❧Capítulo X (Parte I)

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La boda

Isabella

El día por fin había llegado, hoy después de largos días esperando celebraríamos la dichosa boda. Como de costumbre, no veía a Maximiliano hace horas, la verdad es que no entendía como podíamos casarnos si ni nos conocíamos.

En la semana habían sido pocas las palabras que compartimos y ni mencionar las veces en la que estuvimos en el mismo espacio.

Mentiría si digiera que no estoy nerviosa porque lo estoy, por más que todo este organizado tengo una opresión en el pecho que no sé cómo descifrar.

Anna a entrado y salido de mi habitación tantas veces que ya perdí la cuenta. Está peor que yo, asegurándose de que todo este perfecto. El largo vestido blanco descansa sobre la cama, no veo la hora de ponérmelo y terminar con esta locura.

Paso la mano por el joyero que le pertenecía a mi mamá viendo cual de sus joyas usar, nada deseo más que tenerla presente.

—¿Estas nerviosa? la voz de Mijaíl resonó en la puerta, estaba arrecostado en el lumbral con los brazos cruzados.

—¡Bastante! confieso.

Camina acortando nuestra distancia, demasiado serio para mi gusto, antes de que pudiese decir algo me rodea con sus brazos —¡Todo va a salir bien!afirmó y le creo.

Mijaíl tenía eso, con unas simples palabras podía darme la confianza que me faltaba.

Beso mi frente, sus labios estaban cálidos — ¡Todavía está en pie la idea de salir corriendo! – dice y suelto a reír.

Cuando éramos niños nos imaginábamos nuestro futuro, pasamos horas y horas haciendo planes tontos, ambos deseábamos formar una familia, pero conocíamos las leyes de la hermandad.

Él tenía nueve y yo seis el día que prometimos salir corriendo si nos obligaban a hacerlo con la persona equivoca. Ideas tontas de dos niños que creían que se podían comer el mundo.

—Creo que eso no pasará hoy.

—De todas forma, tienes la opción. – repitió antes de salir de la habitación.

Medeje caer en la silla. Una ola de preguntas surgió en mi mente. Me quede pensando por un buen rato en una ¿Era Maximiliano la persona equivocada? Era una pregunta que todavía no podía responderme.

—¿Te olvidaste de algo?pregunté cuando sentí una presencia detrás de mí.

—¡Todavía estas a tiempo de arrepentirte! la voz sonó áspera, distinta a la de mi hermano. Intente darme la vuelta para ver quien era, pero sus manos me detuvieron por los hombros. —Pensadlo bien, Maximiliano Wolf no es el hombre bueno que aparenta.

Cuando ya no sentí el peso sobre mis hombros me giré, pero no había nadie ¿lo había imaginado? Claro que no, no estaba loca, aun podía sentir el peso de sus manos en mis hombros.

Anna volvió a entrar a la habitación, pero esta vez con zapatos y un set de maquillaje, solo me miró y levanto el dedo en señal de todavía me falta buscar algo.

Bufé y me fui a dar un baño. No sé cuánto estuve bajo el agua realmente pero mi piel se empezaba a achicharra.

—¡Sal ya Isabella!me regaño mi amiga desde la habitación.

—¡Que pesada!me quedo callada cuando veo a Amanda, la nana de Maximiliano, parada en el medio de la habitación junto con Anna.

—Quería ver si necesitabas ayuda en algo su mirada era tan cálida y acogedora, gritaba protección por todos lados, como una madre.

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora