🎻 Capítulo 19 | Heridas

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VINCENT





—Aclaremos de una vez.

Lo sorprendo en la oficina, sin dar advertencia.

—Estoy dispuesto a responder cualquier inconveniente antes del desayuno —dice, volteando de la silla y echando un vistazo rápido a su reloj de bolsillo.

—Meindert estuvo aquí mismo, hay testigos que lo confirman... ¿Tiene algo que ver el dibujo?

—Golpeó con fuerza la pared, sin medida.

—¿Y solo por eso pretendió acuchillarme?

—Seré preciso... —Con un dedo señala la mesa—. He descifrado el dibujo.

La sonrisa se me escapa.

—¿Qué misterio puede esconder?

—Esa misma despreocupación arrastró al internado a un hombre testarudo hace años, te recuerdo.

—Juzgas sin conocer.

—Magno es el juez que rige aquí, quieras o no.

—¿Y de qué lado estás abogando?

—¿Y a mí quién me asegura que dentro de diez años seguirá manteniendo Meindert el secreto?

—Yo.

—Seamos adultos por una vez... Observemos nuestra realidad... El amor a despojado al hijo de Margarito, destruido a nuestro padre, nos ha convertido temerosos... El amor va a despertar y en cualquier oportunidad Meindert va a escapar de esta prisión... —declara—. Cuando Magno se entere, nosotros pagaremos ese error con una condena de cien años.

—Meindert lo ha mantenido intacto desde adolescente.

—El amor nos hace imparables... Cuando ponga fin y rostro a ese que ama, quiero ser el primero en enterarme... pero no adelantemos los hechos —levanta la hoja. La tomo con manos sudorosas—. Por ahora, procura que sea inadvertido hasta que recuperemos libertad. ¿Alguna duda que quieras añadir?

No digo nada más.

La hermandad sale impaciente a mi encuentro, cuando estoy en el pasillo. Les comunico que estoy mejor que nunca. Sin un rasguño. Después de haber sido malagradecido, cuando fui golpeado por esos sujetos, ahora esa atención me daba gusto. Sentimiento.

—¿Quieres que hablemos con Meindert? —Patrick pregunta.

—No, necesita descansar —recomiendo—. No nos esperen en la mesa.

Theo, sentado al borde de la cama, iba soportando el dolor. Philip acababa de vendar y coserlo. 17 puntadas. Se entendía con cuánta saña Meindert descargó el puñal... Aunque, Theo era culpable de ponerse como trinchera, porque yo tengo entendido cómo acaban los supuestos héroes. Philip se retira.

Me siento como Magno, mirando a un pobre Vincent vendado y roto... pero tiene fortaleza, a diferencia de mí. Parece que ha lidiado con varias heridas, porque, sin camisa, se ve una que otra cicatriz. Todos sabemos que son marcas de guerra y que esconde la historia de cada una...

¿Qué le habrá sucedido cuando desembarcó a Canadá en la década de los 20'?

—Antes prefiero perder la vida.

—Antes de eso otra extremidad no está de más que me amputen.

—Tampoco seas cruel contigo. ¿Es que no ves el lado bueno de la situación?

No niego que me sentía molesto por la terquedad, pero verlo sacar un pañuelo para luego limpiar la navaja, me dejó menos intranquilo. ¿Significaba que yo era en extremo exagerado o quería mentir para no preocuparme?

—Siempre vuelve a mí cómo una maldición.

—Te pertenece de toda la vida.

—A pasado de hermano a hermano, pero ninguno le ha dado el uso que merece... ¿Qué te parece ser el siguiente?

—¿Y para qué? Por poco nos mata.

—Los objetos no tienen control de quién los usa.

—Está bien... Te juro darle buen provecho.

La navaja parece inofensiva en mis manos, justo como lo fue con todos. Desde el principio la utilizaron para hacer daño, suicidarse, robar... Margarito intentó la segunda y por ello pasó a Meindert, que poco caso hizo. Significaba para Theo una muestra de afecto, algo que para nuestro padre es inusual... En mi poder puedo asegurar que limpiaré ese oscuro historial.

Pregunta sobre Meindert. Nada sé de este para responderle. Añade que sigue triste por el dibujo... ¿Quién lo entera de lo que ocurre minuto a minuto?

—Mandrú podrá ser estricto, pero tiene razón de vez en cuando.

Ah, Mandrú.

Le preocupamos, por eso confiesa dejarnos partir cuando obtengamos libertad. ¿Y a dónde iríamos a vivir? Prometimos mantenernos juntos toda la vida o solo era un sueño infantil de aquella época. Theo deseaba que fuera un gran empuje para que buscáramos pronto una pareja... Para mí eso era difícil. Nunca tuve un romance, ni en un prostíbulo, sin embargo, Meindert parecía un pajarito enjaulado. Necesitaba una razón para vivir, trabajar, enamorarse...

Conocer otros tiempos, otras caras...

No es un niño para enseñarle el camino.

—Algún día tendremos que tropezar... Otros días serán más terribles que otros... En ese entonces, Margarito ya conozca a su hijo y ustedes sean profesionistas o padres de familia...

—¿Cuándo sucederá?

—Dentro de diez años... No está de menos que hagas lo mismo, pensar que harás después de su llegada.

—¿Y si nunca ocurre?

—Magno aprieta, pero no ahorca. Juega con descaro, pero cumple su promesa... Hablaré con Meindert después de las 12.

—Concédeme la petición.

—Ya bastante tengo con verlos pelear.

—Solo fueron niñerías.

—Fue por una causa mayor.

—No estaré tranquilo si dejo pasar la oportunidad.

—Solo ten cuidado, por el bien de los dos —Era de esperarse que suplicando como un pequeño acabaría por aceptar.

Por lo tanto, voy en señal de tregua.

Toqué cuántas veces a su puerta, hasta tener los nudillos rojos.

Pasó la hora de la comida y de la cena...

No está de menos que hagas lo mismo, pensar que harás después de su llegada.

La hermandad seguirá su camino...

Meindert hallará una pareja...

Y yo...

¿Qué será de mí después de obtener libertad?

¿Cómo voy a iniciar un romance con una persona a la que no conozco?








Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora