tratando de resignarse conmigo.

Soy motivo de su arte y podré dormir tranquilo desde este punto.

Un mes, para ser exacto un 18 de Febrero, me atreví a asomar la nariz en su recámara. Era todo o nada, aprovechando que papá se había ido a Portugal. Meindert dejó el lápiz sobre la mesa para atenderme. Se veía muy interesado en mi persona... Yo quería estar asi, toda la vida, envuelto en su ternura y atención... No obstante, he venido a una última visita. No tiene que tomar mucho.

Odio las despedidas.

—Antes de ser hermanos somos amigos y es un afecto inquebrantable, difícil de aceptar, a fin de cuentas. Ha sido un placer volver a vernos, después de la tormenta... Termina la vida como es debido, como quisieras... ¿A quién le importarán tus decisiones? La hermandad nos tiene en su memoria y basta. ¿Quiénes son los de afuera para juzgar? —Meindert tomó la palabra. Yo no supe cómo terminar.

En su lugar hubiera dicho lo mismo.

Volvió a casa con un cambio drástico en cuanto nos reunimos al coma de Margarito. Se le notaba reservado, sin esa chispa, sin energía para salir a la calle... ¿Qué le habría sucedido cuando nos separamos? ¿Por qué ese repentino humor? Pareciera distante, grosero que no quisiera pasar tiempo conmigo... ¡Prefiriendo mil veces el encierro!

Gustaba de la vida nocturna a pasar la herida de Giuseppe... Sobrellevando el proceso con un buen trago. Decidí preguntar que le pasó en el tiempo que no nos vimos. Solo respondía a la defensiva. Se le olvidó que éramos confidentes y nos importaba el bienestar del otro... Ni siquiera Theo pudo ayudarme. Necesitaba decirle mi tropiezo con el amor y escuchar sus aventuras...

Desventuras.

Entonces, ocurre el mareo.

Ruega que me acueste, que la cama es muy ancha, que necesito desconexión... Ocupo su lado, con los pies fuera para no ensuciar las cobijas. Cuando cierro los ojos, es justo cuando siento la prisión de su brazo, el calor de su respiración en mi cuello, cual si tuviera una fiera al borde de devorarme... Una sensación placentera, armoniosa, que va descendiendo mi taquicardia y elevando los niveles de dopamina.

En vez de romperme, recoges las piezas.

—¿Cómo te sientes? —susurra.

¿Debo voltear por si acaso?

No creo soportar su mirada melosa como tampoco la agonía con la prohibición... No consigo mantener la regla y viene el tropiezo con nuestras narices. Es terrible y maravilloso que acabemos así... ¿Qué si puedo esperar a probar su boca de granada..? No. Es tan encantador cuando sonríe entre cada beso...

¿Qué hago si mi cuerpo está diseñado para una mujer y mi alma se siente atraída por ti?

Me levanto deprisa, con la camisa desabrochada. Estoy avergonzado. Tengo pena, no de mis ideas, sino de mi poca desnudez... Demasiada. La cabeza se me calentó de más. Es que cuando estoy excitado entro en bochorno, me desvisto sin miramientos... Es una especie de sedante a mis dolencias... Meindert sugiere que pase la noche ahí.

—Mi habitación está a treinta pasos de la tuya.

—Cómo prefieras.

¿Y si entran?

Vuelvo a tomar el respectivo lugar. Caigo rendido en la almohada. Ya quiero ver a papá sacándome a patadas. Meindert tampoco ayuda, es persistente con los besos, es quién abre mis piernas, sigue con la cremallera, para tomar de rehén a mi frágil erección... Alguno de nuestros hermanos pueden descubrirnos... Se lo digo, pero continúa sin temor, echando leños al fuego.

Acabaré en la peor de las vergüenzas al contarle el problema que lidio, la impotencia... pero ocurre la magia, pues cada que desliza su mano, este empieza a levantarse, en una especie de resurrección... Pierde terreno aquella impotencia. Ya no sangro como otras veces. Estoy lubricado más de lo normal... Mi cuerpo lo permite, le corresponde.

Meindert... Meindert... Meindert

Juguetea, pellizca, jala... El bochorno va subiendo a la cabeza y pretendo contener los jadeos... Le gusta perderme entre sensaciones, disfruta hacerme sufrir y sudar... Sabe despertar mi libido porque lo amo tanto como lo nombro... Nunca borré recuerdo de nuestros encuentros afectivos y pasionales. Los atesoro.

Y entonces, terminé de eyacular como nunca pensé volver a hacerlo... Estaba con gusto de haber acabado como es normal en uno, cuando dejas escapar lo que debes, en una exhalación profunda... Meindert estaba sobre mi, rozando por último nuestras narices, con su mano recorriendo el muslo de la pierna amputada, para luego echarse a escuchar los latidos de mi pecho.

No tengo palabras para agradecer lo bien que me hace su amor y no darse por vencido tan fácil... Le da sabor al placer y acaba con mi cuerpo, hasta hacerlo polvo... Despeina mi cabello y mis ideas... Causa alboroto en mis sentimientos... ¿Quién haría lo mismo que me provoca? Sacudirme a la intensidad de un terremoto. Calentarme como a pleno sol en verano. ¿Quién?

No puedo evitar enamorarme de ti.







Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora