Sábado, Agosto 20, 19:17 p.m

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Quizá las cosas estaban medio solucionadas ahora, esa conversación con Samantha parecía haber solucionado la mitad de nuestros problemas. Me seguía sintiendo como un imbécil por haber actuado de esa forma con ella. 

Christian tenía razón, acumulaba estrés durante suficiente tiempo solo para explotar con la persona que menos se lo merecíay ahora sentía que nunca me disculparía lo suficiente como para sentirme menos como una mierda. 

Me quité la camisa y la dejé sobre el camastro, desabroché mi cinturón y mi pantalón mirando hacia el agua pácifica y limpia de la alberca. A pesar de ser de noche, el ambiente era caluroso y estaba seguro que el agua estaba perfecta para nadar.

Me di cuenta la cantidad de cosas que ambos dejamos de hacer después de que nos "casamos" Christian nos había asegurado a ambos que nuestras vidas no cambiarían mucho sin embargo aquí estabamos, llevando una vida diferente a la cuál teníamos antes de conocernos. 

Había muchas cosas que pensar y llevaba en mi cabeza un montón de pensamientos nada coherentes unos con los otros, por un lado seguía pensado que aceptar la boda había sido la peor de las ideas, en cambio si no hubiera aceptado no habría conocido a Samantha... Y eso habría significado que ella seguiría al frente de su refugio y su veterinaria, por mi parte quizá no habría aparecido en ninguna portada o titular y puede que eso me privara de la respuesta positiva del supermercado mexicano, o quizá de todas formas habría obtenido esa llamada. Existen tantas posibilidades, unas buenas otras malas aunque no debería pensar en las cosas que podrían haber sido o no diferentes, era una perdida de tiempo, debería solo concentrarme en lo que sí sucedió y tratar de vivir con ello. 

Estaba tan sumido dentro de mi propia cabeza que no había notado a Samantha frente a mí. 

—Te traje una toalla. — dijo y la acepté de inmediato. 

Ella se había cambiado a uno de los trajes de baño que le había comprado en Punta Cana y se había hecho una trenza en el cabello. 

Me quité los pantalones mientras ella se acercaba a la orilla de la alberca y se sentaba para meter primero los pies. Dejé mi pantalón donde había dejado mi camisa y procedí a acercarme a la alberca, me tiré como siempre lo hacía y escuché la risa de Samantha. Cuando salí a floté me di cuenta que se reía porque la salpiqué al saltar. 

Me sacudí el cabello y lo hice hacia atrás con mis manos mientras me acercaba a la orilla con ella. Me recargué a su lado, ella movía sus pies adelante y atrás con las manos sobre sus muslos. 

—Ni siquiera te detuviste a averiguar si estaba fría.— me miró con una sonrisa extendida en los labios. 

—Jamás es lo suficientemente fría para retroceder ¿Quieres entrar?

—Estoy acostumbrandome.— sonrió moviendo ambas piernas hacia adelante. 

Solté una sonrisa un poco maliciosa y discretamente me acerqué a ella, la mejor manera de acostrumbrarse era entrando de lleno. No parecía preocupada ni notar mis intenciones así que me estiré, como si estuviera simplemente estirando mis brazos casualmente y entonces me moví rápido delante de ella y sujetando fuerte su cintura la arrastré dentro del agua. Soltó un pequeño grito de sorpresa y se sostuvo rápidamente a mis hombros aprentando los ojos creyendo que la sumergería al agua pero la mantuve a flote mientras me burlaba. 

Ella se talló el rostro y soltó una carcajada mientras se acostumbraba al agua. 

— ¡Torpe! — se quejó entre risas y se sujetó de mis bíceps, me di cuenta que aún la sujetaba de la cintura pero no hice ni un intento por dejarla. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora