Lunes, Julio 19

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Después de pasear por el mercado y que Samantha se detuviera cada que mirara un perro, finalmente decidimos ir a la playa. Tenía antojo de algo frío, alguna buena bebida con hielo y alcohol. Pero primero pasamos a la habitación a dejar las cosas, y yo quería cambiarme. 

Solté un suspiro al entrar en la habitación y Samantha corrió a sentarse en el sofá. Habíamos caminado un poco así que estábamos algo cansados. Le dije que me daría un baño rápido antes de bajar así que ella se quedó en la pequeña sala, jugando con su teléfono. 

Aproveché para darle un vistazo rápido a mis correos y enviarle un mensaje a Chris, para asegurarme que todo estuviera bien en mi ausencia. Tras confirmar que todo iba bien, me di una ducha rápida. El agua refrescó mi cuerpo y me relajé soltando un quejido. Podía sentarme en la arena y revisar los casos que teníamos pendiente en el bufé, me había enfocado tanto en el supermercado que empecé a descuidar mi segundo trabajo. Debería llamar a Kenneth y asegurarme que todo está marchando de maravilla, lo haré cuando esté sentado en la arena.

—Mierda...— murmuré, dándome cuenta que olvidé llevarme mi ropa. 

Me até una toalla a la cadera y tomé mi teléfono del lavabo para mirar mis mensajes. El ambiente cálido me golpeó apenas abrí la puerta. Tomé un respiro profundo y me aproximé a buscar mi maleta.

—Oh ¡Lo siento!

Giré la mirada para toparme con Samantha, sostenía su cargador como si su vida dependiera de ello y no pude evitar alzar la ceja al notar que estaba intentando de todas las maneras posibles, mantener su mirada en mi rostro. 

—Solo venía por mi cargador.— murmuró, levantando el cable un poco para señalarlo. 

Con la misma ceja alzada, asentí, pero se me escapó una sonrisa egocéntrica al darme cuenta como poco a poco sus mejillas se volvían rosadas. 

— ¿Todo bien?— cuestioné, pues no se movía y parecía que sus pies estaban anclados al suelo de la habitación.

—Sí.— respondió de inmediato y sus ojos barrieron rápidamente mi cuerpo solo para volver a mi rostro y actuar como si no hubiera pasado nada. 

Me relamí los labios, no pudiendo con las ganas de reírme. 

—Soy muy disciplinado ¿Qué creías? ¿Que cuando no estaba trabajando estaba holgazaneando? No puedo vivir sentado en una silla aprobando, rechazando y  rellenando formularios. — me hice el tonto y levanté mi maleta para ponerla sobre la cama. 

—Nunca dije eso.

—Tal vez lo pensaste.— me encogí de hombros.

—Negativo.

Saqué unas bermudas y una camisa solo para ponerme encima y tal vez quitarme después. 

— ¿Qué es lo que te sorprende? ¿Mi abdomen o mis tatuajes?— la miré.

—Ah... No, yo no estaba...— hizo una mueca y luego me miró como si me juzgara. — ¿Estás disfrutando esto, cierto?

Simplemente sonreí. Samantha bufó y salió de la habitación de nuevo. Aproveché para cambiarme y acomodé mi ropa en el armario que había en la habitación, me pregunté si Samanta querría acomodar su ropa también así que dejé un espacio para ella. 

Metí en una pequeña maleta que acababa de comprar en el mercado, dos toallas, no sabía si Samantha llevaría algo así que debía preguntarle.

Miré a través del balcón como el Sol iba en su mejor punto, era un buen momento para bajar a la playa así que salí de la habitación. Podíamos pasar un rato en la arena, bebiendo algo y más tarde podríamos ir a cenar al restaurante del hotel. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora