📘 Capítulo 52 | Nunca es Buen Momento

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MEINDERT





Oscuridad.

Voces.

Me encuentro en mi habitación, porque reconozco las voces de MG y Theo, suplicando porque despierte... Lo estoy, solo que no puedo abrir los ojos. Los párpados me pesan, asi como la mandíbula... Un siseo imperceptible se me escapa de los dientes... Difícil de tragar saliva con un nudo atorado en la garganta.

¡Estoy aquí!

¡Vivo!

He perdido fuerza en los brazos. Apenas si muevo los dedos. Esa sensación dolorosa la conozco... Las agujas. El suero. En un intento desesperado los abro. Todo es borroso... pero conforme los minutos estaba más seguro que no era mi casa. Y si, no lo era, sino el hospital. Al extremo está la enfermera... Al doctor con una lámpara revisando mis ojos.

Perdí los sentidos cuando escuché la sirena, es cuando el dolor se intensificó... Devolví el estómago y después no recuerdo más, solo hasta ahora en que he vuelto a recuperar visión... No se siente como en casa, me provoca asco el ambiente enfermizo, yo mismo pasar por esta situación...

Agua, por piedad.

Días sin poder beber líquido... Solo tenían permitido mis visitas mojarme los labios con una mísera esponja... También odiaba el bastón de MG, así de la nada, pues creía en la posible llegada de alguien... Al recuperar habla, tuve mis reproches en contra de la enfermedad. Usaba las poca fuerza en maldiciones... pero Magno persistía en quedarse a mi lado.

—Descansa.

—Es injusto que a estas alturas enferme.

—Los análisis arrojaron que consumías antidepresivos, sin prescripción médica... ¿Por qué no lo hablaste con nadie... conmigo?

—Apenas estoy enterado.

—¿Qué te atormenta?

En el vomito había rastros de sangre... ¿Qué le iba a decir, que quiero a Vincent más allá de un hermano? Porque él nos ve de tal forma, como los demás... Jamás fuimos sorprendidos. Nada obvio, siempre esa amistad de por medio que nos caracteriza... Tuvo que ser necesario un beso robado para que yo comprobara aquel sentimiento.

—Me importan cada uno de ustedes, con sus inquietudes y defectos... ¿Dónde fueron al desaparecer?

—Yo no me he movido siquiera de Stanley.

—¿Y por qué sin avisar?

—... Solo paseo cerca de la playa y escalo los árboles.

—¿Por qué las pastillas? Explícate, por favor.

—Lamento no haberme callado cuando lo acusé.

Pude haberle echado en cara su falta paterna... Dar giro a otro tema... Pero me encuentro desfavorable. De un día para otro estoy enfermo, por pastillas que pretendían quitarme el desvelo... Y cuando las dejaba, cuando parecía ser perdonado por el pasado, el daño ya era irremediable.

—El único responsable aquí soy yo, por pensar antes de actuar... ¿Acaso hay distancia entre los dos? ¿Todavía los separa aquel ayer?

—Lo juzgué mal... Tal vez por eso lo traté cruel, porque en él vi mi reflejo.

—¿A qué te refieres?

—El cuaderno azul.

—¿Tiene que ver contigo?

—Tanto, que me pertenece.

—Oh, Meindert.

—Pero mi sentimiento no va dirigido a "Luke" en específico.

—Si me necesitas, quiero ser el primero en saber su paradero e insistirle hasta que venga contigo.

—Nadie quiere estarlo.

—Una lástima, siendo el buen muchacho que eres... Entonces, por eso Vincent y tú son inseparables, porque comparten eso en común... pero también quiero que confíes en mí por igual. Los dos no tienen que cargar por si solos, respecto a su recuperación física.

—¿Tiene que ver Vincent conmigo?

—Más de lo imaginado.

Quién soy, qué siento... antes de ocurrir otro imprevisto. Sinceridad. ¿Por qué la necesidad de decirlo todo en momentos críticos? Miedo... Ahora, más que nada, Vincent ha regresado. No recuerdo cómo vino, a qué hora y fecha exactas... Entre nosotros no hay nada ligado, más que simples recuerdos.

No, no quiero verle la cara.

—Imposible... ¿Y cuándo decidió volver?

—Hace un año... ¿No lo recuerdas?

No, aunque haga el intento.

No sé que fue de mi vida en ese tiempo. ¿Con qué intenciones ha vuelto? ¿Acaso hicimos las pases? Lo quiero lejos, en libertad, como los pajaritos que admiro en Stanley... No fue mi intención separarlo de casa... Tampoco comprendo cuál fue mi comportamiento a su llegada, si lo traté bien o mal...

Se debe a ese temor.

¿Porqué estábamos juntos cuando desmayé? No quiero verlo ni intercambiar palabras, pero, debo darle las gracias, hasta parece irreal que sea yo... Seguro viene a vengarse por el pasado, quizás a hacerme la vida añicos... Debí acabarme el frasco de pastillas antes de su venida... ¿Por qué no lo hice?

El pasado no dejará de perseguirme.

Lo necesito libre, en silencio... ¿Para qué gritar a los cuatro vientos que lo amo? Es suficiente con que yo lo acepte. Es suficiente con recortar las memorias gratas y saber su nombre... Al fin, después de conocer variedad de rostros, pude darme cuenta que siempre estuvo a lado, al mismo paso del tiempo, compartiendo penas y glorias...

Da lástima saber que yo rechacé su propuesta... Es que no sabía si era verdad o mentira... Los borrachos suelen hablar de más. ¡Vincent no me lo va a perdonar! ¿Acaso no somos amigos? Y si no, entonces fuimos los mejores... Hasta los mejores tienen defectos y mañas.

Parece como si estuviera condenado al sufrimiento del enfermo... Ahora paso por la vergüenza; que estén al pendiente de ti, que necesites apoyo hasta de ir al baño... Que sigas desconectado del exterior y tu cuerpo extrañe el colchón habitual... Los colores de tu vida y las voces familiares.

Tampoco quiero mirarme al espejo y encontrar a un Meindert distinto. Sé que va a ser fatal cuando lo vea... Raro. Todos pueden guardarse las descripciones para cuando vuelva... O la lástima. Voy a evitarlo y saldré librado una vez más, aunque con más trabajo, por que no se trata de yeso y huesos rotos.

¡Qué rápido se es niño!

Raspón y cuenta nueva.

¡Qué complicado ser adulto!

Un corazón difícil de sanar.

¡Qué rápido se es niño?

Te perdono una y mil más.

¡Qué complicado ser adulto!

Vete y no mires atrás.









Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora