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Natalia Romanova.

Ahora mismo, Wanda y yo tomamos el sol en el centro de Italia, ella charla con el joven mesero sobre alguna característica en particular del queso que le han servido, yo la observo a ella, y a sus manos, a las alianzas que rodean sus dedos, y los míos... A la piel pálida de su pecho expuesta debido a que la noche anterior le arranqué su camisa favorita e hice que se le cayeran un par de botones... Su piel tiene una característica también, no importa cuánto lo intente, jamás logra broncearse.

- ¿Espresso o Capuccino, amor?

- Tomo lo que tú tomes.

El mesero se retira a buscar nuestra orden más feliz que nunca.

- Lo veremos en Nueva York en dos meses.

- ¿Va de visita?

- No, hace menos de medio años salió de la escuela de leyes.

- ¿Lo invitaste al despacho?

- Creo que técnicamente acabo de darle empleo - cruzó mi brazo por sus hombros y acunó su rostro en mi cuello - está bien, ¿no?

- Puedes hacer lo que quieras con tu despacho, francamente.

Nuestra orden llega, Wanda ataca los croissants con entusiasmo.

- Hay algo más que debo decirte sobre eso.

Juego con la mantequilla y el cuchillo esperando a que continúe hablando, pero parece que algo ha llamado su atención.

Es una pequeña niña, no le calculo más de 3 años. Viste un enorme overol que llega hasta sus tobillos, y una camisa de una hamburguesa con lentes. Se ha acercado a Wanda para jugar con su reloj de spiderman.

- Ciao – saluda la pequeña - il mio nome è alfonsina, mi piace il vostro lampadario.

- ¿Alfonsina? Es un nombre lindo, soy Wanda.

- No creo que hable inglés – digo entre risas – pero tengo la ligera sospecha de que dijo algo sobre tu reloj.

- Wanda – repite la niña - sei molto bella.

- Sei più bella – Responde Wanda.

- Intenta robarte de mí, enséñale tu anillo, anda.

Wanda ríe y desabrocha su reloj para enseñarselo mejor. La pequeña toma asiento en la silla libre de nuestra mesa y continúa jugando con mi esposa.

Así es como pasamos la siguiente hora jugando con Alfonsina, sus padres llegaron en los primeros quince minutos a preguntar si nos estaba molestando, para ese momento Wanda había caído completamente enamorada de la pequeña, quien, reposaba en sus hombros y miraba de cerca los edificios. Al final de la mañana, mi esposa le obsequio su reloj a la pequeña Alfonsina, e intercambiamos números con Alessandra y Francesco Ricci, sus padres, con la promesa de salir alguna vez cuando ellos fueran a América o cuando nosotras regresáramos a Italia con nuestros hijos. Ninguna pudo ocultar su emoción, es la primera vez que nos presentamos la una a la otra como "mi esposa".

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- Me gustó mucho su cabello, es asombroso, circulitos y circulitos, es como el de Jojo.

- Tenemos que agradecerle eso a Pepper, ¿no?

- Claro, el cabello de mamá en su juventud era genial. No me tocó a mí.

La empujo con el hombro, ella hunde sus piecitos en la arena húmeda. Juntas observamos el muelle lejano desde la playa.

- Nat, estuve pensando una locura.

- Siempre haces eso.

- ¿Te imaginaste a ti misma con muchísimos hijos alguna vez?

"Postales de amor." - Wandanat (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora