❧Capítulo L

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❧Isabella

Los globos rosados y azules que adornaban la entrada nos sacaron una sonrisa a ambos, sin mencionar el enorme cartel en dorado que les da la bienvenida a mis miniaturas.

-¡No puedo creerlo! - exclamo feliz.

-Le dije que no hiciera tanto alarde - habla el hombre a mi lado.

-Es precioso - murmuro.

La sonrisa se le fue y me atrevo a unir nuestras manos. Mi gesto no pasa desapercibido, sus ojos me detallan y su boca reclama la mía.

Se separa cuando el auto se detiene y debo reconocer que me gusta esto. Me gusta este nuevo Maximiliano.

-Mis sobrinos merecen lo mejor - suelta Marcos metiendo la cabeza por el vidrio del auto cuando estacionamos.

La mala cara de Maxs continua e intenta golpearlo, pero por lo visto, su amigo es más rápido y conoce cada uno de sus movimientos.

-Lo que les enseñas desde pequeños - lo molesta ayudándome a bajar.

La verdad es que puedo hacerlo sola, pero no me quejo de los mimos que recibo.

-¿Quieres tomarlo? - pregunto en dirección al alemán quien solo tiene ojos para Günther.

Asiente frenéticamente.

Acomoda sus brazos tomando primero la cabeza y luego el cuerpo. Vuelvo a sonreír cuando deposita un beso en su frente arropándolo más a él.

-Hola pequeñín - le habla.

Maximiliano se le pega sosteniendo a Raina, quien abre los ojos cuando reconoce la voz de su tío, logrando que su padre se ponga de mal humor.

Mi hija ha desarrollado un sexto sentido que la pone alerta cuando Marcos está cerca.

-Es mejor ir adentro - propongo.

Ambos hombres caminan con los pequeños como si no fueran un par de mafiosos mientras que a unos metros puedo ver como el Yakuza se mantiene firme, expectante de cada movimiento.

-¿La ayudo? - pregunta cuando llegamos a las escaleras.

Niego.

-Puedo sola, pero gracias - le agradezco ingresando a la casa.

Los segundos se hacen eternos al ingresar y el insulto que suelta mi esposo es la confirmación que necesitaba para mis pensamientos.

-Cuando se le pone algo en la mente, es bastante firme en eso - habla el Yakuza cuando nota que los ojos se me agrandan por la sorpresa.

El interior de la mansión está peor que el patio. Hay una infinita cantidad de globos, animales dibujados en pancartas y un montón de comida.

La temática "azul y rosa" se mantiene hasta en las personas que aguardan en la sala. Los pocos hombres que están visten de azul mientras que las mujeres están vestidas de rosado, a excepción de Azul, quien le hace honor a su nombre.

Me giro para detallar al Yakuza y no puedo evitar sonreír divertida al verlo de traje rosado chicle.

-¡Felicidades! - se acerca Lía. La italiana llevaba un vestido largo rosado pastel luciendo realmente hermosa. -Tienes dos hijos preciosos.

Me extiende un paquete que recibo gustosa y la envuelvo en un abrazo ya que hemos creado una hermosa amistad.

-Tú también estas preciosa - le hago saber.

Se sonroja y cruzo mi brazo por el suyo guiándola hasta donde están los pequeños.

-Debo arreglar algo - habla Maximiliano a mi oído antes de desaparecer escaleras arriba.

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora