Prólogo

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Antes de leer

La siguiente historia contiene lenguaje explicito, escenas de violencia física, simbólica y verbal, muertes, asesinatos y escenas sexuales.

También contiene romance, traiciones mescladas con la dulce venganza.

Es una historia totalmente +18

Y espero la disfruten tanto como yo al escribirla.

No se aceptan copias, ni adaptaciones.

Obra bajo registro.

Ahora sí, disfruten la lectura.

❧Isabella

Suspiré intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón. Una parte de mí sabía lo que me esperaba al cruzar la puerta.

Las manos me temblaban mientras giraba el pomo de la cerradura. Al ingresar, todo estaba sumido en el silencio. Un silencio sepulcral, de aquellos que anticipan que algo malo sucederá.

—Te tardaste, pasa y cierra.

Cumplí la orden, adentrándome. Mis pies se movían sutilmente, intentando hacer el menor ruido posible.

Mis ojos se centraron en la pared. El retrato familiar decoraba la superficie sumiéndome en la nostalgia que los viejos tiempos me traían.

Mamá

Mi vida no era normal. Ser hija del jefe de la Bratva significaba todo menos normalidad pero la mujer que me dio la vida se había encargado de hacerla especial.

En mi mundo, ser mujer viene con cierto premio. Nunca estuvimos involucradas en los negocios de papá; siempre nos mantuvo alejadas de todo lo que su posición conllevaba.

Por machismo o por protección, nunca tuve muy claro el por qué, pero era algo que agradecía. Por lo que me resultaba demasiado injusto tener que formar parte dieciocho años después.

—Tenemos que hablar sobre...

No hacía falta que termine esa oración pues ya sabía a lo que iba a referirse. Escuché su conversación con el consejero.

—Por favor no, papá — las lágrimas me habían ganado, saliendo sin permiso —. ¡Se lo prometiste a mamá!

La conmoción del momento fue suplantada por una serie de sentimientos que jamás había experimentado. Me sentía frustrada, dolida y muy enojada. No deseaba esto. Jamás hubiese deseado esto.

Desde que era una niña me había imaginado un futuro que hoy estaba muy lejos de poder cumplir. No soñaba con más de lo que me habían dado hasta ahora, solo quería seguir viviendo feliz.

El rostro de papá se puso serio. Acababa de enfadarlo. Con un movimiento rápido estuvo sobre mí. Su palma chocó contra mi rostro.

El nudo en la garganta se profundizó como aquel día que enterramos a mi madre. Sus palabras aparecieron en mi mente. Ella tenía razón cuando decía que las reglas de la Bratva eran cadenas peores que las de papá.

Hoy lo entendía. Y me arrepentía de no haberle creído en su debido momento.

—Lo siento tanto, quisiera poder darte otra alternativa, pero es la única.

Las palabras del hombre de traje negro frente a mí ya no me reconfortaban.

Eran palabras vacías. Letras y sonidos que ya no tenían ningún significado. Solo amenazaban con destruirme cada vez más, como si no tuviese suficiente con la muerte de mamá.

La bella mujer que me había traído al mundo, era todo lo que yo jamás deseaba ser. Una esposa sumisa, condicionada y atada a cumplir los caprichos y deseos más bajos de un hombre.

Un lindo adorno capaz de dar hijos.

—¡Por favor papá! — le suplique nuevamente cayendo de rodillas.

Llevé las manos a mí cara, frotándolas y deseando que todo fuese un sueño. Tenía dieciocho años, lo último que deseaba era un matrimonio sin amor.

—Basta de tanto llanto Isabella, la decisión ya está tomada, no hay vuelta atrás — su voz sonó más grave de lo normal.

Temblé en el frío suelo.

Lo vi apartarse de mi lado y caminar hacía la licorera del despacho. Cada músculo de mi cuerpo se tensó al reconocer que no tenía escapatoria.

Me había vendido, mi propio padre me había vendido a uno de sus socios y solo por poder. Para salvar su pellejo y mantener el negocio a flote. .

—Ya verás que Maximiliano es un esposo digno para vos, querida mía.

Volví a mi. Su mano se cerró en mi mejilla causándole repulsión. Su mano rozaba mi piel mientras no dejaba de repetirme que debía casarme para mantenernos seguros, para que nuestro apellido siga siendo uno de los más grandes de Rusia.

Y entonces entendí qué, para el hombre que amaba preparar chocolate caliente cuando niña, era más importante ver caer a nuestros enemigos que la propia felicidad de su hija.

También entendí, que la Bratva, era todo menos un hogar. Lo único que importaba era la sangre, el poder y el dinero que este daba.

Deje el despacho sumida en el mismo silencio que cuando ingrese. Con un dolor en el pecho y un nudo en la garganta.

La calidez y seguridad de mi habitación me recibió. Y solo pude hacer una cosa, tumbarme en la cama mientras razonaba conmigo misma, intentando aceptar mí destino.

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora