Maximiliano
Las horas que duró el vuelo se hicieron eternas. Traté de ocupar el tiempo trabajando, pero me fue imposible. La desesperación me abrumaba después de tantos años. No era algo típico de mí pero me permitía sentir tal cosa.
Después de todo, estaba haciendo la primera jugada de lo que sería un juego tortuoso y magnífico. Un juego planeado hace años, con un tablero pensado el cual tiene en la última casilla la palabra venganza escrita con sangre.
El juego de la bestia acababa de comenzar.
—¿Alexander y Exequiel vendrán? — pregunta Marcos.
Asiento.
Los hermanos De Luca son parte de nuestro día a día. Imposible que se perdieran tal suceso.
—Es la idea.
Lo veo recostarse en el asiento, pensativo, con la mirada fija en la ventanilla.
—¿Qué te sucede? — indago.
—Nada.
Se que miente. Lo conozco de pies a cabezas.
—No me hagas preguntártelo dos veces.
Suspira sacando todo el aire acumulado. Los ojos cristalinos me miran moviéndome cosas por dentro, cosas que ambos decidimos enterrar, dejar atrás.
—¿Y él?
—No vendrá, podes estar tranquilo.
Asiente y el rostro le vuelve a cambiar. No decimos nada el resto del camino, no hace falta. Al pisar suelo ruso, un auto negro, que de seguro mando Vladimir, nos estaba esperando para llevarnos hasta la mansión.
Abordamos en silencio y el viaje comienza de la misma manera.
—Hasta te pusieron chofer — bromea.
—Como si necesitara caridad.
El sujeto nos miró por el retrovisor y me contuve de sacar el arma. A pesar de que la disfruto, no pienso derramar sangre; el día de hoy por lo menos.
—El cargamento llegó al lugar pactado — informa Marcos minutos después.
—¿Y el resto del dinero?
—Ya lo depositaron como fue acordado.
—Deposita la mitad en la cuenta de Samuel — pido —. Puedes quedarte con la otra.
—¿Regalando dinero? — se hace el sorprendido —. ¿Estás contento por qué vas a casarte?
—No me hagas arrepentir.
No dice más nada ya que el auto frena de repente dejándonos frente a una imponente mansión.
El sonido de la música resonaba fuera. El aparcadero lleno de coches daba a entender que había un sinfín de personas.
—¿Invitó a todo Rusia? — bromeó Marcos.
Volví a ignorarlo mientras acomodaba la corbata del traje.
—Entremos de una jodida vez.
Quería terminar con esto lo antes posible y volver a centrarme en mis negocios. No era un matrimonio por amor, era un simple arreglo entre familias.
—Que elegancia.
El interior del lugar nos acogió alzándose lleno de lujos.
—Presumidos querrás decir.
Se ríe contagiándome.
—Definitivamente invitó a toda Rusia — concluye.
Y por primera vez tiene razón. Las cientas de personas que nos rodeaban lo confirmaban. Iban vestidas de trajes y vestidos de gala.
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Rojo Carmesí
Romance¿Quién diría que el destino la uniría con un ser tan sangriento y despiadado como Maximiliano Wolf? Isabella Kozlova es una joven de dieciocho años. Alegre, simpática y demasiado extrovertida. Única heredera del jefe de la Bratva; aunque eso no le...