📘 Capítulo 34 | Mentiras Blancas

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MEINDERT





Entre dormir y tocar el violoncello hay placer, pero entender que esta no es mi casa y mis problemas... es difícil de asimilar. La pareja debe sostenerse de la otra, pero Luke flaquea ante pequeños obstáculos. Quiero que entre en razón, quiero lo mejor, sin embargo, son pocos los que cambian por los hijos.

Si hay una palabra que describe mi presente es desilusión.

A la niña he visitado algunas veces. Parece que soy el padre, pues he aprendido a cambiar pañales y preparar el biberón. A finales de Marzo, April dejará Vancouver y es necesario que cualquiera de los dos se haga cargo, responsabilidad que en absoluto no es mía.

Aunque no tengo corazón de piedra para abandonar una criatura desprotegida. A la cabeza se me viene el fallecimiento de Marjolein. Será que tal remordimiento me une a esta bebé, un recuerdo que guardo y nunca compartiré con nadie más... ¿Será por un buen motivo haberme cruzado en la vida de su padre?

¿Es ella la misión por cumplir?

Luke es suertudo... y no significa que deba soltarlo a la deriva con Holly. Imagino las veces cuando escoja la botella por encima de todo... Yo estaré en lo que haga falta. En la salud o enfermedad. Ya luego conseguiré una identidad falsa para unirme a la sociedad y abandonar la vida de incógnito.

Es injusto que sea la última carta que envíe a mis hermanos... Northon y demás deben odiarme. No tengo cara para visitarlos, y menos porque Vincent se implicó en mi problema. Seguro ya está en Suiza... No tengo cara ni voto para consolar la ausencia que están sufriendo... pero un día a otro tenía que marchar.

Lo sabían, pero prefirieron no hacer mucho caso.

Reposo la espalda en la almohada. Aprieto mis ojos con la yema de los dedos. La tensión va a terminar conmigo, necesito con fuerza algún somnífero, los párpados no cesan de temblar... Quedo confundido al recibir la sorpresa de Luke: un beso.

El primero, el esperado de largos años... aunque en realidad no fue la gran cosa. No sentí emoción o que disipara dudas. Nada de antojo por otro más, ni una gran sonrisa colmada de alegría... Quizás porque no era momento. Estaba pasando un mal rato. Además no soportaba la luz.

—¿En quién piensas?

—¿Tengo cara de estarlo? —Me lanzo a la defensiva. Su pregunta es estúpida—. Estoy somnoliento, es todo.

—Si es por Holly... estoy dispuesto a abrirle las puertas de este hogar... y de mi corazón.

Insiste y por tanto posa sus manos en mis hombros.

Los masajea.

Cobro calma y quietud.

No quiero enojarme con él, a menos que tenga fuertes motivos.

—¿Gustas un cigarro?

Niego.

Ahora empieza a besarme el cuello.

A intensificar las caricias.

¿Es adecuado arrastrarse por un momento frenético..? Deseo atención, afecto... Pero no es lo mismo como lo pintan en la TV. He perdido sensibilidad a las caricias. Verlo sin camisa, en poca ropa, no me levanta las ganas. Continúo indiferente. Luke en verdad desborda calentura, excitación, buen humor... Apenas pude quitarme la camisa. No quiero seguir con los pantalones.

De lo que sí tengo ganas es de decirle que lo posponga para otro día.

Es una lástima lo bañado y perfumado que se ha puesto. La ropa limpia y bien peinado... Estaba inconciente cuando mantuve por primera vez relaciones sexuales. Sin protección y guiado por los efectos del alcohol. Visité al médico, con la vergüenza del mundo, y fui puesto a tratamiento. La causa se debía a infección. Los síntomas eran ardor, diarrea, un leve sangrado...

Todo porque alguien abusó de mí. Nunca supe su paradero porque fue una noche de antro. Cuando nos suceden problemas, Theo nos manda a reunir. Si no fuera por su infinita paciencia, hubiera acabado colgado... Quise comenzar con adrenalina y terminé a mitad de poner fin a mi vida.

Todo tiene precio... Quizás sea hora de pagarle el hospedaje... Ser amigos con derechos y beneficios.

En sus ojos brilla el fervor por bajarme los pantalones. Las palabras que dice son precoces, algo vulgares... Hubiera preferido que se quedara en silencio. Quería follarme, eso era claro, no tenía porque decirlo mil veces, tampoco morder mi cuello.

Doloroso, molesto... Si a otros les gustaba era su problema, pero en mi caso no. Yo no quería pasar por marcas repugnantes... Entonces, empieza a ponerse alterado. Brama que lo deje en paz, que no le haga más daño. Se para a una esquina como protegiéndose de mí. Estoy confundido.

Parece tratarse de un niño que de un adulto.

—¿Luke?

Lleva cargando una pistola.

Corre presuroso de la habitación.

¿Quién es Mark?









Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora