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Natalia R. (Flashback)

— Si no te mueves te aplastare el pie.

Ambos reímos de mi comentario. Pero no bromeo, la tentación de reventarle los dedos me consume... debería, pero eso me pondría en prisión, y justo ahora tengo que ir en busca de una sokoviana increíblemente atractiva, no de una cadena perpetua.

— ¿Sabes cómo se ordenan las calles en Sokovia?

Mi sonrisa se borra, la de él no.

— Es una pregunta, Nat — insiste.

Siento mis manos humedecerse, están sudando, sudan tanto que pueden resbalarse por el cuero del volante, aprieto con más fuerza.

— ¿Por qué habría de saberlo?

Se deshace de su saco y lo lanza hasta el asiento contrario por la ventana.

-Pensé que estarías lo suficiente familiarizada con el sitio.

— Pensaste mal.

— En suma, tanto la numeración de las calles como de las casas, sube siempre de norte a sur y de oriente a poniente. En la calle Zhefix... Si, así es como se pronuncia, como sea, no es un sitio muy lindo, de hecho, es de los barrios más bajos de la capital. En cuestión, la calle contiene alrededor de 60 casas, el frente de la izquierda tiene los impares, y el de la derecha los pares.

— ¿Que carajo me importa a mí la puta calle zemierda y las derechas e izquierdas, Rogers?

— En la número 19 vive una secretaria con mucha experiencia, tiene dos hijas, pero la mayor no se encuentra en el país – no lo estoy mirando a los ojos, pero sé que puede notar que los míos amenazan con salirse de mi rostro, aunque intente disimularlo -, ex esposa de Robert Downey, ¿has escuchado hablar de él? – niego – no te pierdes absolutamente nada, es un simple drogadicto, nada simpático. Ah, la casa no es muy linda tampoco... Dos habitaciones, un baño, y una sala de estar que también es su cocina, y comedor. El techo amenaza con caer abajo en cualquier momento. A mi parecer deberían mudarse, ¿te imaginas vivir de esa manera? Lo dudo... tu vida entera ha sido de película.

— ¿Ahora espías a gente desconocida por gusto?

Mi voz sale temblorosa... Entiendo lo que dice, cada una de las palabras, se lo que se viene, pero igualmente deseo estar equivocada.

Lo deseo con todo mi corazón.

— No, no es una desconocida, mucho menos para ti, es la señora Virginia Maximoff, o como suelen llamarla, Potss... Por su segundo nombre Pepper... Es bastante amable, o eso es lo que me han contado, no he tenido el tiempo de conocerla personalmente. Su hija, Lorna, está por entrar a la preparatoria, en tan sólo unos meses.

- ¿La madre de la abogada?

- Es una linda familia que ha trabajado muy duro para estar a flote en un mundo capitalista y cruel.

- Deja tus putas ironías de lado, Steve.

- ¿Podrías vivir con el remordimiento?

- No sé de qué hablas.

- No soy un tonto, Nat... y tu no eres muy cuidadosa tampoco. ¿Cuándo descubriste este gusto culposo por las mujeres? No eres lesbiana, no estas enferma, lo sé, te desviaste... Lo que sea que haya sucedido, te puedo ayudar.

- No... - finjo confusión, él acaricia mi cuello con dulzura, retraigo un poco la cabeza, entonces aprieta con sus dedos – no entiendo, no se que se te ha cruzado por la cabeza ahora.

Con su mano libre toma su móvil, y me enseña, desde una aplicación, la fachada de un hogar que he de suponer, pertenece a la madre de Wanda.

- Barnes – avisa por el micrófono.

La cámara se inestabiliza por un movimiento rápido, de repente podemos observar todo como si estuviésemos andando por las calles. Las manos de James golpetean la puerta de madera, Virginia Maximoff aparece algo apresurada y con una sonrisa en el rostro, no tengo idea de que es lo que le dice, pero ella responde.

- No va por ahí sin protección, sabes eso, ¿no? Si Virginia es un poco grosera o lo molesta él fácilmente podr-

- ¡HAZ QUE SE LARGUE DE ALLÍ AHORA!

- El colegio de Lorna no está nada lejos... Barnes se ha adaptado a la ciudad el... es bueno.

- ¡Steve, por la puta madre, no estoy bromeando, haz que se largue ahora!

El cede, una vez que avisa por el micrófono, Virginia regresa dentro de su hogar y la cámara se aleja. Steve sube al auto, y es entonces cuando una presión sobre mi cuello causada por sus manos me toma por sorpresa.

- ¿Sabes lo penoso que fue para mí descubrir lo que hacías? No es ni siquiera un engaño digno, Natalia, es una mujer... podrías acabar tras las rejas, en unos años será un hecho, la gente enferma como tú no podrá andar libremente... - el aire en mi cuerpo es casi inexistente, comienzo a abofetearlo tan rápido como puedo, entonces me suelta, su voz está repleta de furia, y su rostro es incluso aterrador – trato de protegerte, de ti misma.

- Puedes quedarte todo lo que desees... Steve, no bromeo. Invéntale lo que quieras de mi a Alexei, quédate la empresa, mi herencia, todo... es tuyo, no quiero nada más, te doy lo que quieras, deja en paz a su familia, déjame en paz a mí...

- ¡ERES UNA PUTA ESTUPIDA, ROMANOFF!

Estampa su puño contra la ventana haciendo que resuene por todo el auto, cierro mis ojos por miedo, con mis dos manos intentó prevenir algún golpe hacia mi rostro, pero no pasa a más, por suerte.

- ¡Deberías sentir pena y vergüenza de las cosas que haces!

- ¡Soy feliz, Steve, algo que tú nunca podrías entender!

Una fuerte bofetada contra mi rostro me deja palmada sobre el asiento por varios segundos.

- Hoy estoy siendo bondadoso, ve a buscarla, invéntate alguna clase de mierda y haz que se largue del país antes del amanecer, porque si mañana encuentro un miserable cabello suyo dentro de Moscú, va a pagar no con su vida, sino con la de todos a los que ama. No quieres eso en tu conciencia, estoy seguro, no quieres que te odie por ser la culpable de destruir su vida hasta los cimientos...

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De nuevo me adentro en el asiento del copiloto, debo secar mi rostro con las mangas de mi saco para poder ver la carretera, las lágrimas me han nublado la vista por completo.

Steve sube a la música en la radio y baja los cristales, sonriente saluda a todas las personas que se encuentran en los semáforos. En cierto momento, aprovecha para limpiar una de mis lágrimas con su dedo índice.

Estuvo en el auto esperando durante cada segundo que tuve que mirar a los ojos a Wanda, dentro de nuestro hogar, y mentirle.

- ¡NO ME TOQUES, CARAJO!

La sonrisa de su rostro se borra, de nuevo sube las ventanas.

- Agradece que no te he llevado a ver a un especialista. Sé que las terapias son agresivas, y te amo, no quiero que te hagan algo como eso, prueba hacerme enojar, con un par de tapones y un antifaz, la electricidad en tu cuerpo no me hará ni ruido.

Algo se rompe dentro de mí, y no es el miedo a perder mi libertad.

Nunca he sido libre.

Algo se rompe dentro de mí porque sé que cada una de las palabras que le he dicho a Wanda no solo han sido crueles, y duras de escuchar, sino también, imposibles de revertir.

He dicho lo que he dicho, he hecho lo que he hecho.

Ella nunca lo entenderá, y nunca podrá perdonarme.

Encontré al amor de mi vida, pero la perdí.

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora