Viernes 19, 18:32 p.m. / Algodón

450 41 8
                                    

Miré por la ventanilla la caseta de la entrada al club y suspiré. Christian bajó su ventana para hablar con el hombre de la puerta y le dio una identificación. 

Tenía ya un par de meses sin visitar este lugar, solía venir aquí con Christian cada jueves al terminar el trabajo y jugabamos un poco o solo nos sentabamos a ver los torneos. Todo eso se terminó cuando Christian llegó a mi oficina diciendo "Tengo una idea, te vas a casar" 

—Iré por nuestras cosas, mientras puedes elegir si quieres el campo de mini golf o el normal.— dijo el rubio dándome una palmada en el hombro y llendo a la recepión. 

Iba a avanzar hacia los campos pero recordé que la última vez estaba pensando en cambiar algunos de mis palos que estaban desgastados así que seguí a Christian. 

—Señor Tenner, señor Styles, que gusto verlos por aquí, bienvenidos.— el hombre que usualmente atendía el lugar nos recibió. —Hace tiempo que no los veíamos ¿A qué se debe su visita esta vez?

— ¿Qué tal, Gilbert? Mi primo y yo hemos apartado un momento para venir a jugar un poco de golf como en los viejos tiempos. 

Le dijo el rubio. El hombre se rió complacido y asintió. 

—Imagino que han debido estar muy ocupados, me alegra verles por aquí de nuevo. Los jueves se suele sentir la ausencia del señor Styles fanfarroneando por haberle ganado, señor Tenner.— el hombre se colocó dentrás del mostrador mientras seguía hablando y sacó una llave de un cajón para abrir la puerta tras él. 

Christian se rió y yo me apoyé un poco en la barra. 

—Ha habido trabajo, sí, y bueno, mi primo ya no es solo,— me miró y solo solté un suspiro. —pero no te preocupes por mi, he estado practicando con el Wii, estoy seguro que lo haré papilla esta vez.

El hombre regresó mientras se reía y cargaba nuestras cosas, mis zapatos y los de Christian y las dos bolsas con nuestros palos de golf. 

— ¡Ah, sí! Nada vuelve a ser igual cuando uno se casa, es casi como firmar un contrato con el diablo.— se rió mientras ponía nuestros zapatos en el mostrador y se giró para teclear en la computadora. —Por eso acepté este trabajo, llego cuando amanece, me voy cuando anochece.

Chris se rió ligeramente y yo miré a otro lado antes de interrumpir. 

—Gilbert, algunos de mis palos están estropeados.— le dije al hombre. Él miró a mi dirección un momento y asintió tomando mi bolso. —Por acá.— me dijo y lo seguí. —Dígame cuáles quiere cambiar. 

Saqué los que estaban más estropeados y se lo fui pasando mientras elegía los nuevos. Cuando terminé de equiparme Christian y yo nos dispusimos a ir al campo a jugar un poco. Respiré profundo siendo capaz de retener por un momento el aroma del pasto, no me había dado cuenta lo mucho que había extrañado estar aquí. 

Mientras jugabamos, Christian intentó hablar conmigo. 

— ¿Estás más consciente ahora?— preguntó mientras se acomodaba para golpear. 

Me recargué en el palo y solté un suspiro. Se me había enfriado un poco la cabeza y aunque no había pensado en ello los ultimos minutos, no sabía por qué estaba tan enojado. Supongo que Christian tenía razón, había encontrado la excusa perfecta para desquitar mi estrés. 

— ¿En qué piensas?— me miró después de golpear la pelota. 

—En lo que me dijo.— no era mentira, no había puesto el suficiente cuidado a sus palabras hasta ahora.

— ¿Qué fue lo que te dijo?— recargó su brazo en el palo. Él no lo había escuchado y sentí un poco de vergüenza al decirlo. 

—Cuando la atacaban a ella no hice nada por detenerlo, ni me preocupé por su estado, le restaba importancia y le decía que hiciera lo mismo.

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora