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Natalia R.

— ¿Me crees alguna clase de imbécil del que puedes burlarte cuando desees?

El coche está en marcha, pero los gritos han comenzado.

— Solo conduce, Steve, hoy no estoy de humor para discutir.

Él se carcajea.

— ¿Dónde estabas?

— En casa de tú puta madre.

El insulto está de más, solo tenía ganas de insultarlo. A veces ser educada todo el tiempo puede ser cansado, especialmente con él.

De nuevo suelta un golpe contra el apoyo del auto.

La madre de Steve murió años atrás. Quizá me pase de la raya, no me importa mucho.

— Puedes hablar o lo averiguaré por mi cuenta, averiguare donde carajo te has estado escabullendo los últimos meses, ¿crees que no me he dado cuenta? Lo sé todo, Natalia, cuando no estoy, sé lo que haces, yo no soy un hombre al que puedes engañar.

— Me importan un carajo tus delirios de grandeza. Quizá deberías averiguar el número de un buen terapeuta, y tomar al menos 30 citas.

Mi voz sale dura, y concisa pero mi cuerpo por dentro se tambalea. Hemos discutido muchísimas veces en las últimas semanas pero han sido todas peleas tontas, una palabra, un comentario, no querer acostarme con él o negarme a asistir a las reuniones con sus amigos.

Nunca había mencionado nada como lo anterior.

Eso es una alerta roja, definitivamente. Steve hurgando en mis asuntos no es algo que necesite, menos ahora.

Y no es que cualquier cosa que él descubra en general pueda asustarme.

Por ahora lo único que me aterra es Wanda, y Yelena... cualquier cosa que deba hacer para protegerlas, no dudaré un segundo.

- Laufeydonttir ha regresado a Rusia.

- ¿Quien? – Finjo demencia.

¿Cómo carajos se entera tan rápido? Mierda

El coche se detiene y Barnes se acerca para abrirme la puerta del auto.

Suspiro pesado, cada paso que mis tacones dan por el camino de piedra hasta la puerta de la casa de Steve es un infierno. No quiero entrar, realmente no quiero hacerlo.

Aun así, no puedo desaprovechar la oportunidad de obtener pistas nuevas.

Tan pronto la puerta se cierra tras nuestro Steve se aproxima a tomarme del cuello. Nada cómodo.

- Suéltame.

Ignora mis palabras y me coloca contra la pared del comedor. El impacto lastima un poco mi cabeza, pero no lo demuestro. Es un poco la costumbre.

- Te viste con ella hace dos semanas, se la hora, el lugar, ¿para qué?

Lo apartó de un empujón, pero él me imita aporreándome de nuevo contra la pared.

- Es mi amiga, Steve, desde mucho antes de que tú aparecieras con tus calcetines llenos de hoyos a joderme la vida.

- ¿Arruinarte? Por dios, soy lo más interesante que te ha sucedido en 25 años.

Por momentos, de manera casi genuina deseo obtener alguna especie de poder, así como en los cómics que Wanda lee. Alguna clase de habilidades especiales para poder molerlo a golpes. Por muchas ganas que tenga de hacerlo y por mucha valentía que pretenda tener, al final del día no puedo igualarlo, y eso apesta.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora