Domingo, Agosto 8

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1:38 a.m. Playas de Tijuana, Baja California.

Miré a mi costado, Christian y los guardaespaldas intentaban alejar a los curiosos. Maldije en silencio a sabiendas que esto estaría en Twitter dentro de los próximos minutos. 

Dos paramédicos auscultaban a Samantha que parecía un poco más tranquila, doblé las rodillas para levantarme y darle su espacio a los profesionales. 

Tenía que levantarme temprano para llamar a Kenneth y ver qué solución podíamos darle a esto, y mientras tanto yo tendré que tener una charla con esa mujer, Faith. 

Me acerqué a Dedrick, que había ayudado a tranquilizar a Samantha.

—Gracias.— dije. —Por tu ayuda.

El chico se encogió de hombros con una sonrisa. 

—Ella está bien ahora. Quizá deba tomar una terapia o algo. Le serviría.

Pensé en eso y estuve de acuerdo. Dejaron ir a Samantha después de preguntarle si se sentía mejor, ella dijo que sí y la ayudé a levantarse. Debíamos ir e intentar dormir un poco en lo que esperábamos a que amaneciera para regresar a Nueva York, la llevé de la mano intentando alejarla tanto como fuera posible de las cámaras, quizá debía tomar su teléfono un momento para evitar que mirara allí. 

Llegamos a la habitación y le pregunté si quería darse un baño.

—No, solo me quiero acostar.— murmuró. Se quitó los zapatos y se subió a la cama, arrastrándose mientras yo la miraba del otro lado. 

Me desabroché los botones de la camisa.

—Samantha, estarás más cómoda con otra ropa ¿No crees?

Ella se abrazó a la almohada mientras sollozaba en silencio sin añadir una respuesta y me subí a la cama con ella. 

—Samantha...— la llamé. Escondió su rostro en la almohada y suspiró fuertemente. —Bueno, vamos a dormir así, en la mañana nos vamos.

La miré aún sin tocarla, solo mantuve mi distancia y me recosté con los zapatos puestos, temía que se pusiera mal de nuevo y solo la observé, como subía y bajaba los hombros, a veces un poco brusco al sollozar. No sabía cómo consolarla, qué hacer, qué decir y me quedé como un imbécil solo mirándola llorar en silencio. 

La habitación estaba oscura y la ventana abierta, moviendo las delgadas cortinas con el viento de fuera, con el ventilador no hacía tanto calor, estábamos bien y me recosté sobre mi espalda mirando el techo y las luces de fuera que se reflejaban allí. 

Samantha se movió y se limpió un poco la nariz, de inmediato la miré. Ella se empujó hacia arriba con sus manos. 

—Estoy incómoda.— dijo. 

Lo sabía, así que me levanté y cuidadosamente busqué su maleta para sacar algo cómodo para ella, había empacado unos shorts de pijama pero no veía la parte de arriba.

—Uhm, Sam ¿Empacaste la pijama completa?

Ella se movió para sentarse en la cama y me miró, a pesar de la poca luz pude ver sus mejillas húmedas. Negó. —Eran las tres de la mañana, no traje mi cepillo de dientes tampoco. 

Fui hasta mi maleta entonces y saqué una camiseta para que pudiera usar con sus shorts. Le tendí la ropa esperando que la tomara y lo hizo. No se movió de la cama y se puso los shorts por debajo del vestido, se giró un poco para sacar sus brazos de los tirantes del vestido y se puso la camiseta por encima, luego solo se levantó para bajar el vestido y sacó sus pies de allí antes de volver a subirse a la cama y se acostó de nuevo. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora