Miércoles, Julio 28, 18:27 p.m.

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Siguiendo las indicaciones entré en una calle y doblé a la izquierda, pude divisar el auto de Chris y me acerqué hasta orillarme.

— ¿Dónde estamos?— preguntó Samantha, se había mantenido callada todo el camino, salvo por las pocas palabras de aliento al animal y algunos vagos sollozos. 

—En la casa del perro.— bromeé. 

Analizando, le había comprado su propia casa a los animales. 

— ¿Es aquí? ¿Tiene un patio?

La miré por el retrovisor sin decir nada por unos segundos. —Sí, es aquí.— respondí simplemente. 

Ella solo miró al perro que tenía ahora más tranquilo recargado en sus piernas y le acarició la cabeza. 

Me estacioné detrás del auto de Chris y solté un suspiro, él estaba saliendo del lugar junto con una mujer en traje y una sonrisa exagerada, Christian dirigió su mirada hacia mí y me saludó, después señaló a la mujer mi dirección. Me bajé y Samantha también. Creía tener un pañuelo cerca, pero quizá los había dejado en el saco que se quedó en el departamento de Samantha. Me giré discretamente hacia ella y murmuré. 

—Límpiate el rostro.

Estaba llena de lágrimas y Chris se acercaba con la mujer. Samantha se talló las mejillas y tomó una bocanada de aire para calmarse. 

—Bueno, bienvenidos, ellos son los nuevos dueños.— dijo acompañando a la mujer hasta nosotros. 

—Es un placer conocerlos.— dijo la mujer. —No sabía que le estaba vendiendo una casa a la pareja más famosa del momento.— sonrió y traté de imitarla, fingiendo. 

— ¿Quieren ver la casa?— preguntó el rubio, apuntando con su pulgar el lugar detrás de él. 

—Pero ¿Cómo voy a dejarlo aquí solo? No lo puedo encerrar.— escuché a Samatha y las patas del animal al bajar de la camioneta, se quedó sentado junto a Samantha, sin tener idea o conciencia del mundo alrededor suyo. 

—Entonces déjalo en la calle.— me encogí de hombros, un poco cansado de tener que lidiar con todo. 

Chris le sonrió incómodo a la mujer de Bienes Raíces y ella nos miró con curiosidad. 

— ¡No! ¿Qué te pasa?— respondió la castaña. —Acabas de ver cómo lo dejaron botado en la calle ¡No puedo dejarlo desamparado! Es inhumano.

Había fruncido su ceño y me miraba como si no pudiera creer lo que veía. Me moví el cabello hacia atrás y miré la casa ¿Qué carajos hacía entonces? ¿Qué quería hacer con el maldito perro? 

—Entonces mételo a la maldita casa.

Christian se rió de manera exagerada y me puso la mano en el hombro mientras reía y se acercaba a mí. 

—Están jugando— nos señaló. —Vamos, chicos. Vengan a ver la casa, seguramente al perrito le encantará el espacio. ¿Cierto, peludo? — se agachó para mirar al perro más de cerca. —A puesto a que te gusta tu nueva y temporal casa ¿Verdad?

El perro le ladró y Christian se levantó a la velocidad de la luz, metiéndose un poco detrás mío, luego sonrió y miró a Samantha. Se aclaró la garganta. — ¿Entramos? 

Samantha me dió una mirada y asintió sin decir nada. Yo bufé. Todo con la mujer viéndonos sin decir nada. 

Chris acompañó a Samantha y al perro al interior de la casa y yo me quedé allí, recargándome en la camioneta y buscando mis lentes de sol, la fuerte luz me obligaba a cerrar un poco los ojos, aún le quedaban unos minutos al Sol y estaba en su punto, justo en mi cara. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora