Mia Colucci

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Harry se quedó allí conmigo, no levanté la vista para mirarlo pero lo sentí a mi lado. 

No podía procesar todo lo que estaba pasando, me sentía en el borde de algo y no era capaz de creer que todo esto estaba pasándome a mí. 

—Aún se puede salvar...— murmuró él a mi lado. 

¿Qué iba a pasar con todos los animales que ya se llevaron? ¿A dónde los habían llevado? Ni siquiera tenía más lágrimas para llorar porque sentía que todo era un mal sueño y que iba a despertar pronto, como me pasé mi infancia pensando solo es un sueño, a penas amanezca despertaré y mamá me tendrá listo el desayuno

—Sam, ven, ven adentro, Mortadela y sus bebés están aquí.— intentó animarme un poco. 

Sí quería verla, pero no quería moverme de allí. 

—Sam. Vamos, ven conmigo, no podemos quedarnos aquí.

Él se hincó frente a mí y subió sus manos a mis mejillas, acariciando cálidamente con sus pulgares. —No podemos quedarnos aquí, vamos adentro, todos están limpiando y acomodando, no dejaremos este lugar hasta que te lo devuelvan. Tienes que hacerlo por los demás animales, vamos.

Finalmente me convenció y me levanté del suelo, Harry me dio palabras de ánimo mientras nos adentrabamos de nuevo, sinceramente no me encontraba presente, en mi cabeza el tiempo pasó sin que me diera cuenta, Harry asegura que estuve sentada con Mortadela en mi regazo, respondiendo con monosílabos a todo y mirando a la nada. 

Al final del día, habían limpiado el patio, reorganizado los papeles, sacaron los cartones y los ataron en una esquina del patio y ordenaron nuevos extintores. 

Me mantuve sentada fuera en el balcón de la habitación, el cielo estaba oscuro y un suave viento soplaba de vez en cuando moviéndome el cabello. No podía dormir, tampoco quería y decidí simplemente salir y mirar a la nada.

El refugio no era lo único que estaba pasándome, la veterinaria no estaba generando los mismos ingresos desde que sucedió lo de "botitas" y generalmente Mauricio se sienta allí esperando algo de trabajo durante el día, a veces sin éxito. Si seguía así nos iríamos a la quiebra, la veterinaria era la que sostenía el refugio, sin la veterinaria, no hay refugio, sin refugio... Muchos animales quedarían de nuevo en las calles o serían dormidos. 

Sabía que tenía que tomar una decisión, una muy difícil. 

— ¿Samantha?— Harry se asomó hacia afuera. — ¿Qué haces aquí?

Sabía que era media madrugada, que no había tenido los mejores días y que estuviera aquí sin dormir era preocupante. Él se puso de cuclillas a mi lado y sujetó mi mano. 

—Tienes que dormir un poco más, es muy temprano.— acarició mi palma con su pulgar mientras me hablaba suavemente. 

Ni siquiera lo miré, mi mirada se mantuvo fuera en los límites de la casa, por encima de los muros pero él no desistió y se acercó un poco más. 

—Hey, en unas horas tendremos el veredicto y estoy seguro que te devolverán el refugio, solo te hicieron una mala jugada, Sam pero quizá podamos descubrir quién lo hizo y sabrán que eres inocente. 

—No puedo dormir.— murmuré. No estaba mintiendo, realmente me quedé allí en la cama con los ojos abiertos desde que me había acostado. —No me interesa hacer nada contra quién sea que lo haya echo. Me siento muy mal ahora, Harry, si no te molesta quisiera estar sola. 

Le dije sinceramente. Él suspiró, pero entendió y después de dejar un beso en mi sien, se levantó y volvió a la habitación. 

En cuanto estuvo lejos, me solté a llorar en silencio, creí que me había agotado las lágrimas y la cabeza me pulsaba de dolor por llorar todo el día, no quería seguir haciéndolo pero me dolía tanto el corazón que no podía controlarlo. No era capaz de seguir en pie.

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora