⏳ Capítulo 62 | El Peso de la Muerte

10 1 0
                                    


THEO




—Mantenga la compostura, por favor.

—¿Y qué sabes de respeto sin haber medido en cintura a estos animales?

—¿Semejante cosa le parecemos? —Hermann pregunta sorprendido e indignado.

—Eso y mucho más tienen merecido.

—Por lo menos enseñamos la cara, sin antes consultar al vino.

—¡Insolente!

—¡Détengase, por favor...! Hace tres horas que Meindert acaba de fallecer y lo que menos hubiera querido es un espectáculo.

Dio unos pasos atrás, pareciendo aún más pálido de lo normal... Unos cuantos fueron a servirle de apoyo. Se lo hubiera dicho antes, con las precauciones necesarias, solo porque Vincent incitó la pelea... Salvé el pellejo a Hermman y no a Jeffrey como en un principio... Y la humanidad no está a millones de años luz de parecerse a los animales.

Vincent insistía que continuaba dormido y con lo agresivo que era demostraba pasar a la fase de la negación... Antes loco que afrontar la realidad. Creer que Meindert jamás volvería a abrir los ojos lo enloquecía... Creaba una barrera para protegerse de tanta crueldad y, si era necesario, abalanzarse a puñetazos.

Despierta.

—¿Quieren jugarme una broma?

Hace tanto que ya no le jugaban bromas. ¿Hace cuánto que sucedieron? Bromas que carecían de maldad... cómo la vez que mintieron sobre el brazo roto de Anton, el desmayo de Pat, la ceguera de Willy... Y todo porque los muchachos querían obtener un poco de su atención. ¿Por qué jugar? Han entendido lo difícil que es obligar a que te amen.

Y tan difícil fue para Mandrú llamar al servicio funerario. Cuando lo trasladaron a la camilla pusieron resistencia para no separarse del cuerpo, que valía menos si ya no portaba aquella alma... En físico cualquiera se nos parece, no obstante las maneras, la forma de ser, solo una vez sobre la tierra.

El tiempo se detuvo en ese lapso, en la habitación... Parecía como si Meindert se encontrara en cualquier rincón de la casa, menos en la plancha, a la espera de su cremación... Y cuando hicieron entrega de las cenizas, cuando cambié las cobijas de la cama, tuve ese escalofrío otra vez... El miedo hizo aparición, sin importar la experiencia que poseo, lo familiarizado que estoy con la muerte.

Vincent dio a luz su última voluntad, y sin más compraría el boleto para devolverse a Vancouver... No tuve que insistir para acompañarlo. William, Dorotheo, Patrick, Jeremy, Anton y Alfred tomaron la desición de quedarse y servir de sostén a Magno... El hombre comenzaba a tener episodios de ansiedad y no daba aún crédito a lo pasado...

Los demás vinieron con nosotros.

🍂🍁🕰️🍁🍂


Quién iba a creer que este retorno sería distinto... Con un integrante menos, y por los que quedaron en España... Acomodando la ceniza en la mesa de la sala, junto al florero y al otro lado la foto de nuestro camarada... A la espera de su voluntad, ya cuando el trasplante de rosas estuviera listo... Otto buscando maneras para no llorar en la labor.

A medias dejaron la comida, y si la terminaban, para no despreciarme. Párpados colorados. Hombros caídos... Durmientes... Soñadores... Northon y Mandrú vigilando. Hubo unas veces que los encontré secándose las lágrimas, pero nunca en declive... ¿Y si quería hablar con ellos? Ninguna duda, lo único que me detuvo es que cada tiempo de duelo es distinto.

Necesitaban estar solos, no sentirse solos, y por eso quise mantener distancia. Y no me refiero al encierro... Pero con tanto silencio terminaron por preguntar que era lo que me sucedía, que yo también no estaba solo... Admití la tristeza, pero no del todo la derrota... Con verme de tal forma optaron por ir levantando mi ánimo.

Cuánto daría porque fuera como antes...

Volver atrás e impedir a Meindert la decisión de automedicarse.

Si uno pudiera volver al pasado, cambiar ciertos detalles... Sin embargo, la vida nos resultaría tranquila... El dolor acompaña a la vida, en cualquier momento... Meindert creyó que sería una solución a ese sufrimiento, sin consultar antes, y acabó pagando la consecuencia de su desinformación... Jamás lo hice de lado, siempre atendí sus dudas y quejas...

Estaba sentado en la cama de Margarito cuando pensé aquello. Volví a reanudar el masaje a sus manos, debido al piano y los golpes con la batuta. Es una buena forma de empezar, teniendo en cuenta que no me abría la puerta hace días... Y en el pasar de la semana, el dolor tocó a su puerta, todavía aún intenso... No me lo dijo, sino yo hice la observación, en cuando levantaba la taza de té.

Los dolores eran recurrentes y yo me dí a la tarea. Ojalá Vincent me permita reanudar el de su espalda y única pierna... Y hablando del rey de Roma, parece que lo invoqué sin necesidad de abrir la boca. La hermandad vino antes que él. Lo acusaron conmigo. No paraba de discutir y hablar mal de MG. Estuvo a punto de volverse a los golpes con Mandrú.

—Todas nuestras desgracias se le deben.

—¿Estás seguro?

—¿Por qué no lo estaría? Nos mantiene escondidos porque no quiere que sepamos la verdad

—¿Y cuál es esa verdad?

—Nunca quedó claro el por qué los Cross y los Asmodeo nos persiguen.

Me sorprendió que descubriera el motivo... Y no le pregunté cómo lo sabía, para evitar avivar su furia... Todos portaban caras de duda... ¿Qué si era cierto? Todo lo que dice contiene absoluta verdad.

—Afuera nos acechan... Somos perseguidos por varias razones, razones absurdas y sin sentido común... Lamento no habérselos mencionado.

—Lo sabías y así te cállaste... Eso te hace igual o peor que Magno.

—Y no importa porque estando unidos cualquier lugar es de menos... Nada perdimos estando en el anonimato —Todos asintieron, menos Vincent, firme a su idea.

—¿Qué no te dolió perder un ojo por su ebriedad? ¿Qué no les duele ver como maltrata a Margarito y nos amenaza?

—Duele más tu desdén que cualquier imperfección.

—¿Estar contra marea es desdén?

—Tampoco pretendo oprimir tu punto de vista.

—¿Y el tiempo que perdimos?

—La muerte es el punto final de la vida... La enfermedad una coma para enmendar el camino, para ver aquellos detalles que ignoramos... Nada justifica ni cambia los peligros del exterior, Meindert siempre estuvo advertido de los riesgos, así que es problema suyo, ni de Magno y nadie más.

—No dejaré mi libertad en tus manos. Nuestros hermanos confían ciegamente en ti.

—Me gusta esa independencia, pero te recuerdo que el cuidado de nuestra familia me encargo yo.

—¿Así como sus decisiones?

—No decido la vida que deben llevar, sino los peligros que ocurren al tenerla.

—Miedo es lo que difundes... Qué puedo esperar de alguien que no sabe de pérdidas.

—¿También te debo la explicación?

—Comprende como me siento... ¿O murió por culpa de tu sarta de mentiras?

—¡No sabes lo que daría por Meindert... Mi vida por si acaso!

Me levanto en seco. Northon frena mi paso. La violencia no resuelve nada, aunque es inevitable con tanta queja encima... Habría ahorrado la molestia, y si me detuve fue para mantenerlos lejos del margen... "Más vale una amarga verdad que una dulce mentira..." ¿No es lo que yo debí replicar en su momento?

No piensa lo que dice.

Mucho menos el peso que cargo a cuestas.







Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora