❧Parte I
❧Mansión Wolf
❧Alexander
—Ocúpate de arreglar una cita con Jim – pide Maximiliano.
Me encierro en el despacho en busca de tranquilidad e inicio la videollamada con el jefe de los Yakuza. Para nuestra suerte, es el más interesado en concretar la compra por lo que no se me hace difícil pactar una cita para los próximos días.
Apago el aparato al mismo tiempo que la puerta se abre. Mis ojos se centran en el diminuto cuerpo que ingresa sigilosamente.
—¿Qué haces acá? – indago.
—Hola ¿no? – empieza con sus juegos y que mal por ella, pero no tengo ánimos para eso. —¿Acaso dormimos juntos?
Le clavo la mirada y me sonríe mientras cierra con seguro y camina hacía el escritorio. No sé por qué no me muevo de donde estoy, pero me quedo inmóvil mientras se deja caer en la silla que está enfrente.
—El niño es importante para mí – habla y la voz le cambia. Suena como una dulce melodía de piano. —Habla con mi hermano, por favor.
—¡Tengo cosas más importantes que hacer! – exclamo.
—¿Qué cosas?
—No te importan.
Mi respuesta parece enfadarla porque se levanta, le da la vuelta al escritorio y gira la silla en la cual estoy. Se que debo parecer un idiota, pero no puedo dejar de ver sus ojos.
—Eso solo puedo decirlo yo.
Desliza una mano por mi pierna y reacciono deteniéndola por la muñeca.
—No sé a qué mierda estas jugando niña, pero termina ya.
—No estoy jugando
—Mírate – la señalo mientras me aparto. —¿Enserio crees que me podrías calentar? No seas ilusa.
Salgo sin esperar que me responda.
Fui un bastardo al decir lo último, pero tiene que alejarse. Seguirle el juego es peligroso, no solo por los problemas que me va a traer con su hermano sino también porque es menor de edad.
—Justo iba a buscarte – exclama Exequiel. —Lía y los niños ya...
Se queda en silencio cuando la puerta del despacho vuelve a abrirse. La boca se le abre cuando Azul pasa limpiándose las lágrimas por nuestro lado.
Y no puedo sentirme más mierda.
—¿Qué paso?
—Le deje las cosas claras.
Termino el tema ahí.
Busco la sala con afán y las dos personas más importantes de mí vida están allí, de pie junto a su madre. Lía es la primera en verme y llama a los pequeños, los cuales sonríen enormemente cuando me detectan.
—Padre – la voz de Giovanni corriendo en mi dirección me revive. Hacía semanas que no los veía y los extrañaba tanto como ellos a mí.
Lo espero arrodillado dejando que se aferré a mí en un cálido abrazo.
—Papi – exclama otra dulce voz que también corre como su hermano. Sus pasos son más apurados.
Intento no perder la estabilidad cuando el peso de ambos cae sin más sobre mi cuerpo. Y los apretó lo más que puedo.
—Fligi maschi – los saludo besando sus frentes.
La alegría en sus rostros me hace dar cuenta de que hice bien en traerlos conmigo. Se adueñan de mis manos y me llevan hacía la hermosa italiana que me sonríe.
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Rojo Carmesí
Romance¿Quién diría que el destino la uniría con un ser tan sangriento y despiadado como Maximiliano Wolf? Isabella Kozlova es una joven de dieciocho años. Alegre, simpática y demasiado extrovertida. Única heredera del jefe de la Bratva; aunque eso no le...