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Natalia R.

Atravesé la explanada del lugar hasta llegar a los sanitarios. Por suerte eran cubículos individuales.

Asegure la puerta tras mío una vez que note que Wanda era la única dentro.

— Hey...

— Estoy haciendo pipí.

La voz de Wanda salió en un hilo, sé que está llorando, sé que está llorando y ahora me siento una idiota.

— No estás haciendo pipí...

— Lo haré.

- Wanda, ábreme. ¿Por favor?

La escucho soltar un gruñido, pero después el seguro de la puerta se bota.

Al abrir, la encuentro sentada sobre la tapa de la taza, con los codos apoyados en las rodillas, las manos en sus mejillas y un par de lágrimas sobre su rostro.

— Soy una idiota, y merezco tu odio por hacerte llorar, yo-

Wanda alza la mano obligándome a guardar silencio.

— No es tu culpa, no, yo... Entiendo, es un lugar público, hay muchas personas... Sé mis límites, los conozco y por un momento al verte así... Tan hermosa, al tenerte tan cerca solo he querido besarte y no pensé en las consecuencias. Es, es culpa mía, sí.

Wanda no puede parar de llorar. Y sé que no lo hace por ser víctima, es que Wanda es así, sensible. No teme mostrar cuando algo le lastima, no teme mostrarse por quien es, porque ella siempre está siendo ella incluso cuando no lo intenta.

Y se, mientras me subo a su regazo, y juntó su rostro a mi pecho buscando contacto entre ambas, que ella jamás lo dirá, pero Wanda no está destinada a ser un secreto.

Jamás podría avergonzarme de amarla a ella. Pero siempre estaré avergonzada de que ella me ame a mí.

Se que no podemos ir por la calle de la mano, que no podemos salir a cenar a cualquier restaurante, y no podemos besarnos en cualquier momento solo porque nos place, porque yo soy Natalia Romanova, y estoy casada con Steve Rogers. Y la cantidad de cosas horribles que sucederían si Steve se enterase es algo que no quiero que Wanda descubra nunca, porque no tiene la necesidad de hacerlo.

Ella levanta su rostro entre mis manos, y hace un pequeño puchero mientras sus manos sujetan mi cintura fuertemente.

-Lo siento de verdad, pequeña... sabes que me gustaría poder-

- Lo sé, Nat... No estoy llorando porque seas horrible, solo estoy llorando porque llorar es bueno.

Entonces ella se carcajea y une sus labios a los míos. Y siento que puedo volver a respirar sin sentir dolor.

Pero no quiero que ella se sienta así alguna vez.

-Y también lloro porque a veces amar puede hacernos sentir desdichadas, pero sabes que eso no me importa.

Los labios de Wanda toman mi labio inferior, y lo succionan entre los suyos tan solo un poco, mis manos acarician su cuello, e imitó la acción.

-No quiero hacerte sentir desdichada.

-No dije que usted me hiciera sentir así, señorita Romanoff... - las últimas palabras las susurra por lo bajo haciéndome reír.

Wanda se recarga sobre la estructura de metal en sus espaldas, y acomoda mi cuerpo sobre el suyo.

Sus caricias fueron subiendo el tono, y cuando sus besos descendieron por mis senos supe que la situación había cambiado de tono rápido.

-Wanda...

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora