Capítulo II: Primeras Impresiones

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Maximiliano

La mañana llegó más rápido de lo que me esperaba. Mire el reloj que descansaba en la mesa, eran las cinco y media de la madrugada.

Me vestí con un pantalón de gimnasia y una remera blanca. Trote por los límites de la propiedad hasta que el sudor mojo mi cuerpo; cuando me cansé, volví a bañarme.

Al bajar a desayunar solo había rastro de los empleados, mi hermano seguía durmiendo o evitándome en su defecto.

—Buen día, mi niño — la voz de quien había sido nuestra nana siempre traía armonía a la casa.

Era y fue, la única figura materna que mi hermano y yo conocíamos. La pobre anciana no tenía obligación, pero, aun así, nos había brindado todo su amor.

—Buen día, Amanda — saludé.

Ella era la segunda persona a la cual le tenía afecto en este ruin mundo, Samuel era el primero y Marcos el tercero.

—¿Samuel sigue durmiendo? — indagué.

Deposita un café y unas tostadas delante mío.

—Si, lo llame, pero sabes cómo es tu hermano.

Y por dios, claro que lo sé.

—Debo viajar a Rusia — ella detiene lo que está haciendo prestándome su total atención —. Voy a casarme y me gustaría que ustedes sean...

Mis palabras quedan a medias cuando me agacho al divisar un trapo volar en mi dirección. Frunzo el ceño al ver a la mujer del otro lado con las manos en la cintura, como si fuera una tetera.

—¿Cómo me informas algo así tan de repente? — se queja.

De la nada, comienza a imaginarse la fiesta y todas las nuevas remodelaciones. Para mi salud mental, o quizás no, mi mejor amigo entra por la puerta.

—Buenas, buenas — saluda de lo más feliz.

—¿Lo sabías? – lo intercepta Amanda.

Marcos me mira sin comprender.

—¿Qué cosa?

—¿Cómo qué cosa? — exclama — ¡Que Maxs se me casa!

—Oh sí eso sí — responde ubicándose a mí lado.

De una forma no muy disimulada, me roba una tostada y me abstengo de darle con la taza.

Marcos es mi hombre de confianza, mi mano derecha en todos los negocios y una parte fundamental de mi familia. Nuestros padres habían sido grandes amigos y socios, por lo que, prácticamente, crecimos juntos.

—¿Y cómo es ella?

—Joven y muy linda — le responde.

Ruedo los ojos al darme cuenta de que ya van a comenzar con su cotilleo mañanero.

—¡Cierra la boca y dime que tenemos para hacer hoy! — exclamé hastiado.

—Claro su majestad, hoy solo tenemos dos cuestiones — menciona —. La primera, tenemos que despachar el pedido de armas para los suecos y sí, antes de que me preguntes, ya hicieron el depósito. Lo segundo, desde mi perspectiva es lo más importante ¿estás nervioso por conocer a tu futura esposa?

Ignoro lo segundo y me centre en lo primero.

La venta de armas es mi principal fuente de ingreso, vendo todo tipo de armas blancas y de fuego. Mis favoritas son aquellas de alto calibre ya que volarle los sesos a alguien con ellas es asombroso.

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora