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Natalia R.
Me hubiera gustado poder decir que desde esa última tarde lluviosa ha habido más besos, pero sería mentira.
No ha sido así.
Después de eso tuve una extensa plática con Wanda: una profunda e incómoda plática. Odio que sea tan políticamente correcta todo el tiempo, no quiero que se preocupe tanto por mí, solo quiero que estampe sus labios contra los míos de manera salvaje, pero no, ella es una persona decente.
Y también me gusta por ello.
Nos hemos distanciado un poco pero no en un mal sentido.
Le conté detalle por detalle todas las cosas que había tenido que pasar... El fuerte militar donde desperté, el embarazo, los golpes durante y después del embarazo, ella fue la primera persona a quien le conté en voz alta todo lo que Steve solía gritarme mientras jalaba mi cabello.
Incómodo, muy incómodo.
Wanda se rompió cuando le hable sobre el embarazo, con bastante molestia se quejó sobre la violencia obstétrica y esas cosas, se veía muy culpable así que me vi en la responsabilidad de aclararle que no era de esa forma, que ella no pudo haber imaginado lo que me sucedía y que, yo sabía que si la llamaba iría a ayudarme. Le dije eso. Lastimosamente las cosas no funcionaron de esa manera.
Igualmente, descubrir que en ti residen traumas que debes sanar no es nada placentero.
Tuvo que ser de la misma forma con Yelena... Una y otra vez, con Yelena no fui tan explícita como con Wanda. Ella también se veía demasiado preocupada y culpable, no dejaba de pedir disculpas. No es que crea que las disculpas sean tontas, pero verdaderamente no me sirven de nada, además, no necesito una disculpa de su parte, de ninguna de las dos. Solo puedo agradecerles por no dejarme morir.
Eventualmente les dije todo, menos lo bueno.
A Yelena no pude contarle que quien pactó su primera aparición artística lejos de casa fui yo, mucho menos pude decirle que fue así porque la quería tanto que no podía dejarla crecer en aquel país. A Wanda tampoco pude explicarle que, todas las cosas horribles que le dije ese día fueron para protegerla, no dudo que lo entienda, no sé si esté molesta por ello aun, pero creo que la necesidad de contarle tiene que ver con la honestidad entre ambas, no quiero que crea eso de mí, ella no fue algo pasajero, es la única mujer que me hace suspirar a cada segundo, mi primer y último amor, creo que es algo muy cursi así que no lo diré en voz alta jamás.
— Sonare como una idiota, pero simplemente quiero estar contigo, es todo lo que quiero ahora.
Wanda junta su nariz a la mía y ríe como un pequeño bebé.
- Eso es todo lo que deseo también, pero no creo que sea lo que necesites. No creo que esto sea lo que necesitemos justo ahora.
Sigo molesta por eso, no molesta en serio, pero si me hizo enojar, yo quería continuar besándola y ella insistía en que debía tomar terapia y atender los latentes asuntos que me acabarían perjudicando tarde o temprano.
Es por eso que ahora, la doctora Hann toma nota sobre su libreta de todo lo que le he dicho, y diré por el resto de cuarto de hora que queda en nuestra sesión.
- Han dado el veredicto sobre el juicio contra Steve Rogers ayer por la tarde. Me enteré.
Desvío la mirada con evidente desagrado.
- Natalia, sé que venir a terapia es una cosa ridícula para ti, pero verdaderamente debes externarle a alguien cómo te sientes, creo que ambas hemos hecho un gran progreso en la parte de la confianza, déjame preguntarte, y por favor, sé honesta. ¿Cómo te sientes respecto al veredicto, que, yo aún desconozco?
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"Postales de amor." - Wandanat (g!p)
RomanceDonde Wanda Maximoff ha conseguido un lugar en el sello jurídico más importante de Europa, y Natalia Romanoff es esposa del presidente. (Wanda g!p) Para ti, siempre.