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N. Romanoff

— ¿Por qué siempre eres tan buena con la comida? No es justo, yo soy pésima.

Wanda bebe de su jugo y hace un pequeño puchero observando el plato vacío de la comida. En los meses que hemos pasado juntas he descubierto que la lasaña es su platillo favorito.

— Práctica, supongo.

— No

— ¿No?

— Tus manos son mágicas, esa es la verdad.

Wanda roza su nariz con la mía, y de manera lenta va dejando muchos pequeños besos por todo mi rostro, haciéndome reír.

Intento devolvérselos, pero se mueve rápido entre risas, hasta que finalmente sus labios se encuentran con los míos.

¿Ya he dicho lo bien que Wanda besa? Probablemente estoy enamorada, quizá es eso... Pero sus besos son adictivos, quiero que me bese todo el tiempo.

Todo el maldito tiempo.

(+18)

— Tienes razón sobre eso, mi amor, mis manos son mágicas...

Me coloco de rodillas frente a la silla del comedor, y separó sus piernas... Wanda me observa sorprendida, una de mis manos sube a masajear el bulto que la lleva molestando desde que comenzó la cena.

— No me refería a eso... Yo

No puedo evitar morder mi labio inferior.

— Pero sabes que lo quieres...

Una vez que liberó su miembro al aire, Wanda sonríe.

Voy dejando pequeños besos en toda la base, y la escucho suspirar fuertemente. A los segundos afirma su agarre en mi cabello.

Amo cuando hace eso.

— Puedes ser realmente sucia cuando te lo propones, bonita.

— Solo piensas que soy bonita cuando estoy de rodillas, Maximoff...

Introduzco la punta a mi boca, y Wanda echa la cabeza hacia atrás disfrutando la sensación.

— S-sabes que no es cierto... Pienso que eres bonita todo el tiempo, incluso cuando no puedo verte.

Mi mano izquierda va de arriba hacia abajo en su miembro, mientras que mi boca continúa prestando atención donde debe.

Mi corazón acaba de derretirse ante sus palabras. Es un hecho.

Al cabo de unos minutos Wanda toma mis manos y me jala hacia ella. Se pone de pie conmigo en su agarre, y me coloca contra la pared. De manera ágil va deslizando mis vaqueros, uno de sus dedos se dirige a mi centro, y comienza a tocarme de la manera en que solo ella sabe.

— Solo uno, ¿bien? Quiero ir a esa fiesta.

Wanda toma uno de los condones de la caja que tiene en su encimera. Rompe el plástico, y de manera rápida lo coloca sobre su miembro erecto.

— ¿Dos?

Hace un pequeño puchero, y yo ruedo los ojos en respuesta.

Me toma de la cintura y me coloca de espaldas hacia a ella, pega su cuerpo al mío, y comienza a restregar su miembro en mi trasero, mis manos se pegan a la pared buscando estabilidad, y ella suelta una pequeña risa mientras la siento introducirse en mí de manera lenta.

— Tú pedirás por la segunda vuelta, preciosa.

Gruñó molesta ante su comentario, y ella comienza a embestirme en un ritmo lento.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora