Veinticuatro horas después de que me hubiera emborrachado me dejaba caer en la silla de mi escritorio en la sala de archivo, extenuada. Era domingo, la agencia estaba desierta, solo seguridad se encontraba y no había sido difícil ingresar. Le comenté a Patrick que debía terminar un trabajo para la Srta. Carol, en cierto modo era verdad y no había dudado ni por un segundo en permitirme el ingreso. Había eludido a Edward al salir por el fondo del edificio y según Yigit aún continuaba estando en su lugar.
Ya no me quedaba nada más por hacer, me había hundido con mi propia elección y atentado contra mí misma. Al final me había crucificado. Sacrificándolo todo únicamente para mantenerlo con vida. Había esperado tanto por él, por un amor como ese, era fácil decirlo, pero muy doloroso sentirlo. Tanto tiempo había sentido que nunca me enamoraría, que esas cosas no estaban hechas para mí y ahora él era todo lo que quería. ¿Había valido la pena inmolarme de esa manera? Si la recompensa era su vida, no tenía dudas.
Me tragaría la amargura, la desolación y la inmensa tristeza y de ahora en adelante caminaría hacia lo desconocido intentando descubrir que había detrás de toda aquello que había atravesado mi vida. Después de todo era una mujer de 20 años a quien ya la habían herido y marcado terriblemente en el pasado y sin embargo había sobrevivido. Por ahora sin enemigos conocidos más que Andrew hasta el momento y con cierta tendencia a que varias personas que me rodeaban estuvieran metidas en esta historia.
Con la vista clavada en mi escritorio en dos bolígrafos con mini micrófonos casi invisibles que llevaban dentro estaba dispuesta a ir hasta el final. A través del amigo de Yigit habíamos accedido a ellos. No me importaba nada más. Al menos merecía saber la verdad y el motivo por el cual había perdido tanto. Deje uno en la oficina de Andrew de tal forma que el bastardo nunca se daría cuenta y de hacerlo jamás pensaría que yo podría haber sido capaz, después de todas las veces que había cumplido sus órdenes no comentaría una idiotez como aquella, pero claro que la haría. Mientras le buscaba un lugar al otro bolígrafo en la oficina de Jeremías no podía dejar de sentirme mal en cierto punto, pero no me quedaba otra manera más que valerme de trampas ya que él nunca confiaría en mí. Me decidí por colocarlo en el amplio mueble detrás de su escritotio, donde coleccionaba cientos de bolígrafos de diferentes marcas y estilo, nunca podría identificar que había uno más. Era peligroso, pero todo había sido peligroso desde un comienzo y no me quedaría con las manos cruzadas esperando a que Andrew terminara por arruinarlo y sin saber por qué. Volví por mi chaqueta a la sala de archivos y mientras la recogía alguien entraba detrás de mí.
- ¿Qué haces tú aquí Yulia? - Me quede inmóvil al escuchar la voz de Jeremías. Cuando al fin pude dominar mis nervios me giré para enfrentarlo.
- ¿Tú que haces aquí? ... Te hacía de luna de miel ... - ¿Dejaría de dolerme en algún momento? Observé que en su mano llevaba su anillo de matrimonio, eso había dolido como si alguien hubiera clavado una flecha directo en mi corazón sin compasión alguna. Demostraría indiferencia, aunque el corazón se me saliera del pecho.
- Vamos a ir más adelante estoy tapado de trabajo. - Pronunció secamente. - ¿Tú a que viniste? - Me cortó el paso.
- Yo ... solo tenía trabajo atrasado. - Agregué quintando mi mirada de sus ojos.
- ¿¡Tú me estas jodiendo a mí!? - Su argentino le había salido de adentro tan naturalmente y hasta eso me atraía en él.
- No. No. Te juro que no ... - Titubeé mirándolo nuevamente.
- Me trataste como si fuera una mierda ¿A que estas jugando? ¿Qué es lo que quieres? - Me sujetó por mi brazo fuertemente, indagándome con prepotencia y con furia en sus ojos. Estaba hecha pedazos por dentro, me sentía sin fuerzas ante su presencia después de todo lo que había sufrido el día anterior. No era justo, de ninguna manera, pero debía ser cuidadosa y selectiva con mis palabras, que decir y que no era fundamental.
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Yulia Primera Parte
RomanceYulia lleva una vida tranquila en Atlanta Georgia, junto a su familia y dedica sus días con sus amigos y estudiando fotografía. Pero esa actitud de una vida pacífica no es más que una fachada para esconder la crueldad de un brutal suceso que vivió e...