❧Isabella
Sus manos se movían circularmente sobre la fina tela de mi remera, como si estuviesen buscando la fuerza para subir un poco más.
Su aliento caliente chocaba sobre la piel descubierta de mi cuello mandándome una corriente de éxtasis a todas partes. Estaba mal y quizás por eso era tan excitante.
—No sé qué hiciste conmigo, pero lo único que deseo es quitarte lo que llevas puesto – habla.
Sus palabras me hicieron temblar, en el fondo yo también deseaba que lo hiciera.
—¿Aunque sea la esposa de tu hermano? – me anime a preguntarle y de la nada me giró obligando a nuestros ojos a encontrarse.
Sus faroles color miel arrasaron con la poca cordura que me quedaba, ni siquiera me moví cuando se fue acercando a mi boca todo lo contrario recibí gustosa el beso.
Sus labios eran el jodido paraíso.
Eran cálidos y suaves. Se movían en perfecta sincronía con los míos como si fuesen hechos para encajar mutuamente. Toma mi nuca profundizándolo mientras se adentraba con su lengua.
—Aunque seas la esposa de mi hermano.
Un hilo de saliva nos seguía uniendo al separarnos por la falta de aire. Estaba jadeando presa de la locura que ese simple beso despertó en mí hasta que sentí sus manos bajar mi pantalón.
—¿Qué haces? – pregunte nerviosa.
Él solo me miro y sonrió terminado con lo que empezó.
—Separa un poco las piernas – me pidió y no sé por qué mi cerebro se negaba a desobedecerlo.
Lo vi ubicarse sobre sus rodillas y aprete los ojos cuando uno de sus dedos toco mi clítoris. El calor que comenzó a surgirme con sus suaves movimientos me desestabilizo al punto de sostenerme de sus hombros.
—Estas muy mojada cuñada – dijo mientras me penetraba con uno de sus dedos. No deja de hacer los movimientos circulares en ningún momento mientras que sacaba y metía el dedo.
Cuando pensé que no podía sentir más placer, algo húmedo y viscoso reemplazo uno de sus dedos.
—Oh por dios – no pude evitar gemir ante el contacto de su lengua. No aguantaba más, el cosquilleo que sentía amenazaba con matarme y ahogue un grito cuando todo ese placer exploto.
Acababa de correrme en la boca de mi cuñado y lejos de molestarme la idea de volver a hacerlo me atrapo.
—Sabes muy rico – dijo saliendo de entre mis piernas con una enorme sonrisa que tiño mis mejillas presa de la vergüenza.
Me ayudo a subir mis pantalones y las bragas al mismo tiempo que se acercaba de nuevo a mi boca, Me beso salvajemente mientras apretujaba mis nalgas.
—Si no quieres que vuelva a quitarte todo y hacerte el amor justo ahora vete – sentencia.
Se aleja unos milímetros a lo que reniego ya que me empezaba a molestar el frio que se sentía sin él.
—¿Y si no quiero irme?
—Voy a hacerte el amor, pero no con tanta gente en lugar – susurra en mi oído – Quiero escucharte gemir mi nombre sin miedo.
Se aleja ingresando al cuarto de baño y no se que hacer, estoy en su habitación parada como tonta y demasiado excitada.
Por instinto salgo y me dirigió a la mía, en donde cierro apresurándome al baño, la imagen de Maximiliano desnudo secándose con una toalla me deja boca abierta.
Aun sigo caliente.
❧
❧Maximiliano
Sonrió al verla ingresar y me trago las ganas de preguntarle donde estaba cuando sigo hacia donde está mirando mi verga
La cual se puso dura con sus sola presencia. Anticipo lo que quiere cuando la veo pasar saliva y me masturbo frente a ella quien me mira fijamente.
—¿Se ve bien? – le pregunto sin dejar de deslizar la mano por mi longitud.
Asiente.
—¿Sabes dónde se vería bien?
Niega dando dos pasos hacia delante. No deja de mirarme el miembro aumentando mi deseo.
—Dentro de ti, follandole duramente – la tomo del brazo acercándola y es ella sola la que se desnuda rápidamente. Esta ansiosa y me atrevería a decir que caliente.
Me siento en el retrete olvidando por completo que odio esta posición y palmeo mi regazo. Se acerca aun más mientras cruza las piernas centándose arriba mío.
Beso su cuello con desesperación chupando a mi antojo, sus pequeños pechos están bien erectos, me los llevo por turno a la boca mientras dejo pequeños mordiscos en ellos.
—¿Quieres que te folle?
—Si – responde y rápidamente la elevo lo necesario para ensartarla. Sus paredes de abren ante mi tamaño abrigándome con el calor de su interior.
Ambos jadeamos, estamos en una posición demasiado placentera que le permite engullirme entero, me afirmo de su cintura comenzando a moverla, no suelto su cuello.
Es un mar de jadeos.
De la nada toma el control y es ella la que salta como desquiciada sobre mi miembro, cierro los ojos cuando noto que estoy cerca del orgasmo y nada me prende más que llenarla con mi semen.
El cual espero que pronto la preñe, dándome el hijo que tanto necesito. Grita clavándome las uñas en el hombro presa del orgasmo e ignoro el dolor que me hizo sentir en el orificio donde me dio la bala.
Me levanto aun dentro de ella y nos dirijo a la ducha en donde lavo mi cuerpo nuevamente y el de ella.
—Lo siento tanto, te lastime – exclama al ver las gotas de sangres. La veo correr desnuda de nuevo al baño por el botiquín y hace lo mismo curarme y vendarme el brazo.
—No me lastimaste, me follaste – afirmo robándole un beso y me despido ya que están esperándome abajo.
Ella se queda desnuda en la cama y verla ahí vuelve a endurecerme.
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Rojo Carmesí
Romance¿Quién diría que el destino la uniría con un ser tan sangriento y despiadado como Maximiliano Wolf? Isabella Kozlova es una joven de dieciocho años. Alegre, simpática y demasiado extrovertida. Única heredera del jefe de la Bratva; aunque eso no le...