Capítulo 1

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03 de septiembre de 2019.

¿Qué tenía de malo soñar? Te ayudaba muchas veces a huir de la realidad y yo había aprendido a golpes el poder que poseía el hecho de anhelar algo con todo tu ser y convertirlo en el centro de tu vida. Deseándolo más que cualquier otra cosa, aferrándome a ello, huyendo de mis miedos, de mis demonios internos y más que nada de mí misma.

Soñaba con poder fotografiar las auroras boreales. Ese había sido siempre mi mayor deseo, desde que era una niña. Observar al cielo y poder ver aquella danza de colores verdes, moviéndose como un manto de luces en diferentes tonalidades. Un fenómeno mágico que la naturaleza se encargaba de regalarnos y del cual yo quería ser parte. Un espectáculo único e inigualable, una experiencia que quedaría grabada en mi mente y en mi corazón para toda mi vida. Era una fiesta en el cielo y poder capturar ese momento era lo que más deseaba.

Las había visto infinidades de veces por documentales, había buscado información científica asesorándome acerca de aquel fenómeno natural producido por partículas cargadas por el sol que al chocar contra la atmósfera de la tierra el campo magnético se encargaba de dirigirlas hacia los polos. En pocas palabras era producido por la latitud y las manchas glaciares produciendo magia en el cielo y ahora estaba a punto de lograr por fin el sueño de mi vida.

Me encontraba escalando una montaña en Fairbanks Alaska para poder verlas personalmente. Pero el viento húmedo me estaba congelando los huesos hasta la médula. Sentía el frío nocturno como puños contra mi rostro. La nieve de la tormenta del día anterior estaba apilada como montañas a un costado del camino. Los árboles no dejaban de agitar sus ramas desnudas por el invierno. Caminar sobre la nieve se hacía cada vez más difícil, pero nada me detendría en aquel momento. Iba a cumpli mi sueño, después de tanto tiempo por fin lo iba a lograr. Miré hacia atrás y observé en la fría oscuridad a mi amiga Samantha. Noté que ya se le hacía imposible el camino, la palabra perezosa le quedaba de hecho bastante grande, así que no le preste demasiada atención. Esa era su naturaleza y no me deterndría por ello. Seguramente estaría con su cabeza en las aguas termales que nos esperaban al regreso. Yo estaba más emocionada aún, porque llevaba conmigo mi cámara fotográfica. Se la había estado pidiendo a mis padres desde que había salido al mercado. Mi madre Kate me la había regalado un mes antes por mi cumpleaños número veintidos. La sorpresa al ver la  Canon EOS 6D Mark II después de tanto pedirla no me la había llevado tanto yo, si no mi padre Alexandre quien había sido el encargado de tener que pagarla y el cual al parecer no había estado para nada de acuerdo.

A medida que iba avanzando hacia la cima en medio de aquella gélida noche comencé a sentir un ruido, un sonido que llamó mi atención y que sentía cada vez más cerca de mí, se me hacía muy familiar ¡Carajo! era el sonido de mi alarma que me trajo de golpe hundiéndome en la realidad y que termino por despertarme del todo, para darme cuenta que no había sido más que otro de mis sueños frustrados.

Lo único que no había sido un sueño era el regalo de mi madre por mi cumpleaños. La alarma de mi Samsung no dejaba de sonar y no podía dar con él, cuando por fin logre apagarlo me di cuenta que tenía que darme prisa ya que hoy tenía mi primera entrevista laboral en la reconocida Agencia de publicidad La Lumière Corporation donde trabajaba mi hermana Scarlette, la cual ya debía de estar de punta en blanco, delicadamente peinada y exquisitamente vestida. Seguramente hasta ya hubiera desayunado su más que excaso desayuno. Rara vez pasaba inadvertida, pero yo estaba encantada de marcar nuestras diferencias.

Había decidido ir a esa entrevista un poco por obligación, porque mi madre no quería que pasara mi tiempo libre atendiendo su panadería, lo cual no me desagradaba para nada porque compartía gran parte del día junto a mi amiga Saman. Ella vivía en mi misma calle, éramos amigas desde que nos habíamos conocido y de eso hacía ya más de 15 años. Según mi madre ya era tiempo de que tuviera mi primer trabajo serio. El tiempo libre que tenía después de estudiar me gustaría pasarlo fotografiando cada cosa que llamara mi atención, desde el pub de Noah, los turistas paseando por las calles, hasta el parque a pocas cuadras de casa y no estar atrapada en una oficina con gente aburrida. Mi curso era semipresencial y según mi madre contaría con tiempo libre si lograba organizarme bien, tenía un punto a favor allí me dije. Pero seguramente terminarían por no contratarme ya que buscarían a alguien con experiencia, experiencia con la cual yo aún no contaba. Scarlette había mencionado que el puesto bacante era el de asistente.

Yulia Primera Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora