Jueves, Julio 29.

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Me desperté temprano, como usualmente y me tallé el rostro. Esta mañana tenía ganas de ir al gimnasio así que me senté en la cama y me puse unos shorts largos, mis tenis y tomé mi maleta con un cambio de ropa y un par de toallas. 

Escuché a Samantha removerse en su lado y la miré pensando que despertaría, sin embargo no lo hizo, solo se acomodó mejor en una de las almohadas que había puesto entre nosotros. Soltó un suspiro y se relajó de nuevo, manteniéndose en su sueño. 

Salí sin hacer mucho ruido, Sara aún no llegaba y la casa estaba sumergida en el silencio, así salí a buscar mi auto y subí mi maleta sin mucho problema y conduje hasta el gimnasio. Afortunadamente no había tanta gente así que me tomé mi tiempo, saludé algunas personas que veía con poca frecuencia y me concentré en mi rutina. 

Cuando terminé eran casi las 8 así que tomé mi botella de agua y la terminé de un trago, había sudado demasiado pero no me apetecía meterme a las duchas del gimnasio, prefería llegar a casa y hacerlo más cómodamente. 

— ¿Nos vemos pronto por aquí, Sr Styles?

Me giré confundido y reconocí un rostro. Sonreí. 

— ¡Andrew! ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en las competencias?

El hombre había sido mi entrenador tiempo atrás, era una máquina, no se detenía aunque le quemara, el mejoró mi condición física y mi resistencia. Se había ido unos meses lejos por unas competencias en otra ciudad, era fisicoculturista. 

—No obtuve el primero este año, pero tengo el segundo, el próximo tendré el primer lugar estoy seguro. Pero en realidad me interesa saber ¿Quién fue la que te hizo cambiar repentinamente de opinión? Me voy unos meses y me entero que te casaste. Creí que le temías al matrimonio.

Me reí. Si tan solo supiera. 

—La vida se trata de cambiar de opinión de un día a otro.— me encogí de hombros. —Sí, me casé, soy un hombre de casa ahora, supongo, y mi esposa es una mujer maravillosa.

—Ajá, veterinaria dueña de un refugio de animales.— completó. Lo miré con las cejas alzadas. —Está en todos lados, uno no puede entrar a Twitter un segundo sin que aparezca tu rostro o el de tu esposa.— sonrió divertido. —Parece una buena mujer.

—Ah, no hagas caso lo que dicen en Twitter.— rodé los ojos. 

—No te preocupes, hace tiempo que dejó de repercutir en mí las opiniones externas sobre personas y la vida en general. Soy de tener mi propio criterio.— se señaló la sien.

—Cuando tengas tiempo podemos ir a cenar fuera y la conoces. Es muy agradable, te caerá bien.

—Pues si consiguió que la matrimoniaras, seguramente me caerá muy bien.— se rió. —Sería un gusto, podríamos ponernos al tanto. Fue un gusto verte, Harry. Que estés bien.

—Que gusto que regresaras, Andrew. Nos vemos pronto.— nos dimos un apretón de manos amistoso para despedirnos y yo volví a casa con una de las toallas rodeando mi cuello. 

Estacioné en la entrada justo viendo a Samantha salir de casa. Me sorprendió verla despierta tan temprano así que salí para molestarla un poco.

— ¿Eres una aparición o en realidad es más tarde de lo que pensé?— cerré la puerta del auto después de sacar mi maleta y colgarla en mi hombro. 

Samantha rodó los ojos y se burló sarcásticamente. —Tengo que ir por Cerecita, está sola. — sonreí, recargándome en el auto. —No quiero que esté asustada, la llevaré al refugio. 

Bajó las escaleras que le faltaban. — ¿Dónde está mi camioneta?— le señalé en dirección al garaje pero antes de que se fuera la detuve. 

— ¿Pensaste en lo que te dije?— le pregunté. 

Contrato de Boda (H.S.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora