Tobby

470 32 1
                                    

Nos dieron una mesa y nos sentamos uno frente al otro, el ambiente era festivo, las luces eran bajas y había música alegre de fondo. La gente estaba dividida entre los que se mantenían sentados, comiendo, bebiendo y riendo, y los que estaban de pie alrededor de su mesa, moviéndose en su lugar, disfrutando del ambiente. 

La música sonaba como salsa, o algo parecido a eso, nos trajeron un trago a cada uno de cortesía y nos dejaron el menú.

Di un vistazo alrededor y sonreí, gustandome realmente el lugar. 

Salimos por la noche, regresando al hotel me sentía ambientada, con mucha energía tarareando canciones. La noche era cálida y se respiraba la fiesta, había muchas personas aún por la calle, como si fueran las 3 de la tarde. 

Era bastante tarde cuando entramos a la habitación y yo solo me dí una ducha para irme a dormir. 

El viernes llegó y solo nos quedaban dos días en el hermoso paraíso azul, después volveríamos a las calles de Nueva York, a adaptarnos a nuestra nueva vida como un falso matrimonio. Me preguntaba cómo sería, tenía mucha curiosidad sobre cómo íbamos a adaptarnos, la casa de Harry era muy grande, quizá demasiado para él solo, y me sentía como una niña pequeña emocionada por las aventuras que me esperaban.

Siempre había visto de lejos y en la televisión, las mansiones enormes en las que vivía mucha gente adinerada, y siempre me preguntaba a mí misma cómo serían esas casas por dentro, cuántas habitaciones tenían, cuántos baños, pasillos, cuartos de juego, cocinas... y el patio. Siempre imaginaba amplios jardines, con rosas, jazmines y muchísimos árboles frutales, con resbaladillas y columpios, una alberca enorme y una casa del árbol escondida entre la amplitud del lugar.

Mamá y yo vivímos en muchas casas y departamentos pequeños, incluso cuando vivíamos con papá, aunque teníamos una vivienda fija, era una casa pequeña, solo dos cuartos y un baño y medio, compartíamos la cocina con el comedor y a penas había espacio para un sofá y el mueble de la tele, ni hablar de la diminuta lavandería de la que mamá siempre se quejaba. Era húmeda y espeluznante, olía a bacterias y detergente. Odiaba entrar allí.

—No han cambiado mucho las cosas pero creo que es un avance.

Harry se acercó a mí y tomó asiento a mi lado. Yo me encontraba en el sofá mirando un programa de televisión que no entendía mucho pero se veía divertido.

Me mostró su teléfono. Estaba en Twitter, mirando fotografías de ambos de la noche anterior. Definitivamente se nos veía un poco más... Recién casados.

— ¿Qué están diciendo de nosotros?— pregunté, incluso si no sabía si realmente quería saberlo.

—Lo típico, que los leímos y por eso estamos sobre actuando ahora.— se encogió de hombros. —Que sigan diciendo lo que quieran, al final están hablando de nosotros y eso es lo que buscabamos.

Estuve de acuerdo. 

No hicimos gran cosa ese día, salvo salir al ojo público y abrazarnos un poco mientras Harry murmuraba que debía sonreír para hacerlo más realista. Decidimos comer en un restaurante común y fuimos a la playa después. Harry insistió de nuevo para que me presumiera en mis nuevos trajes de baño pero acababa de comer y mi estómago estaba un poco hinchado, no quería mostrarlo.

El sábado Harry me invitó a un restaurante muy elegante para cenar y antes casi me obligó a ir de compras para conseguirme un vestido de gala porque los que tenía ya los había usado y debíamos vernos espectaculares. También Chris llamó, insisitiendo que nos tomaramos fotos nosotros mismos, que actualizaramos nuestras redes sociales, que subieramos historias y fotos de nosotros porque había muchas personas visitando nuestras cuentas en Instagram y la fotografía que Harry había subido de nuestras manos con los anillos y el ramo, tenía poco más de 3 millones de likes. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora