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Wanda M.

Solo para empeorar más el día, Steve Rogers ha llegado antes del horario esperado.

En el ambiente laboral se siente un cambio abrupto. Mucha más tensión, incomodidad, en fin. Tener de vuelta a Banner y Quill no es tampoco ninguna de mis cosas favoritas.

Afortunadamente hasta el momento he logrado aplazar el tener que rendir cuentas a Steve, pero tenemos un almuerzo de trabajo, y no, eso no lo puedo evitar.

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He sido de las primeras en llegar al lugar, pero solo porque quiero ser de las primeras en marcharse también.

— No parece ser de las que lucharon mucho en colegio... Quiero decir, con todo respeto, abogada, pero puedo apostar que fue de las cool chick's

Siff, una de las residentes en práctica. La mejor en su grupo.

— Dios, Siff... Créeme cuando digo que luché cada día en la universidad, no creí ni siquiera llegar a graduarme porque no podía memorizar las cosas.

— Cuando monte su propio sello, ¿puedo trabajar con usted?

Siff rió recargando su cabeza en mi hombro así que la imité.

Jane nos observa desde el otro lado de la mesa. Lo hace con el rabillo del ojo mientras ella discute con otro grupo de residentes. Se que esta apenada pero aun es muy pronto para perdonarla.

Con los ojos sobre el móvil, me tomó por sorpresa ver a todos en la mesa ponerse de pie. Es Steve, Steve y su esposa.

Nat...

— ¿Todos los de esta esquina se pueden recorrer? Agregaremos mesas de más para que todos consigan lugar.

Nos recorrimos tal y como la camarera indicó.

He acabado a tan solo unos pocos asientos del feliz matrimonio principal y debo decir que es horrible.

Natalia usa un vestido rojo descubierto de la espalda, pero ajustado a su cuerpo. Banner y Quill aparecen por la puerta, y sin saludar a nadie se dirigen a donde Steve.

Natalia no me mira, no en lo absoluto. Bastaría con que volteara sus ojos unos segundos para encarar los míos, pero no lo hace. Y puedo entender por qué.

Quill suelta una risotada que llama mi atención. Entonces es cuando me doy cuenta que tanto el cómo Banner tienen los ojos clavados en el trasero de Nat de manera descarada. Steve la observa, después a ellos, y emite una mueca de gusto, por si fuese poco, lo puedo ver recorrer su mano de la cintura de la rubia hasta su trasero, una vez ahí lo aprieta de manera asquerosa. Quil y Banner le guiñan el ojo y felicitan como un par de adolescentes hormonales.

Natalia no se queja, no lo regaña, no dice nada. Puedo verla recorrerse de costado para encubrir la acción de Steve. Intenta retirar su mano, pero este le susurra algo al oído, que, a juzgar por su semblante, la ha hecho enojar.

Es entonces cuando después de tanto une su mirada a la mía, y ahí está, pena... Esa sensación de vergüenza, pero ahora no se decir si siente pena por mí. O por sí misma.

Siento que mi mandíbula amenaza con romperse debido a la presión que he estado ejerciendo en ella los últimos minutos. Se que quiero tomar las botellas de vino en la mesa y estamparlas en la cabeza del idiota de Steve.

De nueva cuenta tomamos asiento en la mesa, las formalidades comienzan, Steve habla de sus hazañas en Hungría, sus amigos le festejan, y de vez en cuando toma la cintura de Nat acercándola a su cuerpo, sin un poco de delicadeza. Lo hace por la simple razón de querer hacerle saber a todos los que la miran en la mesa que ella es suya, que le pertenece.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora