MEINDERT
El precio ha sido puesto sobre la mesa.
Vincent ha disipado tal duda.
¡Después de diez años, libres!
Y condenado a buscar una esposa.
Pero no he de llorar.
Sé que voy a estar maravilloso para ese show.
No voy a llorar.
Menos voy a posponer mi sueño de recorrer el mundo, aunque lo haga de la mano de una inocente que no amo. Tanto ella como yo pagaremos las consecuencias de ese matrimonio arreglado. Sin embargo, díez años tengo para practicar el papel de impostor en la obra de teatro, la que he de escribir sin rodeos desde hoy.
Mostrar un carácter excepcional con arquetipo masculino, y, para que pueda ser creíble, requiero de un primogénito. Un hijo único bastará. Mantener la fecundación resulta un proceso difícil, claro que no seré yo quién lo lleve en las entrañas, pero, ¿sexo? Tan necesario para el cuerpo, no cabe duda. Un acto donde se muestra amor, sin pudor, placer y deseo... Donde te desnudas en alma y carne para concebir o por mera satisfacción.
... Y cuando ella esté desatada y yo encogido de hombros, sin motivo de acción, se dará cuenta de la farsa. ¡Pésimo actor de quinta! Por supuesto que daré lugar a las excusas, pero jamás de contarle que en mi vida he tenido más sueños húmedos que experiencias. Que me complazco solo, sin ayuda de nadie, más de la imaginación.
Ojalá entienda la situación, digno de una fiel compañera, y me ayude a conseguir lo propuesto.
Pasando aquel terrible desenlace, más nueve meses, he de conocer a ese bebé. Soltaré un suspiro porque dicho esfuerzo valió cada instante bochornoso... pero, volviendo a otro tema, ya no recuerdo como es qué se carga a un pequeño. Una vez lo hice con Margarito. Una, porque a la segunda se me cayó de las manos. El tonto de Patrick se echó la culpa.
Siendo niño pensaba que era un muñeco, además, estaba celoso que lo trataran con suma delicadeza. Cómo si con un toque se volviera polvo. Odiaba que lo llenaran con atenciones, sin embargo, eso es la cualidad de un padre amoroso. De Theo lo aprendí. Gracias a él, Margarito nos consideró hermanos. Nunca tuvimos deseo de ser padres a causa de nuestra mala conducta. Nos satisfacía con ver a Margarito crecer. Nos preocupaban sus problemas y dudas.
Siempre tuve en cuenta que de un beso en la boca venían los bebés. Estúpido, por cierto, de la barriga de su madre, exacto, pero... Viviendo en la granja fui testigo del coito entre los animales. Es lo normal, repugnante al principio, pero no tanto como ver a tu padre. Desde aquel entonces, tuve pesadillas. Cuando se lo conté a Theo, dejé de tenerlas. Yo no había sido el único en la hermandad.
Lo bueno que mi hijo no verá semejante cosa hasta que sea adolescente.
Pondré manos a la obra con una historieta. Estoy ahora sentado en la alfombra que da a mi cama, con intención de dibujar hasta medianoche. El niño y la mujer no tendrán rostro, lo dejo claro. Es que pensar mucho da mareo y confusión. Tampoco tengo hambre, pero si no lo hago se me bajará la glucosa. Seguro en un libro encuentre lo necesario para una amena conversación amorosa... A esta hora es raro que nadie me haya avisado para tomar lugar en la mesa... ¿La historia puede esperar a tantas excusas?
Suelto un puño en la pared. Luego caigo en sobresalto cuando escucho que dicen mi nombre en la puerta. Finjo dormir con la almohada sobre la cabeza. Siento como una mano va directo al tobillo. Lo pellizca. Hace que me levante furioso. Northon. ¿Cómo no lo adiviné?
—Despierta, dormilón.
Salgo refunfuñando de la habitación.
El comedor había desaparecido.
—Nos esperan afuera.
¿A qué se debe el suspenso?
Escucho "Feliz Cumpleaños" cuando paso a su encuentro.
Todos están ahí celebrando una fiesta que no comprendo. Todos charlan y sonríen, tan extraño porque no suelen hacerlo. Salomón me coloca un sombrerito en forma de cono. Ahora lo recuerdo; Jefrey, Hermman, Otto y yo cumplimos años este día. También me entero de los cinco meses por la llegada de Vincent. ¡Tan rápido! Apenas lo creo porque parece que fue una semana... Pero los años que pasan ya no tienen sentido ni recuerdo cuando vives condenado a la eternidad.
Theo nos ha reunido para la sorpresa.
Él hace que el peso sea ligero.
Hace años que no se celebraba así, sino solo con aplausos. Un recordatorio. Es infantil con la cantidad de globos y decoraciones que se ve, más porque desencaja con nosotros, la parvada. Después de un aperitivo, vino el pastel. El color azul lo hacía exquisito. Los cumpleañeros servimos las rebanadas. A todos se nos hizo raro que Vincent se negara a comer. ¿Por qué no le pide el favor a Jeremy o Alfred para sacar las fotografías?
Mandrú advierte la lluvia.
Está próxima. Cae la primera gota y el comedor vuelve a su legítimo lugar.
Yo no me detengo y propongo saltar en los charcos. ¿Cuándo fue la última vez? ¿Cuándo dejamos de ser niños? Vincent nos ve con nostalgia desde la puerta. Es triste que se muestre así cuando es encargado de animar a los demás... pero no siempre será lo dictado. Es necesario que otro lo haga por ti.—En serio, no puedo hacerlo —Teme en cada paso que da. Su inseguridad no ayuda.
Está avergonzado que sea su soporte, que poco me importa si quiero compartirle felicidad. Con un pie ya pisotea el lodo. Los demás se unen para observar. La lluvia me trae el amargo recuerdo de esos cuatro tipos. El amargo recuerdo de no poder defenderlo. El dolor que me causó su desdén, como si no me importara.
Cuando me vaya de casa te prometo dejar los temores y hacer de frente a las adversidades...
Que los siguientes días serán distintos...
¿Y por qué mentir?
No debería prometer nada al respecto.
Tengo miedo de irme de casa.
Miedo de la dirección que elija.
Temo olvidar los recuerdos que pasamos en aquel jardín, bajo el manto de la lluvia.
En aquel momento cuando sellamos nuestra hermandad.
¿Y por qué mentir?
Ese día prometí nunca olvidar.
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Symphony [Gay]
Romance#IMAGINARIOS 0 Con el arribo del hermano problemático, Meindert comienza a perder serenidad. Le incómoda la idea de poder dormir bajo el mismo techo y compartir la mesa... ¿Pero, cuál es el motivo? ¿Por qué siente necesidad de fumar más de lo habitu...