"Postales de amor." - Wandanat (g!p)

8

Wanda M.

— ¿Se divierten sin mí?

Me lance sobre la cama con el computador encima, a través del cual veía el rostro de mis mejores amigos.

Thor asintió mientras se metía un puñado de papas twister a la boca.

— A Loki le ofrecieron una vacante en Philadelphia, quizá se vaya a un estado con nombre de queso.

— ¡No me iré a un estado con nombre de queso!

El pelinegro se quejó y dio una mordida a su hamburguesa.

— Así que, Wands... Cuéntanos, ¿quién es la que te hace perder el sueño?

Mis mejillas ardieron.

— Es hermosa, pero está casada.

Thor cerró los ojos frustrado.

— Es la esposa de mi jefe.

Ahora Loki fue el que se lamentó.

— ¿No hay más mujeres por las que puedas perder la cabeza, Máximoff?

— No he perdido la cabeza, solo creo que es atractiva.

— Nos estás hablando de ella...

Oh.

////

— ¿Tomarás las últimas dos citas o hasta mañana?

Observe el reloj en la pared.

10:49 p.m

Había estado en el despacho desde las 7 a.m

— Supongo que las tomaré, mañana será libre.

— Te detesto, Máximoff... Pero tomaré una para ayudarte.

— ¡Hey! Eso es amable, gracias.

— ¿Me llevas por unos tragos después?

Sonreí nerviosa.

— Bien.

Jane me guiñó el ojo y se dirigió a la oficina de enfrente.

Después de varias discusiones y llantos con los clientes finalmente salimos de aquel edificio gigante.

Una ronda de tragos después y Foster se encontraba totalmente ambientada. Desde que nos levantamos de la mesa no había desprendido sus brazos de mi cuello, bailaba canciones a las que francamente yo no les encontraba el ritmo, pero igualmente era grato.

— ¿Cómo se comunican entre residencias, Jane? Hay muchas personas sin móvil en Moscow, ¿no lo crees?

— Por eso está el centro postal, boba... — dio un toque a mi nariz y después encuno mis mejillas en sus manos — también usan teléfono fijo, pero no te los recomiendo, cualquiera en la casa podría escuchar tu platica.

Centro postal... ¿No era un año muy adelantado para seguir enviando postales a las personas?

Supongo que probaría suerte.

Sumergida en mis pensamientos me perdí del momento en el que Jane nos había colado en una fila de baile con el resto de la gente en el lugar. Decían cosas en otro idioma y reían como lunáticos. Las cosas se pusieron locas cuando el concurso de baile en parejas comenzó... Con Jane quedamos en tercer lugar, mi madre pudo haber criado a una perdedora, pero no a alguien que diría no a un reto.

— ¡Deberíamos hacerlo más seguido!

Descanse mi espalda contra el auto, pero Jane seguía celebrando.