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Wanda M.

Natalia sujeta mi cuello impidiendo que nuestras bocas se separen. Ninguna de las dos queremos eso, separarnos.

De un momento a otro sus labios se deslizan por mí cuello, y un hormigueo crece en mí. Pero no es el momento adecuado para que nada comience a crecer.

He estado con mujeres antes, pero de alguna manera no se me ocurre cómo sostenerla sin verme imbécil.

Natalia muerde su labio inferior y acomoda sus codos sobre el ventanal del mirador. Me acomodo en su costado y cruzó una de mis manos en su cintura.

Usa un enterizo ajustado que me deja observar su piel erizada con facilidad. Sé lo que haré. La cosa más trillada que existe en el mundo. Retiró mi saco con nerviosismo y lo colocó sobre sus hombros. Ella sonríe y apoya su cuerpo sobre el mío.

— Puedes quitarme el frío también...

Noto que busca colocarse en frente de mi cuerpo, pero sujetarla por la espalda no es una opción. No a menos que quiera verla correr al sentir cosas extrañas.

//

— ¿De verdad nunca, jamás, en tu vida entera has jugado Mario Kart?

Natalia negó bebiendo del sunset que había estado en la cajuela de mi auto un tiempo.

Hizo una mueca de disgusto.

— Esto es horrible, prefiero el vodka... Pero, respondiendo a tu pregunta, no, es decir, supongo que alguna vez lo he mirado en algún sitio y pienso que quizá sea divertido, ya sabes, conducir sobre una moto banana con ese monito gigante, pero, no...

— ¡Lo jugara, lo prometo! Conseguiré una consola, y jugaremos todos los juegos del mundo.

— Tengo la sensación de que todo lo que yo no he hecho, tú lo sabes hacer de memoria.

— Se equivoca. No tengo idea cómo consigue ser más hermosa que el día anterior, siempre.

Natalia baja la mirada tan solo un poco conteniendo su sonrisa. He descubierto que no se sonroja, sus mejillas nunca se ruborizan... O quizá es que sabe ocultar sus emociones muy bien.

Me gustaría que nunca tuviese que ocultarlas conmigo. Quizá se lo diga después. Quizá.

— ¿De verdad piensas eso?

Toma mi saco de las orillas y lo aprieta a su cuerpo mientras se encoge en él.

¿Es un hecho o casualidad que deba verse bien en mis ropas?

— Lo hago. No debe dudar.

— Acabo de conocerte.

— Pero me ha pedido un beso, supongo que eso debe otorgarme un voto de confianza o lo que sea...

Se recorrió hasta quedar entre el hueco de mi brazo y cintura, una vez ahí acercó sus labios a mi cuello para dejar un pequeño beso. Uno pequeño y lento que de no ser porque mi cuerpo se colocó en alerta Natalia, no podría haberlo sentido.

— No quiero regresar a casa sola... — sentí mi garganta cerrarse, pero no se lo demostré — no pienses mal, solo, me gusta estar junto a ti. No sé porqué, solo sé que cuando estamos juntas puedo percibir el mundo distinto, y creo que me gusta más el mundo que percibo con tu voz de fondo.

Me levanté de ahí sujetando su mano. Con la otra libre tome las cosas sobre el césped y comenzamos a caminar hacia el auto con una sonrisa.

— Puedes venir al hotel conmigo.

— No, es decir, el hotel está afiliado con Romanogers, y si me ven ahí...

Fruncí los labios desanimada. Se que será así. Se que cada cosa con Natalia será secreta, y, nunca he estado en nada secreto con nadie alguna vez. Nunca he sido de las que aman en voz baja pero entonces observó su mirada esmeralda, y sus labios rojos y carnosos, escucho su voz y sé que no me molestaría intentarlo.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora