Wanda M.
Permanecí en silencio mirando asustada a Natalia.
Su cuerpo aún seguía pegado a mi agarre, eso se sentía bien.
— ¿Wanda?
— Yo, no, novia ni novio... Nada.
Por mucho que intentaba actuar normal ella provocaba que desease sumergirme 10 horas seguidas hasta que su mirada dejase de amenazar con extinguirme.
— Eres atractiva.
Ahí está... ¡Descarada!
O quizá es que con 23 años aún no sé cómo actuar frente a un cumplido.
— Gracias, señorita...
Ella se dio la media vuelta cuidando no salirse de mis brazos, no pude evitar reír.
Es tan pequeña que se asemeja a un pequeño cachorro intentando levantarse después de haber caído de panza.
— ¡No te burles de mí!
— Juro que no... Solo, mueva los brazos de manera lenta, y relajada... Poco a poco su cuerpo tomará el ritmo y podrá mantenerse, no tiene tanta ciencia como nos hacen creer.
Natalia comenzó a realizar lo que le había indicado previamente y por unos minutos continuamos hasta que sentí que era seguro soltarla.
— ¡Wanda, mírame!
Se alejó unos metros de mí, y comenzó a nadar con una sonrisa tal y como lo haría una niña pequeña.
— ¡Lo lograste!
Natalia se acercó a mí de manera rápida lanzándose contra mi espalda buscando sumergirme en el mar.
— ¿Competencia hasta las rocas?
Tan pronto logré asomar la cabeza, ella me guiñó el ojo y comenzó a nadar de manera acelerada, aleteaba los brazos tan fuerte y rápido que terminó cansada antes de sobrepasar la mitad del camino.
— Creo que ha perdido, señorita Rogers.
Ella dio un fuerte suspiro recostándose como estrella, está vez con más seguridad.
— Si me hablarás de usted, entonces llámame señorita Romanoff.
Me pareció bien, su apellido es mucho más lindo que el de Steve.
— Señorita, Romanoff... Déjeme decirle que mientras más rudeza y agresividad agregue a sus movimientos más lento irá, y, por ende, se cansará más rápido, probablemente sufrirá de dolor.
— No tiene sentido, todo el mundo nada salpicando.
Reí.
— Es por qué no saben cómo, el secreto de las cosas es hacerlas con técnica, estrategia y suavidad.
— ¿Qué tantas cosas sabes hacer tú, Wanda?
Gire el rostro riendo apenada.
— ¡La veré en las rocas, señorita Romanoff!
Comencé a nadar lejos de ella mientras la escuchaba maldecir a mis espaldas.
Natalia me agrada. Me agrada mucho.
— ¿Sabes de historias?
Estuvimos un rato sobre las rocas simplemente discutiendo técnicas de natación hasta que ella cambió el tema abruptamente.
— ¿A qué se refiere? Se muchísimas historias.
Mentí. Nunca he sido una mujer de historias.
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"Postales de amor." - Wandanat (g!p)
RomanceDonde Wanda Maximoff ha conseguido un lugar en el sello jurídico más importante de Europa, y Natalia Romanoff es esposa del presidente. (Wanda g!p) Para ti, siempre.