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Natalia R.

- Laufeydottir

-Mi apellido tiene estilo, no como el tuyo.

-Romanova es uno lindo...

-Todos te dicen "Romanoff"

-Basta

-Bien

-Bien

- 7 años sin vernos, me llamas en plena víspera de navidad... Y, yo, vengo hasta aquí a escondidas de tu familia medieval. Lo de la peluca me hace creer que es algo serio, espero buena paga.

Frente mío, la mujer con la que cometí las locuras más grandes de mi vida.

Sylvie.

Sylvie Laufeydottir... Investigadora privada, originalmente nacida en Francia, criada en las calles de moscow.

Mi mejor amiga, también.

Ya no estoy tan segura de sí seguimos siendo cercanas.

— Estoy en problemas, en unos serios problemas.

— ¿Malversaciones? Oye, sé que soy increíble en mi trabajo, pero tu familia está repleta de abogados.

— Necesito que me ayudes a divorciarme de Steve, Sylvie.

La rubia abre los ojos grandes y bebe de su vino mientras mantiene nuestras miradas unidas.

— Me hiciste regresar por la misma razón que me hizo marchar, Natalia, te advertí que no te juntaras con ese hombre.

Una pizca de enojo me envuelve. Quiero tirar abajo la mesa en medio de nosotras, quiero tomar a todo Dios y molerlo a golpes porque sé que todo lo que sucede en mi vida es mi culpa.

Sueño con tomar a esa Natalia de 17 años y llevarla a otro puto continente lejos de Steve y así evitar que se enamoré de él hombre que se convertiría en su perdición.

— Desafortunadamente no tengo una máquina del tiempo, Sylv.

— ¿El por qué? No me has dicho.

Una sonrisa involuntaria se escapa por la comisura de mis labios.

— Conocí a alguien.

— Dejar a Rogers es ganancia, pero, ¿dejar todo por otro hombre? Nat, destruir tu legado familiar debe ser por ti, o por nada. Hablamos de miles de millones.

Siento mi rostro enrojecer.

— No es un hombre... Es abogada, y es estúpidamente atractiva, Sylv.

Mi mejor amiga comienza a carcajearse tan fuerte que el mesero se acerca a revisar que esté todo bien con ella.

Sigue riéndose...

Sigue...

Aún.... Ahora le falta el aire, bien.

Ya.

— Natalia Romanova enamorada de una mujer, encima abogada... Si bien Steve Rogers fue suficiente para ceder tu libertad humana, entiendo que una mujer sea suficiente para echar a la hoguera el sello más importante de Rusia.

— Lo vale. Si me lo pidiera, quizá lo haría. Pero también quiero proteger mis intereses, por eso es que te busco.

— Lo vamos a embarrar, Nat, si eso es lo que deseas. No será tarea difícil.

— El adulterio no es un delito, ¿verdad? En algún periódico leí que lo despenalizaron.

Sylv lo medita.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora