Lasy

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Por la mañana me desperté gracias a Harry, que me llamaba para desayunar en el balcón y mirar una última vez el majestuoso azul que teníamos en frente. Pidió pancakes con fresa y moras para mí y pancakes solo con maple para él, además de un café para cada uno y una pequeña porción de ensalada de frutas. 

Él vestía unos shorts de boxeo y una camiseta sin mangas, brevemente mencionó que se había levantado temprano para ir a correr, pues tenía algo de estrés y no podía conciliar el sueño. Mientras nuestro desayuno llevaba, se metió a la ducha y salió solo cinco minutos después vistiendo unas bermudas y una camisa hawaiana. 

Estaba un poco más animada que la noche anterior pero seguía sintiéndome preocupada por mi madre y su seguridad ¿Cómo supieron de ella? ¿Qué tan expuesta estaba? ¿Y si ella decía algo que no debía?

— ¿Samantha?

Alcé la mirada hacia Harry, él había terminado su desayuno y su porción de frutas y yo apenas iba a la mitad de mi pequeña torre de pancakes. 

— ¿Estás bien?— preguntó. —Estás preocupada ¿Cierto?

Bajó los hombros y suspiré, era muy bueno adivinando los sentimientos o yo era muy evidente.

—Me asusta que mi madre esté tan expuesta, sobre todo en su condición. 

Harry asintió mientras se lamía los labios. —Cuando regresemos a Nueva York veremos qué podemos hacer para mantener segura a tu madre. Tengo a Christian averiguando la identidad de la persona detrás de esa molesta cuenta de Twitter, seguramente cuando lleguemos ya tenga un avance. 

Asentí simplemente, aún un poco molesta por lo sucedido anoche. Todo había ido tan bien, la cena fue deliciosa, la charla con Harry y su compañía me hicieron bastante bien, hasta que salimos de allí. 

—Aún tenemos unas horas para pasear por la arena. 

—Con todas esas personas allí haciendo preguntas y acusaciones... No sé si estoy lista para otro ataque de ese tipo.— ironicé. 

—No podemos dejar que nos arruinen el momento, o podemos salir con disfraces si lo prefieres.— se encogió de hombros mientras recogía un poco su lado, juntando los platos y pasando la servilleta por la superficie.  

Me reí. — ¿Tú con un gorro y bigote falso y yo con lentes de sol y una mascada en el cabello como en las películas?

Harry sonrió. —No es mala idea.— alzó una ceja. —Creo que puedo conseguir un buen bigote falso por aquí.

Una pequeña sonrisa se me escapó, satisfecha de ver cómo el hombre frío que había visto la primera vez era en realidad un hombre sencillo con sentido del humor. 

—La última vez.— insistió. 

Con un suspiro largo y una risa, acepté. 

Caminamos por la arena, a la orilla del mar donde el agua nos mojaba los tobillos. Harry soltaba un suspiro cada vez que yo suspiraba por algún perrito corriendo con sus dueños, tenía que admitir que extrañaba mucho a los peluditos. Tenía tantas ganas de acariciarlos y abrazarlos a todos, ser recibida entre lenguetazos y ladridos de emoción. Y extrañaba a la pequeña Lasy, una perrita callejera que pudimos rescatar a tiempo. Nora había llegado con ella en brazos porque le habían atropellado, ahora estaba perfecta y a punto de ser dada de alta y puesta en adopción. 

También quería ver a Mortadela y sus gatitos, ya quería verlos bien, revisarlos y asegurarme que estuvieran sanos. 

Estaba un poco triste pensando en que me hubiera gustado despedirme de Joaquín pero en nuestro último recorrido por los jardines del hotel lo vi volar sobre mí y detenerse en una rama mientras murmuraba y cantaba. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora