❧Capítulo XVI

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Isabella

El dichoso día del viaje había llegado. Las personas del servicio comenzaron a subir mis cosas al auto por la mañana temprano haciéndome notar que no existía vuelta atrás.

Salí de la cama sin hacer ruido ya que no quería despertar al hombre que nuevamente dormía a mí lado. Era temprano, demasiado temprano, el sol ni siquiera había salido.

¿Así lo haríamos desde ahora en más?

Tome una corta ducha, me cambié y baje. Las lágrimas no dudaron en salir cuando vi el enorme cartel que Mijaíl y Anna me habían hecho.

—¡Te voy a extrañar tanto Isa! mi amiga se me viene encima y no dudo en abrazarla. No puedo creer que me alejaría de ella cuando prometimos siempre estar juntas.

—Sabes que siempre vas a tenerme ¿no? habla Mijaíl.

Anna se aleja para darle lugar a mi hermano, tiene el rostro triste y la nostalgia me surge al saber que también voy a alejarme de él.

—También los voy a extrañar, voy a venir lo más seguido que puedalos dos me abrazan de nuevo.

Mi padre ni siquiera vino a despedirse, no me sorprendía en realidad, después de la borrachera del otro día ni siquiera me dirige la palabra.

La tarde llega junto con Maximiliano y su amigo. Respiro hondo cuando siento la presencia de mi cuñado detrás. Abordamos el auto que nos lleva a la pista en donde un enorme avión nos espera.

Al subir al jet cada uno estuvo en su mundo excluyéndome prácticamente, Maximiliano no dejaba de discutir con alguien por teléfono, nana hablaba con Marcos mientras que esté no sacaba la vista de la computadora y Samuel leía unas fotocopias que asumí eran de la universidad.

—¿Qué estás haciendo? me acerque hasta donde estaba Samuel, quien me sonrió al verme.

Y maldije por lo que eso provocaba en mí.

—Tengo que terminar un trabajo sobre moléculas y no comprendo una formuladice sacudiendo los papeles en el aire.

No puedo evitar detallarlo y los pelos todos desordenados le dan un aspecto hermoso. Mi mirada va hacía las hojas que tiene sobre las rodillas y nada me gustaría más que estar en su lugar.

—¿Puedo ayudarte?pregunto y asiente feliz.

Me da un montón de hojas y me pongo a leerlas, no entiendo mucho, pero me esfuerzo ya que se que es lo más cerca que voy a estar de estudiar lo que amo.

En realidad, mis intentos por ayudarle fueron en vano, es él quien me explica y yo asiento intentando seguirle el ritmo.

Las horas de viajes no se hacen tan largas en su compañía. Y me alegra saber que a donde vamos, el va a estar ahí. 


Maximiliano

Si algo me molesta es que las cosas no salgan como espero, hace días que se tenía que firmar un acuerdo de compre y venta y aún no hay noticia.

Ingreso al compartimiento compartido en busca de Marcos y verla sonreír mientras habla con mi hermano me hace parar en seco. Se la ve bien ya no está triste ni llorando y por alguna extraña razón eso me gusta.

Es feliz estudiando

Una voz habla en mi cabeza y la idea no me parece tan desquiciada, puede darme hijos y al mismo tiempo seguir sus sueños.

—Encuentra al infeliz de Pablomi voz los pone alerta a todo. 

Mi amigo asiente, juro que voy a matar a ese idiota ni bien llegue.

—¿Cuándo abren las inscripciones a esa carrera?le pregunto a mi hermano, quien deja todo y me mira como si no entendiera mí pregunta.

—Supongo que, dentro de un mes, cuando termine el cuatrimestre ¿Por qué?

Guardo silencio por unos segundos reafirmando mi decisión y sigo sin encontrar algo malo en ella.

—Avísame por favor y trae los papeles necesario para que Isabella pueda comenzar cuando antes digo y cuatro pares de ojos me miran como si hubiera dicho algo impropio.

—¿Qué estás diciendo? ¿Es enserio? la veo pararse y prácticamente correr hacía donde estoy.

Si no fuera porque viene contenta juraría que iba a golpearme.

—¿No era lo que tanto quería estudiar? Si preferís otra cosa podemos...

—No claro que no, si quiero estudiar bioquímica me interrumpe y confirmo que verla sonreír de esa manera me gusta demasiado.

–Gracias.

No sé cómo reaccionar cuando se me viene encima abrazándome. Sus brazos se cierran mi cuello y me aprieta a ella, el contacto de su cuerpo manda una corriente eléctrica a mi pene.

—Tengo una única condiciónla aparto sutilmente antes de perder el control. —No quiero que te separes de los escoltas en ningún momento, no soy alguien normal no hace falta que te lo diga y no quiero que nadie te use para dañarme.

Ella asiente entendiendo y me disculpo cuando el celular vuelve a sonarme. Esta eufórica de la felicidad y eso me hace bien.

Los problemas siguen apareciendo y maldijo el haber estado tanto tiempo fuera. 

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora