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Wanda M.

"No puedo esperar a probar tus labios de nuevo... - N."

Debería estar avanzando en la presentación de mañana, o quizá en el juicio imposible que debo ganar, pero no puedo... Como adolescente puberta llevó releyendo las mismas 9 palabras, una y otra vez... Observando el reloj impaciente, y colocándome perfume cada 2 segundos para saber que huelo adecuadamente.

¿Una cena? Si, quizá es una buena manera de recibir a Natalia, mierda... Pude haberlo pensado antes.

En el frigorífico hay lo suficiente para preparar unas fajitas, nunca ha probado comida mexicana pero siempre hay una primera vez...

Justo cuando comienzo a cocinar las verduras, el seguro de la puerta siendo retirado se escucha, y tan pronto los tacones de Natalia resuenan por la madera del piso, puedo sentir a mi piel erizarse.

Me observa desde la sala con una sonrisa, se deshace de su peluca, de su saco inmenso, y comienza a desabotonar su vestido.

No de nuevo.

Cierro mis ojos antes de que la tela caiga por completo y me doy la vuelta.

Segundos después la siento enrollarse a mi cintura, deja un par de besos en mi cuello y me jala hasta el borde de la barra, mis manos se colocan sobre el mármol, y ella permanece en frente mío.

— No estoy desnuda, ¿ves? Me crees una indecente...

Observó su cuerpo. Ahora tiene ropa mucho más cómoda que aquel extraño vestido. La miró con su short rasgado y su camisa de algún extraño libro que desconozco, y sé que esta es la verdadera Nat... La que nunca tiene el rostro serio, quien siempre bromea, la extremadamente descarada mujer en frente mío está en su versión más pura, eso lo es todo.

— No creo que sea una indecente, señorita... Pero, ¿me podría regalar un beso?

Natalia ríe mordiendo su labio inferior, y acerca su rostro al mío, nuestros labios pueden rozarse, pero justo cuando trato de unirlos ella se aleja.

Ruedo los ojos acariciando su cintura debajo de la tela de su blusa...

— Me gusta sentir que me deseas...

Con la punta de su lengua acaricia mi labio inferior... Mierda, que buena imagen mental.

Natalia enrolla sus brazos en mi cuello impulsándose para acabar sentada en la encimera, obliga a mi cuerpo a juntarse con el suyo, y finalmente detiene la tortura uniendo nuestros labios.

Suspiro cómo niña pequeña y la siento sonreír.

— Si que te deseo... Sabes eso.

Antes de que mi agarre en su cintura desnuda me haga perder los estribos, decido alejarme de ella regresando mi vista a la comida, que, por suerte no se ha quemado.

— Te cocine fajitas, aunque no sé si te gustaran...

— Me emociona probar tu comida, cariño... ¿Me das?

Siento que mis manos sudan al escucharla decirme "cariño"

Dios. Ella nunca hace más que llamarme por mi nombre. Resiste, Wanda, resiste.

Tomó un plato de la vajilla y coloco una porción de comida en él. Natalia prueba el primer bocado, y permanece en silencio unos segundos.

— Eres estúpidamente atractiva, pero eres malísima en la cocina.

Ella toma varios frascos de condimentos y comienza a remover los trozos de pollo.

— Pero lo intente, ¿cierto?

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora