Jueves, Agosto 5

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Estuvimos en la oficina cuando ya todos se habían ido y nos quedamos hasta tarde intentando averiguar si Faith era la culpable.

—Estoy algo cansado, no voy a mentir.— dijo Christian y asentí. Yo también lo estaba, miré al pequeño sofá y Samantha estaba durmiendo con su teléfono en la mano. 

—Hay que parar por hoy. Pienso que definitivamente es ella, no tengo ninguna duda ¿Quién más haría algo así?— suspiré. —Mañana continuamos.

Me levanté y me estiré un poco, me dolía el cuello y la espalda. Christian hizo lo mismo y miró a Samantha, — ¿Tu auto está abajo?— asentí. — ¿Puedes llevarme a casa? Mi auto se quedó en el aeropuerto. 

Asentí de nuevo y caminé hasta Samantha para intentar despertarla. Quité primero el teléfono de sus manos y la moví suavemente llamándola, ella se quejó y se movió para acomodarse. Se veía cansada...

—Samantha...— toqué su hombro pero se mantuvo respirando tranquilamente. —Vámonos a casa.

Nada. Suspiré. Bueno...

Me guardé su teléfono y cuidadosamente pasé mi brazo debajo de sus rodillas intentando levantarla, rápidamente se acopló y dormida subió sus brazos así que la cargué para llevarla hasta el auto. 

Mañana por la mañana me pondría a buscar seguridad, para la casa y para ella. No creí nunca que iba a tener que contratar seguridad para protegerme del acoso. 

Subí a Samantha al auto y se movió un poco despertando. Me miró un poco confundida y miró a su alrededor, no entendiendo que había pasado.

—No querías despertarte.— me encogí de hombros. 

Ella se lamió los labios nerviosa. —Lo siento.

Negué con una sonrisa y subí de mi lado. Christian subió atrás y lo llevé hasta su departamento. 

Jueves, Agosto 5, 9:47 a.m. Oficina principal. 

—Bien, señores. Van a cuidar los alrededores de mi casa y a mi esposa cuando salga. Quiero que la sigan de cerca y no dejen que ninguna persona con una cámara encima se le acerque o la aborde, su prioridad es mantenerla a salvo de periodistas, paparazzis y cualquier persona que luzca sospechosa. ¿Entendieron?

Todos asintieron muy seriamente. 

—Ella está en casa ahora, pueden cambiar turnos, ustedes saben perfectamente cómo organizarse. 

Los hombres salieron de la oficina y me senté de nuevo con un suspiro, quería una pausa de todo esto de la cuenta de Twitter así que me pondría al día con los números del supermercado, iba a llamar a Flackes por el intercomunicador pero decidí levantarme e ir yo mismo a pedirle las cosas. 

Salí de mi oficina y me asomé al escritorio de mi asistente.

—Sí, cualquier otra cosa te aviso...— murmuró mientras hablaba por teléfono. Continuó en un tono bastante bajo, procurando no ser escuchada y suspiré. 

—Flackes.— ella saltó en su lugar y me miró con los ojos muy abiertos. —Tolero muchas cosas pero llamadas personales en horario laboral sabe que no, a menos que sean de suma importancia. 

Tartamudeó un poco y colgó el teléfono. —L-lo lamento, señor. No volverá a ocurrir. 

—Por esta única ocasión se lo dejaré pasar, pero no lo toleraré una segunda vez. Tranquilícese.— le dije al mirarla pálida y ella solo asintió tragando saliva. —Necesito un reporte de los ingresos y egresos del supermercado, ah y si pudiera, comuniqueme con las señoras de JN&NJ, necesito saber cómo va el producto para empezar a meterlo en tienda. Llame también a los de marketing, necesitamos que la gente sepa que habrá un nuevo departamento en tienda. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora