Domingo, 11:26 p.m.
Chris se acercó a decirnos que era hora de irnos, tendríamos que pasar por las maletas y de allí al aeropuerto. Subimos a la limusina y me recargué en el asiento, soltando un largo suspiro de cansancio. No sabía que casarme sería tan agotador, solo quería llegar a Punta Cana y descansar disfrutando del calor, quizá incluso recostarme un momento en la arena. Hacía mucho que no tomaba un viaje que no tuviera que ver directamente con negocios.
— ¿Te gusta la playa?— pregunté a mi acompañante.
Samantha giró su cabeza en mi dirección, un poco distraída y asintió. — ¿Iremos allí?
—Sí, a Punta Cana, en República Dominicana.— le respondí.
Ella no dijo nada más y me le quedé mirando, un poco confundido ¿No estaba emocionada? Estaríamos 6 días descansando en un paraíso azul pero ella parecía que estaba yendo directo a la horca. Su vista estaba perdida en la ventanilla, observando el exterior pasar velozmente y sus manos juntas sobre su regazo, completamente inmóvil. Tuve que esperar a verla parpadear para asegurarme que no estaba muerta.
— ¿Estás bien? ¿Prefieres ir a otro lugar? Aún podemos cambiar el destino.— hablé de nuevo.
Samantha pareció reaccionar y enderezó su espalda antes de mirarme por un segundo y negar.
—No... No, es que, solo estoy agotada.— murmuró. —Punta Cana suena lindo, nunca había visitado otro país.— movió ligeramente la cabeza hacia adelante.
No volvimos a hablar en todo el camino. Recargué mi cabeza contra el respaldo, iba a ser una semana muy larga en la que tendríamos que aprender a convivir un poco.
Recogimos las maletas y Samantha miró asombrada la entrada de la casa y la amplia y pulcra cocina.
— ¿Quieres ponerte algo más cómodo? Son al menos 3 horas de vuelo.— le dije, notando que el vestido que llevaba no era apropiado para volar, y los zapatos de tacón tampoco debían ser cómodos.
—Sí, creo que me sentiría más cómoda con unos shorts.
La llevé a su maleta y hurgó hasta encontrar unos shorts de mezclilla y unas zapatillas. Personalmente la llevé hasta el baño de invitados, que era el más cercano y me devolví a la cocina para esperarla allí y tomar dos botellas de agua para el camino.
Ella regresó poco después, con el vestido doblado entre sus brazos y los zapatos en su mano. También se había lavado la cara y ahora lucía más pequeña, como la mujer que había visto en su Instagram.
—Mientras estemos allá, Chris se encargará de que alguien traiga tus cosas aquí.— le dije. —Cuando regresemos te mostraré la casa y te presentaré a mi jardinero y a mi ama de llaves, ahora terminaron sus turnos pero llegan entre las 6 y las 7 de la mañana todos los días excepto los domingos.
Samantha asintió y miró a su alrededor, la barra americana, completamente limpia y el aroma ligero a lavanda que había en el ambiente, era el limpiador favorito de Sara. Posó sus dedos gentilmente sobre el mármol y enfocó su vista en la estufa de 6 hornillas.
—No sé cocinar... Pero si supiera seguramente amaría este lugar.— dijo con una sonrisa de por medio.
Levanté mi vista a ella, parecía realmente fascinada con el lugar. Le iba a costar acostumbrarse.
—Quizá Sara quiera enseñarte algunas recetas. Es muy buena cocinera, me enseñó a hacer pasta Alfredo y pan de limón. Sara es mi ama de llaves, también es una cocinera excelente.
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Contrato de Boda (H.S.)
Fanfic¿Dónde conociste a tu esposo? ¿En un café? ¿En la universidad? ¿En una fiesta? Bueno, Sam y Harry se conocieron el día de su boda. ¡Qué mejor manera de empezar una bonita relación! Kate y Chris decidieron que estaban hartos de ver desde diferentes p...