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Wanda M.

— ¿Cómo lo conseguiste?

— ¿El que?

— Mikkaela... Se rehusó por meses a declarar, y eso casi nos hace perder el caso.

Sonreí observando aquellos documentos que ponían en prisión al padre de la chica.

— Tuvimos suerte, supongo.

— "Suerte"... Maximoff... ¿Vendrás a la fiesta? Todos quieren felicitarte... 5 casos exitosos en tú primer mes, ¿tratas de romper algún récord?

— ¿Récord? Tu carrera es un récord, Foster.

— ¡Vamos...! No hay otra chica en el grupo, Rogers y sus secuaces son terriblemente aburridos.

La castaña tomó mi mano y me guió hasta su auto sin darme tiempo a protestar.

Resulta ser qué las personas en Rusia son terriblemente conservadoras, excepto por Jane, aunque ella no es rusa, se graduó en la NYU. Y por aquel último mes había sido la única persona con la que intercambiaba palabras que no tuviesen que ver con el trabajo.

Llegamos al recinto, y a pesar de que todas las personas ahí vestíamos traje, el ambiente no emanaba ninguna especie de seriedad, por el contrario, podías llegar a sentirte como en alguna fiesta adolescente, pero con muchos más millones en el presupuesto.

— ¡Mis abogadas favoritas, vengan aquí!

Rogers nos saludó con palmadas en la espalda y una gran sonrisa, a juzgar por su aliento quizá es que tenía copas de más.

Foster rápidamente se integró y comenzó a ordenar varios tragos, pero me negué. Durante semanas mi cabeza había permanecido en la esposa de Steve, y eso estaba por volverme loca. Principalmente por qué no había tenido la fortuna de encontrarla de nuevo.

El club era de varios pisos, todo extremadamente lujoso... Llegaba a ser incluso abrumante. Jane me contaba sobre la historia del motor arruinado de su auto, y yo trataba de prestarle atención, pero se tornaba aburrido, acercaba su boca cada vez más a la mía, y eso comenzaba a poner las cosas tensas, opté por desviar la mirada a cualquier cosa que no fuesen sus senos expuestos por el espacio sin abotonar de su camisa.

Fue entonces cuando al alzar la vista pude observar a la misma mujer rubia de la cena, a la esposa de Steve.

Se encontraba recargada en el barandal del segundo piso, sola... Miraba a todos con cara de pocos amigos.

Aproveche a que Steve reía y bromeaba con los demás para preguntar lo más inapropiado del mundo.

— Rogers, ¿por qué tu esposa no baja con nosotros?

Quill y Banner rodaron los ojos al mismo tiempo que daban miradas cómplices a Steve.

— Ella es... Aburrida, le molesta todo, interrumpe las conversaciones... Pensándolo bien quizá la presencia femenina la hará menos molesta, ¿por qué no vas a buscarla?

— Oh, bueno, ¿debería?

— Démosle una oportunidad — respondió como si se tratase del asunto con menor importancia del mundo.

— Lo he intentado, no le agrada estar aquí, ¿por qué no la dejas?

La boca de Jane pegada a mi oído casi me hace pasar por alto su tentadora mano acariciando mi pierna por lugares peligrosos.

— Sería de mala educación no invitarle, incluso si lo rechaza, ya vuelvo...

La alejé de mí con cautela escuchando como se quejaba tras mío. Ella no tenía idea de mi condición, y a juzgar por las señales que me había estado dando en el último mes, si dejaba las cosas pasar todo se haría un problema.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora