Pistache

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Finalmente el domingo por la mañana pasé por la veterinaria, le di un vistazo a algunas criaturitas y tranquilicé a una asustada abuela que creía que su tortuga "Pistache" estaba embarazada. Katie llamó cerca de las 12 de la tarde para avisarme que pasaría por mí. Me pareció algo temprano pero no había manera de frenar a Katie así que simplemente acepté mi destino y la esperé. Dejé la veterinaria en manos de Mauricio, era un muy buen aprendiz y si tenía algún problema le bastaba con llamarme y preguntar, pero normalmente se las arreglaba él solo. 

—Ahora iremos a un salón, van a maquillarte y peinarte, después iremos a que te vistas.— relató.

— Espera ¿qué? No creo que necesite tanto, solo pensaba alisar mi cabello y quizá ponerme un poco más maquillaje del que acostumbro pero ¿Un salón? No lo sé, Katie ¿No te parece demasiado?— señalé.

Sería una exageración, ni siquiera sabía aún quiénes eran los novios, Katie había estado evadiendo el tema, lo que me tenía un poco nerviosa, además era algo temprano ¿Quién se casa tan temprano?

—Ap, ap, ap. No es demasiado, es lo justo. Te vas a ver preciosa.— al ver mi rostro de incredulidad continuó. —Vamos, déjate consentir un poco ¿Hace cuánto que no te consientes?

Suspiré rendida. Una vez al año, no hace daño, pensé. Oh qué equivocada estaba cuando habían pasado más de dos horas y el cuello me dolía. Las piernas me hormigueaban y no era capaz de sentir mi propio trasero.

Qué fortuna que el lugar tuviera aire acondicionado porque estábamos en pleno verano y podría empezar a derretirme como paleta.

—Katie...— la llamé al mirarme al espejo. —Esto es...

— ¡Preciosa! Es perfecto, te verás increíble en las fotos.— tomó mis hombros viendo conmigo mi reflejo en el espejo. 

Arreglaron mis cejas, aumentaron de alguna forma el tamaño de mis labios, le dieron vida y color a mis mejillas y me pusieron unas pestañas para nada discretas. Era demasiado, solo iríamos a una boda, no iba a ser yo la novia.

— ¿Qué fotos?— cuestioné confundida.

Katie sacudió la cabeza y se rió nerviosa. —En las que nos vamos a tomar, obviamente. Hay que mostrarle a la gente en Instagram que eres una veterinaria muy sexy, todos querrán correr a adoptar cachorritos después. — bromeó. 

Para ser sincera, no le di mucha importancia a sus palabras, preferí enfocarme en la desconocida del espejo. Si bien cuando era más joven solía maquillarme bastante y casi diariamente, jamás lo había hecho de esta manera. Y hoy en día con tanto trabajo y tantas cosas por hacer, no tenía el tiempo ni las ganas de sentarme frente a mi espejo y maquillarme, incluso podría ser que mi maquillaje, ese que estaba guardado en un cajón de los de abajo de mi ropero estuviera ya caduco. Tenía suerte si en mi día a día alcanzaba a recoger mi cabello en una coleta alta y ordenada o hacerme una trenza, a veces ni eso podía hacer. 

—Es algo tarde así que vamos directo a la boda y allí nos cambiamos ¿Qué te parece?— una sonrisa que rápidamente pude identificar como nerviosa, mucho, muy nerviosa, me perturbó un poco. 

—Oye, Katie... Estás actuando extraña, siento que mi maquillaje y mi peinado son exageradamente extravagantes para una boda en la que por cierto, aún no conozco los nombres de los novios, y no es normal llegar a la boda a cambiarte, normalmente una llega lista.— su rostro cambió por completo y aunque intentó sonreír, me mostró una extraña mueca. — ¿Te digo una cosa? Siento que me estás llevando a una especie de trampa. Estás rara desde que me invitaste y no te has dado cuenta pero te he notado en el teléfono y he escuchado un montón de mensajes continuos llegando.— la miré con reproche. 

Podré ser una loca de los animales, una mujer algo fría y déspota con la demás gente, quizá una mala persona a veces, pero tonta no era, y tenía muy buena intuición. Ni hablar de las clases que tomé hace tiempo sobre el lenguaje corporal, me son de gran ayuda en mi vida diaria.

La risa nerviosa y temblorosa de Katie no hizo más que avivar mis sospechas, algo estaba ocurriendo, y tenía el presentimiento de que no iba a gustarme nada. 

— ¿Por qué no salimos de aquí y te cuento todo?— me rogó con su mirada. 

Lamí mis labios y solté un suspiro tenso, no estaba preparada para escuchar lo que vendría a continuación.

Nos despedimos y agradecimos antes de salir del lugar, Katie me susurró que ese gasto ya estaba "cubierto" Me tragué el montón de preguntas para dejar que ella misma me explicara a su manera y a su propio ritmo.

Al sol le quedaban aún varias horas para esconderse en el horizonte, así que Katie se puso rápidamente sus lentes de sol, yo no hice más que cubrir la luz con mi mano. Una vez ambas en su auto, esperé respuestas impaciente. 

—No sé cómo decir esto sin que suene mal o extraño.— admitió con una risa que se le escapó. —Iremos a una boda, eso es real, pero... Dios, probablemente vas a odiarme o a dejar de hablarme, lo hice todo mal...— murmuró antes de dedicarme una mirada y suspirar rendida. — ¿Te enojaría mucho enterarte que organicé una boda con un muy caliente y soltero empresario que necesita una esposa guapa y trabajadora? — soltó de pronto. 

Sentí que me ahogaba con mi lengua y mis ojos casi se salen de sus cuencas. Sus palabras habían salido de prisa y torpes pero logré entenderlas a la perfección, aún con la guardia baja y la sorpresa.

— ¿Estás molesta?— inquirió con una mueca.

— Oh por Dios... ¿Por qué no me lo dijiste desde un principio? ¡Vas a casarte y me lo ocultaste! ¿Es una especie de boda privada y secreta o...? Ay, por Dios, Katie ¿Qué hay de Roberto? Por eso no irías con él, ¡Oh, cielos! ¿Qué has hecho? ¿Es una boda secreta? 

—Espera, ¿Qué?— me interrumpió. —No, no, no, Sam. Tal vez no usé las palabras adecuadas. Escúchame. Yo no voy a casarme.— tomó mis brazos. Sacudí un poco la cabeza, y antes de poder formular la pregunta que estaba en mi mente desde ayer, Katie la respondió. —Tú sí. 

Quizá fueron nervios, quizá fue la sorpresa, quizá estaba en shock y mi mente no procesaba la información aún pero solté una larga carcajada. Los ojos de Katie cayeron y solo entonces supe que no estaba jodidamente bromeando... ¿¡QUÉ!? Mi risa se cortó de golpe y toda mi sangre cayó hasta mis pies, pude desmayarme, probablemente me desvanecí por dos segundos. 

—Es... es ¿Qué hiciste, Kate?

La morena solo forzó una sonrisa inocente. 

Tenía que vomitar, mi estómago estaba revuelto.

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora