Dior

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La cama era demasiado grande, muy amplia para mí sola. Me giré de un lado y del otro sin enocontrar una posición cómoda para dormir y me forzaba a mí misma a cerrar los ojos pero terminaba suspirando y acostandome boca arriba mirando directo al techo. Estaba demasiado oscuro pues las cortinas estaban abajo y eran gruesas y pesadas, tomé mi teléfono para ver la hora, la 12:47 a.m. 

No podía dormir. 

Me senté en la orilla de la cama unos segundos hasta decidirme a levantar y cuidadosamente moví la enorme cortina que cubría el balcón, el cielo oscuro con pocas estrellas se burlaba de mi insomnio y regresé a la cama a sentarme. 

Jugué con mis dedos y tomé mi teléfono de nuevo, quizá pudiera distraerme mientras el sueño se apoderaba de mí, pero realmente no quería jugar con mi teléfono así que me acosté de nuevo y me giré en la cama, mirando hacia la puerta. Normalmente Harry me tapaba esa vista pero ahora podía ver perfectamente la puerta a la habitación y el pequeño mueble de los zapatos que tenía junto a la puerta. 

Me quedé unos cuantos minutos allí mirando la puerta y le tenue luz del pasillo que apenas entraba por debajo de ella. No podía dormir así. Miré la hora otra vez 1:12 a.m. y me laventé, mis pies descalzos  hicieron contacto con el frío suelo de la habitación y del pasillo, todo estaba en silencio y pensé que era una idea estúpida porque era tarde y él se levantaba muy temprano, ya debía estar dormido. 

Fuera de la puerta de la habitación donde había visto la luz encendida cuando subí, me resigné y bajé la mano, estaba dormido, no había forma de que estuviera despierto. Iba a regresar a intentar dormir cuando escuché una voz desde dentro.

— ¿Samantha? ¿Eres tú?

Me quedé quieta en mi sitio escuchando como se levantaba y caminaba hasta la puerta para posteriormente abrirla. 

Nos miramos mutuamente sin decir nada por unos tres segundos hasta que él habló de nuevo. 

— ¿Estás bien?

— ¿Cómo sabías que estaba aquí?— le respondí con otra pregunta. 

Se recargó en el marco de la puerta y suspiró. 

—Vi tu sombra debajo de la puerta ¿No puedes dormir?— negué. Dudó por unos segundos hasta que continuó — ¿Quieres entrar y dormir conmigo?— lo miré hacia arriba y lentamente asentí. 

Para bien o para mal, me había acostumbrado a compartir cama y se sentía extraño acostarme sola. Me sentía de nuevo como cuando tenía 20 años y no era capaz de estar sola un solo día, siempre buscando algo de compañía para evitar estar conmigo misma y una soledad que me consumía y arrinconaba mientras me gritaba todos los errores cometidos a mi corta edad. 

Harry se apartó para dejarme entrar y rápido subí a la cama, dándo la espalda a la pared mirándo como Harry cerraba la puerta y se unía a mi, acostándose de espaldas a la puerta. Subió un poco la sábana por su cadera y se recargó en su brazo mirándome. — ¿Mejor?— preguntó. 

Me lamí los labios y estiré mis brazos mientras me empujaba hacia él para pegarme a su cuerpo porque tenía un frío interno que solo se apaciguaba con el contacto físico. Harry no dijo nada sin embargo, se quedó un par de segundos sin moverse. 

Pegué mi oreja a su pecho, escuchando su corazón latir y como tragaba saliva, entonces su mano pasó por mi cabello escondiéndolo tras mi oreja y se entretuvo acariciando mi mejilla hasta que se acomodó con la espalda en el colchón y me subió a su pecho mientras me abrazaba. 

Apreté los ojos sintiéndo sus brazos al rededor de mi cuerpo y me relajé tanto que el sueño se apoderó de mí y logré quedarme dormida finalmente, entre sus brazos.

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora