📘 Capítulo 46 | Zona de Fuego

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MEINDERT




Octubre.

El año pasado fue estupendo. Este carece de todo. Ya no estamos en España, con Theo resolviendo nuestras diferencias... Huyendo de la realidad en la biblioteca y en juegos de mesa... Las fuerzas que me quedan son ineficientes para sostener el carboncillo en mis dedos.

Lo he visitado a menudo. Siempre dormido en posición boca abajo. Afuera hacía frío, pero más gélida la indiferencia entre los dos. Salía caminar a la calle altas horas de la madrugada, para no regresar temprano a casa. Es difícil que Tim coma en la mesa y platique conmigo.

A excepción de Vincent, no perdió el tiempo para conseguir pareja.

Yo era espectador, desde la barra de la cocina, de todas sus citas. Las películas que veían y cuántas veces se compartían cariño... Gretchen y Tim, ante mi vista, la química perfecta... Un mes más para diciembre. Ya estaba enterado del plan de llevarla consigo a Suecia...

Y yo malagradecido con lo poco que tenía.

Lo merezco.

Ni siquiera toca melodías, ni al irritante Storm. Hace falta que su gato le haga compañía o recuerde ese ambiente campestre en Suiza... El sonido del cencerro, la majestuosidad de los Alpes, la vida sencilla... Las manías y defectos del felino que adoraba.

Vuelve a causarme pena el violoncello, antes afortunado de estar en sus brazos. Hace rato que estaba preparado al rechazo. Tuve la idea de ir a darle un masaje. Curar el desastre. Al comienzo piensa que soy Tim, hasta que le susurro al oído.

—Perdóname.

Se gira a verme. Se tapa la cara con la almohada cuando lo comprueba. Merezco desdén, pero resisto a darme por vencido. Le pico una costilla. Dispara la almohada contra mi cara. La cosa va en serio. Tim me dejó claro su dificultad para caminar.

Soy pésimo.

Dirige la vista al techo.

—Lamento lo que sucedió, por tratarte tan mal cuando seguías estando para mí... Estamos a tiempo para aceptar que nuestro camino ya estaba dividido desde antes.

Espero que duerma, que mis palabras logren causarle siquiera eso... En consecuencia, me sujeta en un brusco movimiento. Quedo atrapado en sus brazos. Prosigo repitiendo que me perdone; la cólera me cegó por completo, no medí la fuerza de aquel empujón...

—Una mierda, es lo que soy.

Vincent sostiene con dos manos mi rostro lleno de vergüenza... No soy capaz de mirarlo. Junta su nariz con la mía, mientras repite lo bien que la ha pasado conmigo en Ámsterdam. Seguido de esto los abro. Justo quería evitar ese contacto. El almendrado de sus ojos.

Y pudo concluir con un beso en la mejilla, no obstante, la situación lo condujo a mi boca. Justo lo que deseamos obtener... pero a cambio de provocarnos daño con alguien imposible de tener. ¡Afuera espera un catálogo por conocer! ¿Por qué conformarse con un simple recuerdo?

¿A qué jugamos?

Hace caer a propósito su peso. Me tira a la cama y acaricia el cabello. Continúa. Soy prisionero de su labios, condenado a compensar lo terrible que he sido... A la aspereza de su barba. Se hace difícil respirar... Poner un alto cuando lleva reteniendo mis brazos.

Siempre fuiste aquel misterioso hombre.

—Mon amour, laisse-moi te libérer... Seuls ces quatre murs nous connaîtront... Ne jamais oublier.

Symphony [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora