Viernes, Agosto 26.

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4:48 p.m. 

Me estiré en mi silla, cansado, tenía horas en la misma posición avanzando con la farmacia. Afortunadamente, teníamos bastantes propuestas de proveedores y necesitaba organizar una junta para ver todas las propuestas y elegir la mejor. 

Llamé a mi asistente por el intercomunicador para encargarle la organización de la junta lo más pronto posible, entre más rápido avancemos con esto más rápido podremos montar las farmacias en las tiendas. 

—Asegúrese de que todo el equipo esté al tanto.

La mujer salió después de asentir y miré la hora en la laptop, era tan tarde y no había ingerido nada desde las 9 a.m. Me debatía entre pedir algo o ir a algún restaurante cerca cuando Chris entró con una enorme sonrisa plasmada en su rostro. 

—Cada día me levanto y me digo a mí mismo mi propósito del día.— dijo acercándose a mi escritorio y se dejó caer en el sillón frente a mí. —El de este día, es hacerte feliz. — me señaló.

— ¿En serio?— alcé una ceja. —Empieza.

Me recargué en mi asiento, mirando al rubio vacilar un poco con una expresión graciosa en su rostro. 

Christian sacó una carpeta y se estiró para ponerlo sobre mi escritorio, haciéndome un ademán para que lo abriera. 

Lo tomé con curiosidad y miré el contenido dentro. Eran fotografías de las tiendas, específicamente, la sección de ropa. Los muebles tenían pocos artículos y parecía que finalmente ese infierno estaba acabando. Adjuntado había también un informe de analíticas. Se había vendido un poco más estas últimas semanas, así que los vendedores en tienda estaban haciendo bien su trabajo. 

—Y para aderezar— continuó. —Ya le dije a tu asistente que te agende las reuniones con dos proveedores muy prometedores para reemplazar la ropa de las hermanastras del terror. Y, en cuanto al caso de estas últimas, ya se llegó a una resolución, nos costó un poco más de dinero por la "mala publicidad" que, según ellas, nosotros les dimos, pero están satisfechas y no volverán a molestarnos. 

—Excelente.— suspiré. —Esto necesitaba para acabar la semana, buenas noticias.— cerré la carpeta y la puse de nuevo en el escritorio. —Parece que tendré mucho trabajo la próxima semana. No puedo esperar. 

—Y no olvidemos tu cumpleaños ¿Aún no cambias de opinión? — cambió el tema. 

Me recargué de nuevo en el respaldo de la silla y suspiré. No creía que mi tradición de cada año sobre no celebrar propiamente mi cumpleaños iba a cambiar solo porque una mujer con carácter iba a llevarme la contraria en casi todo lo que digo o hago.  

—Sé que Samantha quiere planear algo, pero le dije que lo mantuviera pequeño, aún no sé qué quiere hacer.— me enderecé para cambiar de tema. —¿Por qué no vamos a comer? Estoy muriendo de hambre, solo he tomado té toda la tarde. 

Moví mi cabeza hacia los lados, intentando deshacer la tensión de mi cuello. 

— ¿Té? ¿Estás yendo al gimnasio de nuevo?— recuperó la carpeta y se levantó para poner la carpeta sobre el archivero de madera junto al sofá.

Era verdad que había dejado un poco atrás el gimnasio y el ejercicio, quizá esa era la razón por la que me sentía tan cansado últimamente, debería volver a mi rutina. 

Negué. 

—Solo intento cambiar mis hábitos e ingerir menos cafeína.— me encogí de hombros. 

Cerré mi laptop antes de levantarme y salir de mi oficina junto al rubio. Estaba pensando en el restaurante que estaba en la otra calle, tenían un menú bastante completo, podía sentir como mi estómago rugía mientras pensaba en degustar uno de sus platillos. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora